“Mi hogar, el diseño más importante”

María Auxiliadora de León, supernumeraria del Opus Dei, cuenta algunas de sus experiencias con ocasión del recibimiento del premio regional “Manuel Mujica Millán”, mención trayectoria profesional, que el Colegio de Arquitectos de Mérida otorga por primera vez a una mujer.

María Auxiliadora de León —apodada por sus amigos Saloa— es originaria de Mérida (Venezuela). Casada desde hace 35 años, tiene cuatro hijos y dos nietos. Además de este “currículo” en apariencia nada extraordinario, Saloa es una arquitecto que cuenta en su haber numerosos diseños en su ciudad natal.

En el mes de julio de 2007 recibió el premio regional “Manuel Mujica Millán”, mención trayectoria profesional, que por primera vez, desde su creación en el año 2000, el Colegio de Arquitectos de la “Ciudad de los Caballeros” otorga a una mujer. 

El premio

El galardón lleva el nombre del arquitecto Manuel Mujica Millán quien definió con su obra lo que es la imagen —identidad urbanística— del casco histórico de la ciudad de Mérida y con razón decía “El Arquitecto debe sentir, conocer, palpar en una palabra, ambientarse con la Región. Yo me guío por el ambiente, tradición y cultura de los pueblos”.

Saloa obtiene este reconocimiento al cumplir 37 años de vida profesional. En su discurso de agradecimiento tras recibir el premio, se refirió a “este trabajo creativo al servicio del hombre, que adecuándose a sus necesidades, debe ser realizado con la mayor perfección y competencia profesional, contribuyendo a ordenar las realidades temporales, e integrándose a la obra prodigiosa de la creación”.

—¿Cómo ha sido posible compaginar ambas actividades: el hogar y la arquitectura?

En mis 35 años de casada he desarrollado mi profesión de arquitecto en el sector privado, al mismo tiempo que mi “profesión” de mujer y madre; el hogar y mi familia han sido siempre el punto central de mi dedicación, mi diseño más importante. 

Mi esposo, mis hijos y yo tenemos una empresa de construcción. En mi casa diseño los trabajos y los entrego a la empresa, esto me facilita poder atender el hogar. Acudo una vez a la semana a la constructora para almorzar con mi esposo y con los empleados de la empresa; ésta es una buena ocasión para compartir con ellos, saber de sus familias, tratarlos de modo más personal.

De una conversación oportuna dependen tantas cosas para que una persona encuentre el sentido a su vida que, ¿cómo no voy a sacar el tiempo? Si no lo tengo, Dios me ayuda a encontrarlo

—¿No se te han presentado conflictos entre ambas actividades? ¿Cómo los resuelves?

Cuando he encontrado algún punto de conflicto no he dudado en decidirme por mi hogar: allí nadie me puede sustituir como esposa y como madre; sin embargo –gracias a Dios- todas las situaciones se han superado ágilmente.

Además, desde que conocí el Opus Dei, con las enseñanzas de su Fundador, San Josemaría, he aprendido a aspirar más alto aún en mi vida, tanto en el plano espiritual como en el humano en mi rol de esposa y madre. Por eso pienso que se me ha hecho más fácil dedicarme a ambos campos de mi actividad, teniendo un hilo conductor que las une: el amor a Dios y a los demás. 

—¿Eres del Opus Dei? 

Sí, hace más de 11 años que soy de la Obra. Cuando la conocí me sentí atraída por su espiritualidad, pero pensé que eso no era para mí porque no tendría tiempo: me daba cuenta de que el Opus Dei, como decía San Josemaría, es una gran catequesis y hay que tener tiempo para formarse…

—¿Y con tantas actividades familiares y sociales, eso no complicó más tu vida?

Como te decía, pensaba que no tendría tiempo para participar en actividades formativas. Además, estaba convencida que mi esposo no consentiría en esa ausencia del hogar, aunque fuera por un par de días. Cuando llegó el momento de comentarle a mi esposo la inquietud que sentía, que no podría asistir a esas actividades anuales necesarias para la formación de los miembros de la Prelatura, me preguntó sorprendido que por qué pensaba así, pues él no tenía ningún inconveniente en que lo hiciera, si yo lo deseaba. 

Entonces me decidí a ser supernumeraria a la par que rezaba a San Josemaría para que mi esposo también se sintiera atraído por la Obra. Un tiempo después, él también pidió la admisión en la Obra como supernumerario. En lugar de complicarme la vida, pienso que me ha sido más fácil llegar a todo. Precisamente cuando hay más cosas que hacer uno se esfuerza en ordenarse mejor y rinde más el tiempo.

En algunos momentos se me hace más arduo, pero la devoción que tengo a la Virgen y al Fundador del Opus Dei me hace salir airosa de muchas situaciones; por ejemplo, a veces estamos en la finca o en mi casa y debo atender el almuerzo a muchas personas, entonces le pido auxilio a la Virgen y a San Josemaría y eso me ayuda a  llegar a la hora indicada a la Misa o a mi rato de oración.

—¿Y el apostolado? ¿Tienes tiempo para eso?

Al comienzo me pregunté cómo iba a hacer apostolado si soy algo tímida y reservada. A medida que he profundizado en la doctrina cristiana con el estudio y la oración es que he caído en cuenta de la importancia de dar a conocer a Jesucristo, no sólo con el ejemplo sino también con la palabra, con la amistad, interviniendo en situaciones coyunturales para la sociedad.

Ahora comprendo la necesidad de sacar un tiempo para irme a tomar un café con una amiga, asistir con ella a un medio de formación, aunque yo haya asistido al mío… De una conversación oportuna dependen tantas cosas para que una persona encuentre el sentido a su vida, que ¿cómo no voy a sacar el tiempo? Si no lo tengo, Dios me ayuda a encontrarlo y gracias a Él, tengo el apoyo de mi marido.

—¿Cómo haces apostolado?

En primer lugar lo hago en mi casa, con mis hijos, nueras y yernos, con mis nietos que aún son pequeñitos, con la empleada, y con el resto de mi familia. Gustosamente me quedo con mis nietos para que mi nuera pueda asistir a sus medios de formación en un centro de la Obra. Ella, que es odontólogo, también trabaja, hace postgrado y atiende su hogar. Mi hija asistió a la Canonización de San Josemaría en Roma sólo por tres días, no tenía más tiempo por razones de estudio, pero no quería dejar de asistir por lo que esa ceremonia suponía para ella y para toda la Iglesia, aunque ir a Europa supone un esfuerzo de tiempo y de dinero.