Los Alvira: Diez ideas de un matrimonio maravillosamente normal

Rafael Alvira, hijo de Tomás Alvira y Paquita Domínguez, matrimonio cuya causa de canonización está en marcha, ofreció un testimonio personal sobre sus padres, en la sede del PAD-Universidad de Piura. Los Alvira eran –en palabras de Rafael- un matrimonio maravillosamente normal.

Vida del matrimonio Alvira, relatos, documentación y mucho más

1. Mis padres supieron tener ilusiones hasta el final de sus vidas. Tener ilusiones es tener proyectos. Conforme pasan los años las personas ganamos en experiencia, pero eso no debe quitarnos la ilusión.

2. Hay dos virtudes que destaco en mis padres. Su grandeza de ánimo y su serenidad, que supieron aplicar sabiendo unificar las diferentes dimensiones de su vida, sin hacer nada espectacular. Eso que parecía tan fácil, no es tan fácil. Lo más difícil que hay, es hacer fácil el fin. Por ejemplo, los cuadros de Velásquez, parecen de fotógrafo, pero revisten su complejidad. Igual las piezas de música de Mozart, son muy buenas, pero detrás de esa simplicidad hay un gran trabajo.

3. Una amiga de una de mis hermanas le contó que sentía envidia de mis padres, pues los veía por la calle y veía que se seguían queriendo como cuando eran novios. Mis padres –con los años– tenían la misma ilusión de cuando se casaron, pero se querían más que cuando se casaron.

4. La capacidad de atención. Ser capaces de atender significa mucho. Por ejemplo, me abrían la puerta de la calle los dos. Mi madre nos daba un beso a cada uno de sus hijos cuando llegábamos a casa. Lo veíamos como algo normal.

5. Mis padres eran unos convencidos de que el principal factor de la educación es el ambiente y que la mejor pedagogía que hay es la indirecta. Influía mucho el buen ejemplo que nos daban. Así es como nos transmitieron la fe. Por ejemplo asistían con devoción a la Santa Misa. No acudían allí teatralmente.

6. Lo más importante de esa pedagogía que ponían en práctica mis padres es que ellos vivían lo que pensaban. Ellos te ganaban por el afecto, se sacrificaban sin decirlo para ayudarte y tenían un ánimo que contagiaba.

7. Ambos consiguieron que sus hijos nos quisiéramos mucho entre nosotros como hermanos. Hecho que hasta ahora vivimos entre nosotros. Tengo un hermano y seis hermanas.

8. Ellos sabían tener corazón. Tener corazón no es tan fácil. Un corazón verdadero implica una unidad de pensamiento, inteligencia y voluntad. A mi padre le costaba mucho corregir a un hijo, pero se daba cuenta de que si no lo hacía, nos ocasionaba un daño. Lo hacía sin ofender. Para querer de verdad, hay que tener corazón. Y lo mismo ocurría con sus alumnos, ellos notaban que Tomás los quería. Ellos se sentían queridos y eran agradecidos.

9. Mis padres tenían muchas familias amigas. Y nos fueron metiendo en esas familias. Invitaban mucho a mi casa a las amistades que nosotros teníamos. Conocían a todos nuestros amigos. Los metían en casa y en el ambiente. No basta que los padres críen bien a sus hijos, es necesario que cuiden las amistades que tienen los hijos. De lo contrario, la buena educación que ellos nos pueden dar, se puede arruinar por las malas amistades de los hijos.

10. Mis padres siempre respetaron nuestra libertad. Nunca nos empujaron a tomar una u otra decisión. Por ejemplo, en casa mis padres rezaban el rosario todos los días. Pero jamás nos obligaron a rezarlo. Lo rezaban con espíritu atento. A nosotros nos invitaban a sumarnos pero jamás nos lo impuso y ni siquiera insistía.