Monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei

El Vicario Regional del Opus Dei en el Perú, Padre Emilio Arizmendi Echecopar recuerda al Prelado del Opus Dei, Monseñor Javier Echevarría en el siguiente artículo.

El fallecimiento de Mons. Javier Echevarría Rodríguez (1932-2016) en Roma el pasado 12 de diciembre ha sido informado por la prensa en todo el mundo. En esta nota quiero destacar que visitó el Perú en tres ocasiones.

La primera, acompañando al Fundador del Opus Dei, hoy san Josemaría Escrivá de Balaguer, y al también hoy Beato, Mons. Álvaro del Portillo, en 1974. En esa oportunidad, se trataba de facilitar el apostolado con miles de personas que san Josemaría realizó en Lima, Chosica y Cañete. Las películas que se filmaron de los encuentros que san Josemaría tuvo con grupos tan diversos de personas testimonia la gran acogida de ese esfuerzo evangelizador.

Ya como segundo sucesor de san Josemaría Escrivá, a la muerte de Mons. Álvaro del Portillo, que fue su primer sucesor, vino al Perú en 1996 y en 2010. Estuvo en Lima, Chiclayo, Cañete y Piura, en esta última ciudad visitando el campus de la Universidad de Piura, de la que era Gran Canciller. Su sencillez y cariño se ganaron de inmediato la simpatía y respeto de todos cuantos le trataron y escucharon en el Perú, como había ocurrido en tantos países de los cinco continentes.

Desde 1950 hasta hace unos días vivió en Roma, lo que le dio la oportunidad de conocer a varios Papas: Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, los tres últimos siendo ya prelado del Opus Dei. Aprendió de san Josemaría a amar al Papa como Vicario de Cristo en la Tierra, y secundarle en la tarea universal de predicar el Evangelio. En el último año, supo insistir en la importancia de secundar la convocatoria de Francisco en el Año de la Misericordia, para hacer cada vez más grata la imagen de Cristo en la tierra.

En mis años de estudios eclesiásticos en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma pude ver con frecuencia a Mons. Echevarría. Soy testigo de su fidelidad al espíritu del fundador, de su insistencia por recordar que todos estamos llamados a una vocación cristiana de santidad, identificándonos con Cristo en las cosas ordinarias de cada día: la familia, el trabajo, el cumplimiento de nuestros deberes ciudadanos, la caridad para con todos. Cuando he viajado como Vicario Regional en el Perú para encontrarme con él en Roma, he recogido su insistencia en vivir el apostolado del ejemplo, en la difusión de la doctrina cristiana, en el amor a la Iglesia y al Papa.

Algunos me han preguntado qué pasará ahora con el Opus Dei. Nada especial, todo seguirá igual, como cuando murió el fundador (1975) y su inmediato sucesor (1994).

El Vicario auxiliar de la prelatura del Opus Dei, Monseñor Fernando Ocáriz, convocará un Congreso Electivo, que elija al nuevo prelado. Así lo estipula el derecho particular de la Obra. La unidad de las mujeres y de los hombres del Opus Dei en los 69 países donde está presente fue una de las realizaciones más bonitas del carisma fundacional, y ha sido también una de las realidades más fructíferas apostólicamente.

Su santidad de vida deja una estela de paz y de alegría en todos quienes lo hemos sentido en todo momento como un padre, que se desvivía por llevar a sus hijos a la Casa del Padre, donde desde el doce de diciembre nos espera. La huella que ha dejado en la historia del Opus Dei –siguiendo los pasos de san Josemaría y el Beato Álvaro- es imborrable para quienes tenemos la responsabilidad de seguir sus pasos.