El sexto de mis hijos cumplió los 16 años y empezó la rebeldía espiritual. Si bien sé que la adolescencia es una etapa de interrogantes en todos los aspectos, etapa de crisis, que ayuda a crecer y madurar, también en la fe, me comenzó a preocupar cuando no sólo renegaba para asistir a la Santa Misa el domingo, sino que no quería acercarse al sacramento de la penitencia. Empecé a rezarle a don Álvaro por él para que lo ayudara a encontrar a Dios.
Después de unos meses, que además no fueron muchos, mi hijo se confesó y comulgó. Ahora no sólo asiste los domingos a Misa con nosotros sin protestar sino que, cuando se queda en la casa de algún amigo el fin de semana, ¡lo lleva también a él!
G.G. (Argentina)