Hoy se cumplen 20 años desde aquel día en que la tierra recibió un nuevo intercesor: el santo de lo ordinario, como lo llamó San Juan Pablo II; o el santo de la puerta de al lado, como diría hoy el Papa Francisco.

Esos días de octubre del 2002, las calles de Roma se inundaron con peregrinos de los cinco continentes. Sin embargo, aunque miles estuvieron presentes en la Plaza de San Pedro, son muchos más los que no pudieron acudir o incluso los que todavía no conocían a este nuevo santo o ni siquiera habían nacido para la fecha.

Es decir, los que se quedaron tuvieron que aguardar a que los viajeros regresaran para escuchar cómo les había ido y esperar varias semanas para ver las primeras fotos reveladas. Y los que no habían nacido… ya ni saben que esas fotos existen.

Por eso, hoy queremos aprovechar la cercanía de las redes sociales para viajar en el tiempo y pedirles a los que fueron protagonistas de la Canonización de San Josemaría que nos echen su cuento…

Se duplicaron las ventas y pudimos viajar…

Diana trabajaba en una agencia de viajes en la que, si lograba vender 20 pasajes a otros grupos que también quisieran ir a la Canonización, ella se ganaba su boleto para ir a Roma. Gracias a la intercesión de San Josemaría, Diana superó la meta, logrando vender casi el doble y su esposo, Gastón, pudo acompañarla a la Canonización. 

En la parte 2 del video, ambos nos cuentan sus vivencias de esos días tan especiales y un detalle único que les marcó.

Tuve la suerte de trabajar por hacer realidad un sueño…

Verónica, vivía en Roma el mismo año de la Canonización y tuvo la suerte de formar parte del equipo promotor de Harambee Africa International, una ONG creada con motivo de la Canonización de San Josemaría, para ayudar a personas menos favorecidas en ese continente.

Bajo el título "Be to Care" (ser para cuidar), y con motivo del 20mo aniversario, este año crearon un espacio para la reflexión y de diálogo sobre las posibles respuestas a los retos sociales de nuestro tiempo. 

Verónica aprovecha para contarnos la aventura que supuso gestionar una tienda de recuerdos destinada a obtener recursos para esta ONG.

A mis 10 años ya pude sentir un profundo amor al Papa.

Juan Domingo apenas tenía 10 años cuando fue con su familia a la Canonización de san Josemaría. Muchos recuerdos se le quedaron grabados y le han acompañado hasta hoy, como la gran cantidad de personas que asistieron a la Plaza de San Pedro y el ambiente cercano, alegre y familiar que le rodeaba… Pero, 20 años después, lo que recuerda más vivamente es el amor al Papa que se le contagió y reforzó por un cruce de miradas.