Seido Language Institute

“La herencia de Mons. Escrivá de Balaguer”, escrito por Luis Ignacio Seco.

Pocas horas antes de que el Señor lo llamase a su lado, Mons. Escrivá de Balaguer estuvo reunido con un grupo de universitarias de la Obra, de varias nacionalidades. En aquella tertulia, que sería la última de su vida, se dirigió a Michito, una chica japonesa, con estas palabras:

«Dios Nuestro Señor te ha dado, con el Bautismo, el sentido de la Iglesia. Reza por los de tu tierra, porque es un pueblo muy grande, para que conozcan a Jesucristo, y le amen y le sirvan. Ya sabéis que ahora tus hermanas de Japón están preparando un colegio en Nagasaki. Hay que rezar para que las dificultades desaparezcan, para que puedan comenzar cuanto antes a trabajar allí...»

Hacía diecisiete años que el Fundador del Opus Dei había enviado a un pequeño grupo de personas a comenzar la labor apostólica en Japón. El primer objetivo de aquellos miembros de la Obra era ponerse en contacto con la sociedad japonesa, conocer a la gente, hacer amistades. Hallaron una oportunidad en el vertiginoso desarrollo económica y cultural que se había iniciado después de la guerra mundial. Los japoneses sentían vivamente la necesidad de dominar alguna lengua occidental, principalmente el inglés.

De ahí nació Seido Language Institute o Seido Gaikokugo Kenkyusho, como se dice en japonés, que fue la primera labor apostólica del Opus Dei en aquel país.

Seido está en Ashiya, una pequeña ciudad situada entre los dos enormes núcleos urbanos de Osaka y Kobe, que con más de quince ciudades satélites, albergan a casi ocho millones de habitantes y unas veinte universidades.

El primer local de Seido fue una casa típicamente japonesa: estructura de madera, suelos de tatami y puertas corredizas de madera y papel decorado. Esa sede fue pronto insuficiente y, en 1962, la enseñanza de idiomas era trasladada a un edificio más adecuado, que también quedaría pequeño poco más de diez años después.

Dios bendecía la oración y el sacrificio. Personas de toda condición se acercaban a la fe cristiana desde muy lejos. El primer japonés de la Obra –y que más tarde sería sacerdote– se había convertido a la fe en Seido, atraído en un principio por los valores humanos que allí encontró. El Señor le daría la fe y la vocación al Opus Dei.

En 1973, junto a la Escuela de Idiomas se estableció el Seido Cultural Center, con actividades directamente apostólicas: clases de introducción a la Sagrada Escritura –la Biblia en el Japón es un best seller–; retiros espirituales a los que también asisten los no católicos; clases de catecismo, atención sacerdotal...

Simultáneamente se han creada otros centros semejantes, dando lugar al Seido System Schools, que además provee de material didáctico para la enseñanza de idiomas a más de cincuenta centros universitarios.

Sin duda alguna, la seriedad profesional y técnica con que se desarrollan las actividades de Seido influyen en gran medida sobre estos resultados. No se trata de una isla occidental en un mundo oriental, sino de algo que responde a las necesidades concretas de una sociedad. Por eso, aunque los profesores de inglés, italiano, francés, español y alemán –los idiomas que se imparten– proceden de esos países, Seido es un foco japonés de irradiación cultural que ofrece en la vida diaria un testimonio evidente del trabajo bien hecho –cualidad muy apreciada por los nipones– y de unos horizontes de comunicación que ponen de relieve los puntos clave de la verdadera convivencia universal. Y son precisamente los japoneses del Opus Dei los más empeñados en la multiplicación de este tipo de labores en su país.

...Ahora ya se ha visto realizado el deseo que el Fundador del Opus Dei expresaba a aquella hija suya japonesa en su última tertulia. En octubre de 1975 se inauguraba el Centro Nagasaki Seido y, en 1978, comenzó a funcionar un colegio femenino,concretamente aquel al qué se refería Mons. Escrivá de Balaguer en la mañana del 26 de junio de 1975.