Otoño de 1935: nuevo Obispo

Biografía de ISIDORO ZORZANO LEDESMA. Ingeniero Industrial. (Buenos Aires, 1902-Madrid, 1943) por José Miguel Pero Sanz.

Isidoro tiene la cabeza —de momento, sin pelo— en Madrid. En la residencia llueven las solicitudes de plaza para el curso próximo. Zorzano gasta bromas: que vayan preparando «un letrerito que diga COMPLETO».

A primeros de septiembre la academia no cabe ya dentro de la residencia y se alquila un piso en el inmueble contiguo: en Ferraz, número 48. Isidoro está feliz de que haya saltado el muelle que se comprimió en febrero y disfruta pensando ya en las perspectivas apostólicas: «El Señor pondrá el incremento para recoger el fruto que esperamos en este nuevo curso». Procura que sus parientes y conocidos de la capital se beneficien de los medios formativos que proporciona la Obra: «Espero que mi compañero Gregorio Martínez de Pinillos y mi primo Santiago habrán asistido a las reuniones».

Este otoño hay novedades en Málaga: concretamente, Obispo nuevo. La situación de don Manuel González, en el destierro de Madrid, era incómoda para el santo Prelado. También para la Santa Sede, que no puede aceptar la expulsión de Mons. González por las turbas incendiarias. Por otra parte, no resulta sencillo gobernar una diócesis a distancia. Don Manuel hace lo que puede: entre otras cosas, a finales de 1934 había disuelto la Junta diocesana de Acción Católica, que no secundaba las orientaciones del Obispo. Sólo el presidente y Zorzano fueron confirmados en sus cargos. Aprovechando sus viajes a Madrid, Isidoro visitaba al Prelado, quien le hacía encargos referentes a la Acción Católica malagueña. Pero los fieles necesitan ver a su Pastor.Desde las elecciones de 1933 ha amainado la persecución. Tanto la Iglesia como el Estado desean ir zanjando litigios. El Nuncio comunicó al Obispo que Pío XI había determinado desvincularlo de Málaga y el 5 de agosto (1935) se publicaba su nombramiento para la diócesis de Palencia. El mismo día se proveía la sede malagueña con el, hasta ese momento, canónigo de Sevilla, don Balbino Santos Olivera.

Isidoro asistió al apoteósico recibimiento que Málaga tributó, el domingo 10 de noviembre, al nuevo Prelado. Esa misma semana Zorzano saludó a don Balbino, con la Junta de Acción Católica. Y al día siguiente, por encargo de don Josemaría, visitaba nuevamente al Obispo, para informarle sobre la Obra. A monseñor Santos Olivera —dice Isidoro— «le interesó desde el primer momento; hablóme de la conveniencia de este apostolado, alentándonos a que perseveremos en él. Le rogué que nos tuviese presentes en sus oraciones, accediendo gustosísimo a ello».