Mayo. Una romería a la Cisa

Biografía de MONTSE GRASSES. SIN MIEDO A LA VIDA, SIN MIEDO A LA MUERTE. (1941-1959) por José Miguel Cejas. EDICIONES RIALP MADRID

Esta fotografía corresponde a una de las ocasiones en que fue a Castelldaura.

Durante el mes de mayo algunas de las que iban por Llar decidieron hacer una romería a la Virgen de la Cisa, caminando desde Castelldaura. Tenían previsto rezar una parte del Rosario durante el camino, hasta llegar al Santuario, que está relativamente cercano. Para llegar allí había que andar un rato entre pinos mediterráneos, siempre con el mar al fondo.

"Yo iría en coche -precisa Rosa-. Al llegar junto a la Virgen, rezaríamos otra parte del Rosario, y la tercera al volver. Y Lía le dijo a Montse: 'tú es mejor que no vayas andando, porque los médicos han dicho que no te conviene mover la pierna. Vete con Rosa'.

Uf... ¡Seguro que aquello no le gustó nada! Le dijo a Lía que no se preocupase, que ella podía ir andando hasta allí...

-No, no, Montse -le dijo Lía-, tú vete en coche con Rosa.

-Mujer, vente, me harás compañía, le dije yo.

-Pero, si yo puedo ir a pie como todo el mundo, ¡si no estoy lisiada...!

En ese preciso momento se dio cuenta de que eso me podía haber herido... Y entonces, sin dudarlo un segundo, se subió al coche y me dijo:

-Perdona, Rosa. He dicho una tontería, porque... fíjate: lo más importante no es estar lisiada por fuera, sino estar lisiada por dentro: tener poca caridad y decir cosas que molestan a los demás.

Yo me quedé muy sorprendida, y le dije: 'Chica, si no me ha molestado nada'. (Y era verdad, aquello no me había importado nada. Yo comprendía muy bien que ella quisiera ir andando: a mí también me hubiera gustado mucho ir a pie...) Pero ¡qué disgusto tuvo por haber dicho aquello! Y desde aquel momento estuvo teniendo detalles de cariño conmigo.

Yo sé que esto no son grandes cosas; todo lo que recuerdo de ella durante ese tiempo son cosas pequeñas, de este tipo... pero como nos enseñaba el Padre, esas cosas pequeñas, hechas por amor a Dios, son muy importantes. Cuando el Padre se enteró que yo quería ser farmacéutica, me dijo: 'hija mía: cuando envuelvas un paquete, puedes hacerlo de dos maneras: con cariño o con indiferencia. Si lo envuelves con cariño y encomiendas a aquella persona, se va con el paquete... y tus oraciones'. Y ahora, en la farmacia, cada vez que envuelvo un paquete, me acuerdo de esto siempre, siempre... ¿Qué hubiese sido de mi vida si el Padre no me lo hubiera enseñado? Pues esto era lo que me admiraba de Montse: su amor a Dios en estas cosas pequeñas".

"Es cierto que a veces -matiza Rosa- era demasiado espontánea, demasiado impulsiva: al principio decía, por pura falta de doblez de ningún tipo, todo lo que se le pasaba por la cabeza. Pero se lo fueron haciendo ver y se fue corrigiendo poco a poco..."