Que lo readmitan en Ferrocarriles y le abonen los atrasos. Nacionalidad argentina. Un encuentro en Las Delicias. Traslado a Santa Isabel

Biografía de ISIDORO ZORZANO LEDESMA. Ingeniero Industrial. (Buenos Aires, 1902-Madrid, 1943) por José Miguel Pero Sanz.

También Isidoro cumplirá todos los deberes profesionales y cívicos, pero sin renunciar imprudentemente a sus derechos. Ya el 30 de marzo prepara la solicitud de readmisión en los Ferrocarriles Andaluces, gestionados ahora por la Compañía del Oeste. Pocos días después, el 5 de abril, redactará otra instancia en la que pide, al Ministro de Educación Nacional, ser repuesto en su tarea docente, «con preferencia en la Escuela Superior de Trabajo de Madrid». Igualmente reclamará la paga extraordinaria que debía haber percibido en julio de 1936, así como todos los sueldos no cobrados a partir del 1 de octubre de 1936 —cuando caducaba su licencia profesional— hasta el 30 de marzo de 1939.

Isidoro también regulará la situación de su ciudadanía. Pasado el peligro, lo más práctico hubiera sido declararse español. Pero Zorzano, caballeroso y agradecido, resuelve optar notarialmente por la nacionalidad argentina.

En la Estación de las Delicias, donde han sido convocados los agentes superiores de los Ferrocarriles, coincide un día con Anselmo Alonso, amigo desde los tiempos en que los Zorzano llegaron a Madrid y, luego, compañero en Málaga. Anselmo dirá que «aunque muy demacrado, lo encontré animoso de espíritu, pero ya en el comienzo de la enfermedad que más tarde le llevaría a la muerte».

También los miembros del Opus Dei advierten el quebranto de Isidoro, que deja la casa de la calle Serrano y se traslada, junto al Fundador, a la rectoral de Santa Isabel, donde hay mucho trajín para disponerla como sede provisional de la labor. Francisco Botella escribirá: «Cuando yo venía a Madrid solía acostarme en la habitación grande donde había tres camas y en una de ellas dormía Isidoro. Supe entonces que dormía muy pocas horas por insomnio», a causa de un dolor ciático, «y muy de madrugada se despertaba». En ese tiempo de forzada vigilia, reza.

Sólo a primeros de mayo será llamado Isidoro al trabajo en los Ferrocarriles. Entre tanto, colabora con el Beato Josemaría y los demás en la habilitación de la casa, que durante la guerra fue utilizada por algún comité revolucionario: desalojan las armas y municiones que dejaron los anteriores ocupantes; arrancan letreros; limpian suelos... Isidoro arregla el tapizado de algunas butacas aprovechables. También trata de reparar la instalación eléctrica, lo que trae consigo algún cortocircuito y la explosión de varias lámparas: finalmente hay que recurrir a manos especializadas en el oficio.

Doña Dolores, Carmen y Santiago se mudan también a la rectoral. Con su trabajo abnegado para que todo marche y con sus mil delicadezas —una flor, un adorno, un postre de fiesta—, la madre y la hermana del Fundador contribuirán decisivamente al estilo familiar que Dios quiere para la convivencia en los centros del Opus Dei.

Con ellas ha llegado el famoso baúl donde se han venido depositando las cartas y materiales que Isidoro llevaba a casa de doña Dolores y ésta custodió tan abnegadamente durante la guerra. Zorzano trae también los papeles, libros y otros efectos de la Obra, que guardaba en casa de su familia. La clasificación de documentos y fotografías trae a la memoria momentos entrañables.