La “indignación” por tener un hijo del Opus Dei

Una madre de familia numerosa se indigna cuando su hijo le cuenta que se hizo del Opus Dei. Todo lo que ella creía que era obra suya –y buena razón tendría- pensó que era obra del Opus Dei. Con los años sería ella quien pediría la admisión. Hoy, a los 85 años, recuerda todo con una gran alegría y se arrepiente del tiempo perdido.

Se me ha pedido que escriba sobre mi primer encuentro con el Opus Dei. Mis recuerdos son un tanto imprecisos. ¡Ha pasado tanto tiempo! Podría ser el año 1967 o 1968. Martín, mi hijo, se había hecho del Opus Dei, yo no lo sabía y me invitó a conocer una casa de Bulevar Artigas. Esto sí lo recuerdo bien. Era una tarde de primavera, de cielo azul despejado, intenso, radiante. La cita fue a las l5 horas. Llamé a Iará, me atendió Martín, me presentó a un joven muy formal y me dejó con él. Era Juan Pablo Bueno, uno de los primeros miembros del Opus Dei en Uruguay.

Me mostró algunas habitaciones, subí o bajé escaleras, visité el oratorio, donde encontré a varios jóvenes muy quietos. A decir verdad no sabía qué estaban haciendo. Luego me llevó a una sala, me habló de Martín, lo que allí le inculcaban: seriedad en el trabajo, aprovechamiento del tiempo, responsabilidad, hacer bien las cosas.

Debo hacer un paréntesis: Martín era mi orgullo porque de todos mis hijos era el que mejor respondía a lo que siempre les había inculcado. A medida que transcurría la conversación empezó a crecer en mi interior una gran indignación. Todo eso que me había dado tanto trabajo no era obra mía, si no del Opus Dei. Ese sentimiento me cerró completamente el corazón. ¡Qué tonta fui!

Me sentí oprimida, sentí un verdadero malestar. Cuando salí de esa casa y me encontré con el sol y la alegría, respiré.

Todo eso que me había dado tanto trabajo no era obra mía, sino del Opus Dei. Ese sentimiento me cerró completamente el corazón

A mi hijo Martín no le hice el menor comentario. Ahora pienso con qué ilusión me llevó hasta allí y yo lo decepcioné. Es que yo no sabía nada de nada.

Pasó el tiempo, una amiga empezó a invitarme a los retiros en Solano, una casa de la Obra para mujeres. Siempre me negué, aunque antes del suceso con Martín había ido a unas charlas, con un grupo pequeño de señoras, y me había sentido muy a gusto.

Empecé a conocer, comprender y amar el espíritu del Opus Dei. Y aquí estoy, tratando de recuperar tanto tiempo perdido

Un buen día le dije que sí, de vergüenza, ya que seis o siete veces me había negado. Desde entonces, no dejé nunca de asistir a los retiros. Empecé a conocer, comprender y amar el espíritu del Opus Dei.

Y aquí estoy tratando de recuperar tanto tiempo perdido ya que recién pedí la admisión en la Obra el 20 de Octubre de 1976.

Con el tiempo, Martín se fue a vivir a Roma y terminó ordenándose sacerdote en el año 1973. Volvió a Montevideo, trabajó sacerdotalmente una temporada en Buenos Aires, hasta que recién iniciada la década de 1980 se trasladó a Puerto Rico, donde sigue viviendo. Con sus cartas, me mantiene al tanto de la labor allí y me hace sentirlo muy cercano.

Ester Majó de Llambías, ama de casa // Libro "San Josemaría y los uruguayos", año 2002