Introducción de "San Josemaría entre los enfermos de Madrid (1927-1931)"

San Josemaría entre los enfermos de Madrid (1927-1931)

En todas las biografías de san Josemaría Escrivá de Balaguer publicadas hasta el momento, se incluyen diversos relatos sobre el trabajo pastoral que desarrolló en Madrid, desde que fuera nombrado capellán del Patronato de Enfermos en 1927 hasta que cesó en este cargo en 1931. En todos, se ha destacado que durante esos años, movido por su celo sacerdotal, realizó numerosas visitas a enfermos en diversos barrios de Madrid, colaborando en la intensa labor apostólica que impulsaban y dirigían las damas apostólicas del Sagrado Corazón desde ese centro caritativo y asistencial.

Esta actividad fue de gran trascendencia en la maduración del corazón sacerdotal de Josemaría Escrivá de Balaguer, antes y después de aquel 2 de octubre de 1928 en que el Señor –como a él le gustaba decir– le hiciera ver el Opus Dei.

El trabajo que ahora presentamos tiene por objeto estudiar estas visitas a enfermos. La principal fuente documental serán los avisos y recados que las religiosas pasaban por escrito al capellán para que fuese a visitar enfermos. Los datos facilitados por estas hojas de aviso, ampliados con los que aportan los testimonios de quienes lo conocieron y trataron entonces, y los Apuntes íntimos de san Josemaría Escrivá de Balaguer permiten documentar suficientemente esta tarea pastoral a la que dedicó muchas horas durante los cuatro años en que fue capellán de esta institución.

Las damas apostólicas o las señoritas auxiliares que llevaban más de cerca esta labor con los enfermos pasaban puntualmente al capellán avisos para atender a los que requerían sus servicios. A menudo utilizaban las hojas impresas previstas para este fin, pero a veces consignaban los datos en papeles de cualquier tipo. Muchas de estas hojas han llegado hasta nosotros, aunque no todas las que recibió. Efectivamente, durante el primer año dedicado a esta actividad, iniciada en junio de 1927, el capellán guardó un buen número de ellas; pero, a partir de la primavera de 1928, dejó de hacerlo de modo habitual por lo que desde entonces sólo se conservan unos pocos avisos más, el último de los cuales lleva fecha de septiembre de 1931.

Aproximadamente la mitad de los documentos archivados están datados. Para situar los demás dentro de la cronología que establecen con exactitud los que están fechados, hemos recurrido a criterios caligráficos y formales (textura del papel, tipos de imprenta, días de la semana en que solía hacerse entrega de estos avisos y recados, repetición de nombres, etc.) que nos han permitido catalogarlos con cierta probabilidad.

Julio González-Simancas y Lacasa