Antonio Lulli: testimonio en la vida cotidiana

El jueves 26 de octubre en la Parroquia san Josemaría de San Borja de la ciudad de Lima se celebrará una misa por el alma de Antonio Fernando Lulli Ávalos, a las ocho de la noche. Antonio fue el segundo supernumerario del Opus Dei en el Perú. Había conocido a la Obra en el trato con don Manuel Botas y don Antonio Torrella, en los comienzos de la labor en este país.

Estuvo casado durante 64 años con Elvira Delia Almenara de Lulli y fue padre de nueve hijos, 24 nietos y 4 bisnietos. Diplomático de carrera, fue destinado buena parte de su vida por la cancillería peruana a los Estados Unidos. Falleció en Rockville, Maryland, el 14 de octubre de 2017.

El embajador cultivó muchas amistades entre colegas, vecinos y personas de conocía a través de su trabajo diplomático. Destacó por su celo apostólico entre familiares y amigos y conocidos. Fue campeón de tenis en su juventud. Antonio y su esposa, Elvira, pertenecían al Opus Dei desde inicios de los años cincuenta. Ayudaron generosamente en los inicios de la labor en el Perú, y al trasladarse a Estados Unidos, colaboraron en la fundación de “The Heights”, colegio promovido por padres de familia con el apoyo de fieles del Opus Dei, ubicada en Potomac, MD.

Era simpático, optimista y positivo, desarrollando su vida de piedad en medio del clima diplomático, con naturalidad y sencillez. Ayudó a descubrir la vocación matrimonial a muchos cristianos que después solicitaron la admisión al Opus Dei como supernumerarios, entre ellos algunos de los primeros norteamericanos. En 1948, cuando tenía 26 años, en su primera misión diplomática en el extranjero, representó al Perú en la aprobación por las Naciones Unidas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Más tarde fue la persona más joven en alcanzar el rango de Embajador. Fue nombrado Director de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú. Caballero de la Soberana Orden de Malta, recibió la Gran Cruz de la Orden El Sol del Perú, la máxima distinción que da el Estado peruano a sus ciudadanos, por sus servicios prestados a la nación.

En 1974 cuando san Josemaría vino al Perú, Antonio viajó desde los Estados Unidos a Lima, para estar en las tertulias y reuniones familiares con el fundador del Opus Dei e intervino en alguna de ellas para saludarlo de parte de sus hijos de los Estados Unidos. Su hermano menor, Enrique, pidió la admisión como supernumerario del Opus Dei años después de él, gracias, entre otras cosas, al ejemplo de su hermano mayor.

Durante años se mantuvo en la Embajada del Perú en Washington, donde dejó el recuerdo de una vida incansablemente laboriosa al servicio de su país. Además, organizó exposiciones promoviendo el arte y la historia peruana, como la del oro precolombino en la National Gallery of Art, de las obras maestras coloniales de plata en Smithsonian Institution, y de arte popular en The Colección Phillips. Más adelante, se convirtió en funcionario internacional, y fue Director de la Oficina de Representación en el Perú de la Organización de Estados Americanos (OEA), procurando dar oportunidades educativas a los más desfavorecidos. Como buen hijo de san Josemaría, procuró santificar la familia y el trabajo en la vida ordinaria con alegría.