​Un proyecto de casa inesperado

En marzo-abril de 2017, tenía ya hechos mis propósitos para vivir durante la Cuaresma... Sin embargo, el día antes del Miércoles de Ceniza, cambiaron.

Un contratista amigo nuestro estaba sin trabajo y preguntó a mi marido si necesitábamos algo. Aunque no teníamos nada planeado, mi marido inmediatamente dijo que sí para ayudarle. Yo tenía propósitos relacionados con el orden, el trabajar bien y el ser alegre en las pequeñas cosas.

Pedí ayuda a Dora. Conocía algo de su vida: era experta en la gestión de proyectos de construcción de muchas residencias de estudiantes

Así fue como, para nuestra sorpresa, tuvimos la oportunidad de hacer algunas reparaciones muy necesarias en dos baños y en la cocina, construida en 1978. ¿Por qué no se trataba de buenas noticias? Bueno, el proyecto implicaba mucha limpieza y tomar decisiones, como qué cosas conservar. Esto a mí me resulta muy difícil. Además, mi marido es un coleccionista serio y nunca tiene suficiente espacio para todas sus cosas. Realmente no veía el modo de dejar las habitaciones vacías para que los obreros pudieran trabajar. Por sugerencia de una amiga, pedí ayuda a Dora. Conocía algo de su vida: era experta en la gestión de proyectos de construcción de muchas residencias de estudiantes; había pasado horas enseñando a otros cómo cuidar bien las cosas y cómo trabajar eficientemente por amor a Dios.

La idea de pedirle ayuda a ella fue la solución que necesitaba. Cada vez que debía enfrentarme con el no tener ni idea de cómo clasificar las cosas, o encontrar lugares apropiados para guardarlas, me volvía hacia Dora y, casi al instante, se me ocurría la solución. Después de varias veces de acudir a ella, me volví más pacífica y hubo una gran diferencia en el ambiente de nuestra casa.

Dora nos ayudó de otras maneras también. Después de que algunas de las reparaciones estuvieran hechas, el contratista amigo nuestro consiguió, de repente, el trabajo que había estado buscando. Dejó la ciudad de inmediato, pero, antes de irse, pidió a uno de sus contratistas que se hiciera cargo del proyecto de nuestra cocina.

Dora estuvo allí ayudándome a ser pacífica, a trabajar con mi marido con paciencia y a anticiparme a lo que podía hacer para ayudar con el proyecto, para que los hombres pudieran hacer su trabajo más fácilmente.

El contratista, tenía sólo el mes de abril disponible y dijo que era el tiempo suficiente para renovar la cocina. Nos estaba haciendo un gran favor, ya que sus otros proyectos eran generalmente de muy alto nivel. Un nuevo techo, nueva iluminación, nueva fontanería, la restauración de un viejo electrodoméstico y reparaciones difíciles en las paredes y en los armarios fueron realizados a tiempo, con una mano de obra extremadamente buena.

Durante ese mes, los obreros disfrutaron con este pequeño trabajo; nos decían que esta cocina era "retro". Creo que, nuevamente, Dora estuvo allí ayudándome a ser pacífica, a trabajar con mi marido con paciencia y a anticiparme a lo que podía hacer para ayudar con el proyecto, para que los hombres pudieran hacer su trabajo más fácilmente. A finales de abril, al dar las gracias a los obreros por sus esfuerzos, les di a cada uno la estampa con la oración al beato Álvaro del Portillo, y les hablé un poco del Opus Dei, de encontrar a Nuestro Señor en su trabajo y de cómo había estado yo realmente pidiendo la intercesión de Dora. Se fueron sonriendo, reconociendo la gracia de Nuestro Señor, creo, al haber logrado que este inesperado proyecto se completara en tiempo récord.

L. S.