La educación cambia vidas

Una periodista del diario El Observador, recorrió el Centro Educativo Los Pinos, una obra corporativa del Opus Dei en Uruguay, y luego entrevistó a algunos de sus egresados para ver en persona los resultados de esta experiencia educativa en medio de un barrio lleno de carencias.

Diego Pechi

A las 7 en punto, a veces un poco antes, suena el despertador. Diego Pechi, de 21 años, lo apaga y se levanta al instante. Si pierde el ómnibus de las 8 llegará tarde al trabajo. Y la puntualidad es algo que toma muy en serio. El recorrido desde el corazón de Casavalle, barrio de viviendas precarias de bloque, chapa y cartón, al Parque Tecnológico del Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU), en Carrasco, le lleva más de una hora. "Pensé que toda la vida me iba a quedar allá", dijo sonriente. Diego todavía no dejó el barrio pero sabe que, si se sigue esforzando, podrá hacerlo en un tiempo. Al fin y al cabo, muchas cosas han cambiado desde enero de 2010.

En esa fecha comenzó a trabajar en De Larrobla & Asociados, una empresa de software con presencia internacional. Fue seleccionado entre los 15 participantes del curso de Analista Genexus que brindó en 2009 gracias a un convenio que la empresa firmó con Los Pinos, un centro educativo (...) ubicado en San Martín entre Domingo Arena y la vía. Todo empezó con una promesa del empresario Mariano de Larrobla durante una edición de las Olimpíadas de Matemática que organiza Los Pinos, centro educativo (...), desde 2006: "Acá hay gente que va a hacer programas de computación" (ver recuadro). Por fin se materializaba el sueño de Diego.

Sin embargo, Casavalle no es un barrio rico en oportunidades. La pobreza alcanza al 62% de sus habitantes, unas 40 mil personas, y tres de cada cuatro niños son pobres. En el resto de los barrios montevideanos el índice es del 30%, según datos del Ministerio de Desarrollo Social (Mides). A los adultos les afecta una tasa de desempleo del 10% y, en comparación con el resto de los trabajadores del departamento, perciben la mitad de ingresos per cápita.

Si la escasez de oportunidades fuese un indicador, el de Casavalle sería uno alto. Por lo que Diego, como tantos otros, necesitan un envión.

De la pobreza a la oportunidad

Los Pinos ofrece dos cursos de capacitación laboral: operador industrial y analista Genexus en convenio con el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop). Este año asisten 43 jóvenes al primero y 14 al segundo, pero ya egresaron más de 300. "Tenemos dos ofertas de trabajo por cada egresado", señaló el director del centro educativo Pablo Bartol.

Grandes empresas como American Chemical, Stiler, De Larrobla & Asociados y Artech, entre otras, incorporaron a varios de los alumnos, sin caer en la estigmatización que lleva a muchos jóvenes a mentir en su dirección a la hora de presentarse por un empleo.

Se trata de 400 horas de capacitación en seis meses durante las que adquieren habilidades para el trabajo. "Su entorno los ha convencido de que no pueden, de que ellos no sirven para nada. Acá cambiamos el ´no es para vos´ por el sí se puede", contó Bartol.

Si bien los programas fueron ideados para recibir a los vecinos de Casavalle, hoy participan chicos de barrios más alejados y otros enviados por otras instituciones. Cuatro de los alumnos actuales fueron derivados por la Junta Nacional de Drogas (JND). El año pasado concurrieron dos reclusos con permiso de salida. A uno le concedieron la libertad en octubre y fue contratado por una metalúrgica. "Al otro todavía no le dieron la libertad pero sabe que, cuando se la den, hay un trabajo esperándolo", afirmó Bartol.

Los aspirantes a operador industrial deben tener primaria completa y los futuros informáticos deben acreditar que cursan o que aprobaron 6º de liceo.

"Tenemos dos ofertas de trabajo por cada egresado"

Todos son sometidos a una prueba de admisión, no solo de conocimientos, sino también de persistencia y compromiso. "Vemos cuántas ganas tienen de salir efectivamente adelante", agregó el educador. Ambos cursos son gratuitos y se cubre el almuerzo y el transporte. Además, se complementan con un entrenamiento de dos semanas en la empresa que los selecciona.

Actualmente, de los egresados de las dos ediciones del curso de analista Genexus, nueve trabajan en De Larrobla & Asociados, cinco en Artech, uno en Tecsys y uno es ahora el profesor de informática de Los Pinos.

En De Larrobla & Asociados entran con una pasantía de seis meses y luego se les ofrece un contrato de trabajo por un año, renovable. A juicio de Joel Genolet, director de capacitación de De Larrobla & Asociados, la renovación está asegurada. "Hemos encontrado personas de muy buen nivel que han logrado superarse a base de esfuerzo", manifestó. Algunos de los chicos de Los Pinos -tres cursan actualmente carreras universitarias y ese es el objetivo de Diego para el año próximo- han ido a negociar con clientes en Argentina, Chile y Panamá. Además, la empresa ofrece cursos internos de formación continua.

Asimismo, De Larrobla & Asociados tiene un proyecto similar en Guichón, ciudad de Paysandú, que nació como respuesta a la falta de personal calificado en 2008 y a la preocupación de la comunidad por el índice de jóvenes que no trabajan ni estudian. "Como empresa no buscamos resolver los problemas sociales pero la consecuencia es esa. No damos capacitación sin responsabilizarnos de darle una oportunidad laboral real", expresó.

En el caso de Diego, el empleo llegó justo después de la muerte de su abuela, quien colaboraba con los gastos de la casa. Ahora vive solo con su madre pero puede mantener a ambos. Con sus ahorros pudo comprarse una computadora y amueblar la casa. "Pude comprarme una cama decente. Nunca había tenido una", relató.

El matemático

Adrián Calero

Cada vez que le preguntaban qué quería ser de grande, Adrián Calero, de 19 años, contestaba que ingeniero. Pero, lamentablemente, muy pocos ingenieros nacen y se crían en Casavalle. Allí el 80% de los niños crece en un clima familiar de bajo nivel educativo.

Por eso Adrián precisó una ayuda extra. A los 13 años comenzó a ir a Los Pinos por las tardes para hacer los deberes. Resultó que era bueno en matemática. Hasta ganó una medalla de bronce en una olimpíada latinoamericana. Su desempeño le valió una beca de excelencia para cursar bachillerato en el liceo Elbio Fernández.

"Me siento muy orgulloso. Sé que puedo triunfar en la vida"

La Facultad de Ingeniería estaba, entonces, a un solo paso. Pero el comienzo fue duro. El trabajo que aceptó en McDonald´s para costearse los estudios le insumía mucho tiempo. Por intermedio de Los Pinos, la empresa constructora Stiler -donde había trabajado su abuelo y su tío abuelo- conoció su caso y le ofrecieron una pasantía part-time. "Soy ayudante del gerente de desarrollo de negocios. Ellos quieren que yo estudie y me reciba", expresó a El Observador. En consecuencia, sus notas mejoraron y está haciendo currículo. "Me siento muy orgulloso. Sé que puedo triunfar en la vida", comentó.

Adrián transmite su convencimiento a todo aquel que pregunte y, de vez en cuando, visita Los Pinos para hablar con los niños que quieren seguir su camino. Para el director del centro educativo es fundamental que los buenos ejemplos de Casavalle vuelvan al barrio "para seguir cambiándolo" desde adentro y que no se trate de una mera "exportación" de los más destacados.

El ascenso

El dínamo que mueve a Wilson Barreto se llama Candela y tiene dos años. "Cuando uno tiene un hijo le quiere dar más de lo que tuvo. Por eso voy para delante", contó a El Observador. Muchas veces le dijeron que no podía y él se encarga de demostrar lo contrario. Al igual que aquellos chiquilines que se reían de Diego porque su madre no lo dejaba juntarse con ellos en la esquina.

Wilson espera que pronto lo asciendan a encargado de sección en American Chemical, donde trabaja hace seis años sin chistar cuando le toca trabajar en el turno nocturno o los fines de semana. Así pudo comprarse la moto, luego la casa -volvió a elegir Casavalle porque dice que está "más lindo" y "más tranquilo"- y ahora va por el auto. Lo cuenta orgulloso pero todavía insatisfecho.

Llegó a American Chemical con un diploma de operador industrial expedido por Los Pinos. En 2005 había perdido la posibilidad de ingresar a la UTU por un problema de salud. Hasta ese entonces, a los 20 años, intercalaba el liceo nocturno con un trabajo en un supermercado. Tiene 4º año aprobado.

"Mi vieja se enteró del curso. Me motivó la posibilidad laboral futura. En ese entonces me ofrecieron trabajo en otro supermercado en el que me iban a pagar el 50% más pero no iba a poder estudiar. Fue una de esas decisiones que uno tiene que tomar", apuntó. Wilson siente que no se equivocó. Ya es encargado de sección interino y el ascenso está cerca. Para él, la lección es sencilla, aunque el camino no lo haya sido: "La educación y la responsabilidad es lo que te lleva a progresar". Se lo dice a su hermano menor, a los otros chicos del barrio, lo ve cuando mes a mes le hace una mejora a la casa, lo ve en la sonrisa de Candela.

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Larga lista de espera para apoyo escolar en Los Pinos

Pablo Bartol, director de los Pinos

El programa de apoyo escolar del centro educativo Los Pinos es altamente demandado por las familias del barrio. Tanto así que hay 200 niños en lista de espera y 200 niños y adolescentes que concurren todas las tardes para hacer los deberes, recibir clases de informática y practicar deportes.Al principio, por finales de la década de 1990, solo iban 26. El director de Los Pinos, Pablo Bartol, reclama más apoyo del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) para incrementar la matrícula. El proyecto estrella de Los Pinos son las Olimpíadas de Matemática de Casavalle. La primera edición, la de 2006, tuvo la asistencia de ocho escuelas del barrio y solo 186 niños. En 2011, y con el financiamiento de la Agencia Nacional de Investigación e innovación (ANII), participaron 12.012 niños de los 4º, 5º y 6º años de 79 escuelas de Montevideo. Varios chicos de Los Pinos han subido al podio, tras haber competido con los alumnos de los mejores colegios de la ciudad. Muchos fueron seleccionados para becas totales en el liceo Elbio Fernández. "En los niños hay un cambio de cabeza muy grande", manifestó Bartol a El Observador. Puso como ejemplo a un chico que fue becado por la Alianza Cultural Uruguay-EEUU para conocer ese país. Ahora está en averiguaciones para ir a estudiar allá el bachillerato y conseguir una beca para la universidad. Y nació y se crió en Casavalle.

María de los Ángeles Orfila // El Observador – 25/9/2011