Reanudar la labor apostólica. Ayudando al Beato Josemaría. Gestiones económicas

Biografía de ISIDORO ZORZANO LEDESMA. Ingeniero Industrial. (Buenos Aires, 1902-Madrid, 1943) por José Miguel Pero Sanz.

Son días de reencuentros: aprovechando permisos militares se dejan caer por Madrid, para volver pronto a sus destinos, los miembros de la Obra y los otros jóvenes que participaban en sus tareas apostólicas. Algunos de ellos —como Pedro Casciaro y Paco Botella— desconocen el domicilio actual del Padre y, nada más llegar a la capital, se dirigen a la casa de los Zorzano, en la calle Serrano.

Isidoro en estas semanas escribe abundantes cartas. A sus tíos de Argentina les refiere las peripecias familiares durante la guerra. Al amigo Ángel Herrero, óptico de Málaga, le pondera la importancia cultural, social y religiosa del momento presente. A los miembros del Opus Dei todavía movilizados les informa sobre la marcha de la labor apostólica y proporciona a los unos noticias de los otros.

El Fundador marca el ritmo de trabajo: recibe a innumerables personas —intelectuales, eclesiásticos, estudiantes...— y desarrolla una increíble tarea sacerdotal de administración de Sacramentos, dirección de almas y predicación. Muchos Obispos, conocedores de su santidad y fuego apostólico, le piden que dirija ejercicios espirituales para sacerdotes y seminaristas: en Madrid, en Vitoria, en Segovia, en Valencia, en Vergara (Guipúzcoa), en Valladolid y por toda la geografía española. También predica retiros a universitarios, catedráticos, chicas...

Isidoro, a quien el Fundador encarga de las cuestiones económicas, visita con Ricardo Fernández Vallespín al notario que rubricó en su día la compraventa de Ferraz. Pasado un mes, el notario dice que la escritura fue presentada en la oficina liquidadora el 20 de julio de 1936, ¡el día del asalto al Cuartel de la Montaña!, y no habrá modo de recobrar las cantidades abonadas para la inscripción del contrato, aun cuando llegue a rescindirse. En la Delegación de Hacienda dan largas a Zorzano: que vuelva otro día o que presente un informe.... También procura, sin éxito, averiguar el paradero del antiguo propietario, hasta que aparece su administrador. Al cabo de cuatro meses, el 9 de agosto, escribirá por fin: «He estado con Ricardo en casa del Notario. Se ha rescindido el contrato y quedamos pendientes nada más que de recuperar el dinero del importe de Derechos Reales».

Con idéntico sentido de responsabilidad y de pobreza, Isidoro denuncia en la Junta de Recuperación de objetos robados durante la guerra, la sustracción de muebles, libros y ajuar de DYA. También esta gestión resultará trabajosa: inventarios, dilaciones administrativas... Sólo a fin de año se recuperarán alguna mesa, sillas y una librería. Para entonces ya no estarán en Santa Isabel.

El Padre les recuerda que la rectoral constituye una solución sólo transitoria. «Es preciso —escribe Isidoro el 26 de mayo— disponer cuanto antes de una casa en condiciones». Y todos buscan un local para residencia de universitarios.