Primera Misa Solemne del Padre Roberto Hernani

El próximo miércoles 27 de diciembre a las 6 de la tarde, el padre Roberto Hernani Gómez, celebrará su Primera Misa Solemne en la Iglesia Santa Marta (Plaza España 105, Cercado de Arequipa).

Luego de algunos meses de su ordenación sacerdotal, el Padre Roberto arriba al Perú, y nos comparte algunas reflexiones para el tiempo de Navidad.

¿Qué sugerencia puede dar usted a los cristianos para hacer vida la invitación del Papa Francisco a una Iglesia en salida?

El mensaje es claro, hemos de tener siempre un corazón misericordioso que sepa acoger a todos, sin dejar de decir la verdad o lo que está mal para corregirlo, pero siempre misericordioso.

El Papa Francisco nos anima constantemente a ser una Iglesia que acoja a todos, sin excepciones. Y nosotros somos esa Iglesia, tú y yo; y, en consecuencia, esa llamada es para cada uno de nosotros, que debemos seguir en todo momento el ejemplo de Cristo, tal como lo hizo con aquella mujer adúltera cuando fue llevada por unos escribas y fariseos y la pusieron delante del Señor. “Maestro, le dijeron, esta mujer ha sido sorprendida en fragante adulterio, Moisés en la ley nos mandó lapidar a mujeres así, ¿Tú que dices?” (Jn 8, 4-5). Conocemos muy bien la escena. Jesús no la condena, y dirigiéndose a los acusadores les dice: “el que de ustedes esté sin pecado que tire la primera piedra” (Jn 8, 7). Todos se fueron porque todos somos pecadores. Pero, al mismo tiempo, le dice a la mujer: “Tampoco yo te condeno, vete y en adelante no peques más“ (Jn 8, 11). El mensaje es claro, hemos de tener siempre un corazón misericordioso que sepa acoger a todos, sin dejar de decir la verdad o lo que está mal para corregirlo, pero siempre misericordioso.

Decía Benedicto XVI que el cristianismo es un encuentro con una persona, Jesucristo, aunque a veces lo reducimos a reglas, dogmas o moralismo. ¿Cómo los cristianos podemos ayudar a revertir eso?

Las normas, dogmas, etc. son importantes porque nos ayudan a no perder el camino, pero no son fines, son medios que vivimos para mantener ese amor encendido y, cuando uno se enamora de verdad, las convertimos en una necesidad que nace de lo más profundo de nuestro ser, porque hemos encontrado el amor de Cristo.

San Agustín, el gran maestro de la interioridad, nos muestra el camino, fomentar el deseo de Dios en nuestro corazón. San Josemaría Escrivá nos lo dice de otra forma: “que busques a Cristo, que encuentres a Cristo, que ames a Cristo”. Allí está la clave, descubrir el Amor de Dios. Es Él quien nos Ama primero, y nos toca a nosotros luchar para corresponder ese Amor infinito también con amor. Un amor que no es sólo sentimiento, un amor que involucra todo nuestro ser y nuestro actuar. Las normas, dogmas, etc. son importantes porque nos ayudan a no perder el camino, pero no son fines, son medios que vivimos para mantener ese amor encendido y, cuando uno se enamora de verdad, las convertimos en una necesidad que nace de lo más profundo de nuestro ser, porque hemos encontrado el amor de Cristo.

¿Cómo se puede aprovechar el tiempo de Navidad para profundizar más en el misterio de nuestra salvación?

Leamos el Evangelio, procurando meternos en las escenas como si fuésemos un personaje más. En estos días, Dios se nos muestra desprendido de todo, va a nacer allí, en un pesebre, junto a un buey y una mula, ¡qué gran lección de humildad! Pero no falta lo más importante, el amor de María y San José, y nosotros nos escondemos por allí, quizá detrás de la mula a contemplar también al Niño.

Que bien nos viene este tiempo de Navidad para descubrir en la inocencia del Niño Jesús el Amor Misericordioso de Dios Padre.

Es Dios que se ha hecho hombre para salvarnos del pecado, Dios Niño que con su alegría y sencillez nos conmueve y nos llama a tomarlo en brazos, y besarlo y decirle que le queremos. Recuerda que la santidad está allí, en esa lucha continua y constante por ser cada día mejores hijos de Dios, cultivando esa amistad profunda, propia de una relación de Padre a hijo, de hijo al Padre. Que bien nos viene este tiempo de Navidad para descubrir en la inocencia del Niño Jesús el Amor Misericordioso de Dios Padre.

El nacimiento de Jesús no estuvo exento de dolor para la Sagrada Familia: el viaje a Belén, no encontrar lugar donde alojarse, el frío, el odio de Herodes, tener que huir a Egipto. ¿Qué consejo usted daría en esta Navidad a las personas que han perdido a un ser querido?

No es fácil dar un consejo en una situación de dolor tan fuerte como es la pérdida de un ser querido. Dependerá mucho de las circunstancias concretas en las que se ha producido. Pero si algo he de decir, repito una palabras muy sencillas en latín “omnia in bonum”, todo es para bien, y si Dios permite este gran dolor es para recordamos que no hay amor sin dolor. Y fue por Amor a los hombres que Dios mismo se hizo hombre para dar su vida por cada uno nosotros muriendo en una Cruz. El dolor es un misterio que toca a cada corazón entender con fe, esperanza y caridad. Pero no olvidemos algo que es muy importante, no llevaremos nunca esa cruz solos, si se la ofrecemos al Señor, es Él quien la lleva para que encontremos consuelo, paz y alegría en nuestros corazones.

Carlos Alfonso Enríquez