Dios salió antes a mi encuentro

Mariely Rodríguez, salvadoreña de 27 años nos cuenta su historia de cómo conoció el Opus Dei en Chile y luego en la Fundación Siramá de El Salvador y cómo le ha ayudado a su encuentro con Dios.

Soy Mariely Rodríguez, tengo 27 años, trabajo en Fundación Siramá, la cual desde 1970 acompaña a mujeres salvadoreñas para que, mediante una formación integral, que comprende tres componentes, técnico, empresarial y humano, puedan mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias. Estoy a cargo del área de Construcción de Paz, espacio donde coordinamos la formación humana y el acompañamiento, una a una, de todas las mujeres que llegan a la fundación.

En el año 2018, viajé a Chile para hacer un intercambio en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Allí coincidí con Chabe, pariente cercana de la familia con quien me alojaba. Recuerdo que al conocerla intercambiamos algunas palabras y, al terminar, me invitó a su casa, lo cual me pareció un gesto muy bonito de su parte.

ME SENTÍ MUY BIEN RECIBIDA EN EL CENTRO DEL OPUS DEI EN CHILE

A las pocas semanas me encontraba de camino a su casa sin saber que era un centro del Opus Dei. Recuerdo haberme sentido muy acogida por todas las personas que vivían allí; me saludaban con tanta alegría y cariño, que me sorprendía, pues era la primera vez que nos veíamos. Chabe me mostró algunos espacios de la casa y, entre ellos, estaba el oratorio, una pequeña capilla, donde había un sagrario bellísimo. Todo aquello me parecía un regalo del Cielo.

Mariely en el Campus San Joaquín de la Pontificia Universidad Católica de Chile

Hablando con ella, fui entendiendo poco a poco qué es el Opus Dei y cómo las personas pueden encontrar su vocación en este camino, desde diferentes circunstancias. También me contó sobre las actividades que hacían en el centro, y entonces empecé a llegar con cierta frecuencia. Me tocó pasar las fiestas navideñas en Chile y, por eso, me invitaron a celebrar con ellas, lo cual fue muy especial, pues me hicieron sentirme como en casa.

Me gustó mucho coincidir con personas del Opus Dei de mi edad, que tenían la misma ilusión de crecer en todos los aspectos de la vida. Por lo que, desde entonces, tuve la inquietud y el deseo de continuar en contacto con la Obra al regresar a mi país. Escribí a la página web del Opus Dei en El Salvador, para informarme y seguir llegando a un centro. Al recibir la respuesta, vi que los días y horarios que me proponían no me quedaban bien, así que decidí dejarlo en pausa y ver si más adelante se daba la oportunidad, la cual Dios tenía ya preparada.

A las pocas semanas, me contactaron en LinkedIn, desde la Fundación Siramá, consultándome si estaba interesada en participar en un proyecto de voluntariado para la asesoría personalizada a las alumnas de los distintos programas de capacitación que se imparten allí. Este tipo de iniciativas siempre me han apasionado y, además, debía encontrar un proyecto para completar las horas de servicio social exigidas por mi universidad, por lo que me puse en contacto de inmediato para iniciar con el proceso.

AHORA QUE HA PASADO EL TIEMPO, ME LLENO DE ALEGRÍA AL DARME CUENTA DE CÓMO DIOS NOS VA CONDUCIENDO POR EL CAMINO QUE HA PENSADO PARA NOSOTROS, Y EN EL QUE SEREMOS MUY FELICES.

No tenía ni idea de que Siramá es una obra corporativa del Opus Dei, me di cuenta una vez que comencé con mi servicio social, lo cual me impactó mucho y me llevó a preguntarle a Dios: ¿Qué quieres de mí?, porque yo había dejado pasar el tiempo, para intentar acercarme de nuevo a la Obra, pero entonces me di cuenta de que Él había salido antes a mi encuentro. Ahora que ha pasado el tiempo, me lleno de alegría al darme cuenta de cómo Dios nos va conduciendo por el camino que ha pensado para nosotros, y en el que seremos muy felices.

Mariely en la Fundación Siramá con alumnas del curso de Panadería.

También, me enteré de que Silvia, la directora de la fundación, es miembro del Opus Dei, así que un día me acerqué y le dije que quería ser del Opus Dei. Comencé a participar con frecuencia en los medios de formación y, poco tiempo después, hice un Curso de retiro, que me permitió discernir qué es lo que Dios quería para mí. Me parece tan sorprendente el mensaje de San Josemaría de buscar la santidad en medio de las actividades cotidianas, con alegría, naturalidad y entrega, me conduce a sentir la llamada de Dios como un eco de amor y esperanza, que resuena cada momento en mi corazón, algo que estoy totalmente dispuesta a vivir para siempre.