5. UNA MIRADA LIMPIA

Biografía de MONTSE GRASSES. SIN MIEDO A LA VIDA, SIN MIEDO A LA MUERTE. (1941-1959) por José Miguel Cejas. EDICIONES RIALP MADRID

Hasta 1948 "ganaban" los niños: tres a dos. Enrique, Jorge e Ignacio "frente a" Montse y Pilar. Pero al año siguiente se cambiaron insospechadamente las tornas: el 3 de mayo del 49 los pequeños Grases contaban con dos hermanas más, gemelas: María Cruz y María José. Ahora eran cuatro chicas y tres chicos.

"Esta fotografía -comenta Manolita- es del verano del 49. Se ve que yo acababa de arreglar a Montse y Manuel, al verla tan requetepeinada, le hizo esta foto. Pilar está detrás, con cara de muy mal genio, y ella aparece muy afable, sonriente, con aquella mirada limpia que tenía..."

"Era tan sencilla... No tenía doblez de ningún tipo... Por eso algunas chicas de su misma edad le hacían el vacío, porque delante de ella no se atrevían a hablar de ciertas cosas... Ella ni lo comprendía siquiera. ¡Ay, Montse, cuánto me costó ponerte al corriente de las cosas de la vida!

Me resultó dificilísimo. Manuel me apremiaba de continuo y me recordaba la responsabilidad que tenía: él ya lo había hecho con los chicos.

Yo prefería explicárselo por etapas, sin cigüeñas de ningún tipo, pero de una forma adecuada a su edad; claramente, con naturalidad, pero sin detalles innecesarios, y con sentido sobrenatural. La primera pregunta se la planteó en el Colegio, al leer el Avemaría. Al escuchar la explicación que les dieron, sus compañeras empezaron a desconfiar de sus madres. Y nada más llegar a casa me lo contó, porque me tenía una gran confianza.

-Mira mamá, mira lo que pone aquí: 'bendito es el fruto de tu vientre'. ¿Qué significa? Lo estábamos leyendo unas niñas y no lo entendíamos y me han preguntado a mí qué quiere decir.

-¿Y tú que les has dicho?

-Yo les he dicho que te lo preguntaría a ti y que ellas se lo preguntaran a sus madres; pero me han contestado que si lo hacían las reñirían, y que era mejor que yo se lo explicase cuando me lo dijeses tú.

Recuerdo que se lo aclaré y le insistí mucho en que le dijese a las niñas que se lo preguntasen a sus madres -que son las que deben explicar estas cosas- , pero que ella no les tenía por qué explicar nada...

A los pocos días le pregunté:

-Montse, ¿has pensado sobre lo que hablamos el otro día?

-No, mamá.

-¿De verdad, de verdad, Montse que no te ha dado nada que pensar, ni tienes ninguna preocupación?

-No.

-Pues mira, me vas a prometer una cosa: si sientes la menor curiosidad sobre lo que te he dicho, me lo dices y continuaremos. ¿Me lo prometes?

-Sí, mamá.Y así se quedó..."