Los libros que leía san Josemaría

Casi 2.500 volúmenes componen la biblioteca que san Josemaría utilizó con frecuencia a lo largo de su vida. Obras de espiritualidad, tratados de teología, ensayos y algo de literatura, entre otros, componen esta biblioteca de trabajo que ahora ha sido analizada.

Foto: Ismael Martínez Sánchez

Jesús Gil Sáenz (Logroño, 1976), sacerdote, ha defendido recientemente una tesis doctoral en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz acerca de la biblioteca de trabajo de san Josemaría en Roma.

¿Cómo surgió la idea de realizar esta investigación?

En los últimos años se han promovido muchos estudios teológicos e históricos sobre san Josemaría. Se me ocurrió contribuir a ese desarrollo tratando de identificar sus lecturas teológicas y espirituales. Buscando las fuentes para esa tarea, caímos en la cuenta de que nadie había explorado antes la profundidad de esa biblioteca.

¿Dónde se conservan los libros?

En los mismos lugares donde san Josemaría los fue colocando a partir de 1953, distribuidos en tres estancias de Villa Tevere –la sede central del Opus Dei en Roma– donde desempeñaba su quehacer habitual: un cuarto de trabajo y un oratorio anejos a su dormitorio, y el despacho del ahora beato Álvaro del Portillo, donde solía trabajar varias horas al día.

¿Está intacta esa biblioteca?

Hasta cierto punto. Esas habitaciones fueron ocupadas más tarde por el beato Álvaro, que no cambió las colecciones, y hoy las utilizan el Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría y el vicario general, Mons. Fernando Ocáriz, quienes me han confirmado que no han añadido ni quitado libros. El orden de los volúmenes ha variado un poco, pero en la sustancia sigue respondiendo al modo en que san Josemaría los había dejado.

¿De qué tipo de biblioteca estamos hablando?

Se trata de una colección de casi dos mil quinientos volúmenes. La mayoría están editados en castellano; en menor medida, en latín, italiano y francés; y excepcionalmente, en otras lenguas como portugués, alemán, inglés, catalán e incluso croata. No faltan publicaciones de cierto valor, de los siglos XV, XVI y XVII, por ejemplo.

¿Por qué la ha llamado biblioteca de trabajo?

Porque he hallado coherencia entre las materias de los ejemplares reunidos, el entorno de trabajo donde el fundador del Opus Dei los colocó, y el tipo de labor que desempeñó. En la biblioteca abundan los libros de temática religiosa: sobre espiritualidad, ascética y mística; ensayos inspirados en el humanismo cristiano; ediciones y comentarios de la Sagrada Escritura; manuales y tratados de teología, historia del cristianismo, derecho canónico, liturgia y filosofía; escritos de Padres, Doctores de la Iglesia, y santos y santas; enseñanzas del magisterio; libros devocionales, más recopilaciones de meditaciones o sermones; catecismos, apologías y explicaciones de la doctrina... También hay obras de consulta –enciclopedias, diccionarios y gramáticas–, y algo de literatura.

¿Qué relación existe entre la biblioteca de san Josemaría y sus lecturas? ¿Consultó esos dos mil quinientos libros?

Según el testimonio de Mons. Javier Echevarría, el fundador del Opus Dei utilizó y leyó muchos o casi todos los libros que dispuso en su entorno de trabajo, en esas ediciones o en otras. En algunos casos (292 ejemplares), este uso ha quedado evidenciado con glosas, subrayados o páginas señaladas con papeles. 281 obras están cerradas, es decir, sin abrir los pliegos: aunque san Josemaría pudo conocerlas a través de copias que se conserven en otras bibliotecas –y en muchos casos así habría hecho–, es seguro que esos 281 volúmenes no los consultó él ni nadie más. Es decir, la biblioteca aporta una muestra representativa de las lecturas y los intereses de san Josemaría, pero no puede decirse con certeza que leyera todo lo que allí se encuentra.

¿Algún otro hallazgo?

Uno con el que disfruté mucho tiene que ver con una foto datada en marzo de 1940. Ha sido publicada en algunas biografías del fundador del Opus Dei. Corresponde a su cuarto en la Residencia de Jenner, y en la imagen se aprecia una estantería repleta de libros. Pues bien, cotejando los lomos de los libros encuadernados en cartoné con los volúmenes que se conservan en Villa Tevere, he identificado 59 títulos.

En la tesis dedico bastante espacio a relatar la historia de la biblioteca. En pocas palabras, casi todos los libros que san Josemaría reunió antes de 1936 los habría perdido durante la guerra civil española. A partir de 1938, primero en Burgos y más tarde en Madrid, comenzó a recuperar títulos y a obtener otros nuevos, de forma que en marzo de 1940, según se aprecia en la foto de Jenner, la biblioteca dispondría de más de doscientos. La colección siguió creciendo con los años. En 1953, calculo que trasladó a Roma más de mil volúmenes. Y en la Ciudad Eterna siguió aumentando el número de publicaciones.

¿Cómo los conseguía?

Algunos fueron comprados, tanto nuevos como de segunda mano, y otros regalados. No faltan ejemplares dedicados por sus autores.

¿Le ha sorprendido el amor a los libros del fundador del Opus Dei?

Solo hasta cierto punto. De una parte, es conocida la importancia que san Josemaría daba a la lectura espiritual, que practicó y recomendó siempre. De otra, las biografías y estudios sobre el fundador del Opus Dei nos presentan a un hombre de oración, de profundo trato con Dios, y también a un hombre de acción, que promovió incontables iniciativas en servicio de las almas. Aunque también se aprecie en esos trabajos, en mi investigación he querido detenerme más en su faceta intelectual, que incluye la afición a la lectura y el interés por reunir libros.

¿Cómo contribuirá esta investigación a otras que se realicen en el futuro?

Una de las fuentes principales que he manejado es el catálogo de la colección, con la particularidad de que se trata de un recurso que fui creando yo mismo. Cuando propusimos en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz la biblioteca de san Josemaría como objeto de estudio, éramos conscientes de que partíamos casi de cero: nos hallábamos ante un conjunto de libros reunidos en Villa Tevere por el fundador del Opus Dei, pero sin que nadie los hubiera identificado ni inventariado. Esta dificultad, sin embargo, ofreció la ventaja de manejar los ejemplares mismos, y supuestamente en la misma ubicación elegida por san Josemaría. Puesto que el catálogo es una herramienta única, estoy estudiando cómo ponerlo a disposición de otros investigadores, a través del Istituto Storico San Josemaría Escrivá.

Antes de trasladarse a Roma para completar sus estudios teológicos, trabajó en el campo de la comunicación. ¿Le ha servido esa formación anterior?

Obtuve la licenciatura en Publicidad en la Universidad de Navarra (1998), aunque después orienté mi carrera profesional hacia el periodismo, primero como diseñador en Diario de Burgos (1998-2000) y después como director de arte de La Voz de Galicia (2000-2005). Estas circunstancias me sirvieron, al principio de la investigación, para realizar entrevistas a varias personas que podían ofrecer alguna pista sobre las lecturas de san Josemaría; y ya al final, para elaborar los gráficos de las estancias de Villa Tevere donde se conserva la biblioteca.