Siete favores, que yo recuerde…

Quiero contar nuestra experiencia y nuestra infinita gratitud y devoción a don Álvaro. Lo conocimos hace seis años estando en una situación económica muy mala, ya que teníamos cuatro negocios y los perdimos en poco tiempo por reiterados que nos dejaron sin un peso y con muchas deudas.

Mi esposo y yo buscábamos trabajo, argentinos, pero al ser personas de 49 y 55 años no era una tarea fácil. A través de unos amigos conseguimos la dirección de una señora que tiempo atrás buscaba caseros para sus cabañas y nos dispusimos a ir a verla.

Antes de salir nos llamó una amiga, le conté y me dijo que prendería una vela a don Álvaro y rezaría por nosotros. Yo nunca había oído hablar de don Álvaro, así que no presté mucha atención a lo que me dijo. Por esas cosas de Dios y la intervención de don Álvaro ‒no dudo un segundo que fue así‒ ese día volvimos a casa con trabajo para los dos, un empleo que conservamos durante seis años y gracias al cual pudimos recomponer nuestra situación económica. Hoy mi esposo está jubilado. Los trámites fueron fáciles gracias a don Álvaro.

Después del favor recibido, le pedimos trabajo a don Álvaro para nuestro hijo, que solo conseguía empleos inestables, mal pagados y sin beneficios sociales

Hace seis años, después del favor recibido, le pedimos trabajo a don Álvaro para nuestro hijo, que solo conseguía empleos inestables, mal pagados y sin beneficios sociales. En poco tiempo nos llamó un amigo preguntándonos si conocíamos a alguien que quisiera trabajar en su empresa. Nuestro hijo estuvo a prueba durante tres meses hasta que se quedó como fijo. Se casó y ahora tiene un buen trabajo y está formando una hermosa familia.

Otro día una amiga nos comentaba que su hijo estaba desempleado mientras esperaba a su primer descendiente. Le hablé de don Álvaro y de los favores recibidos. Con mucho interés, me pidió que le anotara el nombre en una servilleta de papel. Un par de meses después me llamó para contarme que su hijo ya estaba trabajando en una importante empresa y que estaba muy agradecida a don Álvaro.

Al verme tan eufórica, mi cuñada me preguntó qué me pasaba y le hablé de don Álvaro, a quien ella, que estaba a punto de perder su trabajo, se ha aferrado para pedirle ayuda

Hay más. Hace pocos meses atrás uno de nuestros yernos se quedó sin trabajo. Por supuesto, recurrimos a don Álvaro de inmediato. Tres meses después lo llamaron de tres lugares distintos. Ahora ejerce un empleo muy cómodo y a gusto.

Este mismo yerno es preparador físico y hace unos días tuvo un accidente. Parecía que se había fracturado el tobillo. Él estaba muy contrariado porque la lesión le limitaría mucho en su trabajo. Mientras iban a la clínica yo fui con la estampita que tengo de don Álvaro, le prendí una velita y rezando le pedía por favor que sanara esa fractura. Al rato nos llamaron diciendo que solo era una torcedura con su correspondiente inflamación. No podía contener mi emoción y gratitud. Al verme tan eufórica, mi cuñada me preguntó qué me pasaba y le hablé de don Álvaro, a quien ella, que estaba a punto de perder su trabajo, se ha aferrado para pedirle ayuda.

Como mi otra hija, que ve que peligra su continuidad en el trabajo actual. Ojalá nuestro testimonio sirva para la causa de canonización de don Álvaro y que muchas personas más se animen a confiar en él.

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