“Hay pobres que realmente son ricos. Y al revés”
No lo olvides: aquel tiene más que necesita menos. -No te crees necesidades. (Camino, 630)
“Pide la verdadera humildad”
La humildad nace como fruto de conocer a Dios y de conocerse a sí mismo. (Forja, 184)
“Donde hay humildad hay sabiduría”
“Quia respexit humilitatem ancillae suae” –porque vio la bajeza de su esclava... ¡Cada día me persuado más de que la humildad auténtica es la base sobrenatural de todas las virtudes! Habla con Nuestra Señora, para que Ella nos adiestre a caminar por esa senda. (Surco, 289)
“Él es bueno... y Él te ama”
¿Penas?, ¿contradicciones por aquel suceso o el otro?... ¿No ves que lo quiere tu Padre-Dios..., y Él es bueno..., y Él te ama –¡a ti solo!– más que todas las madres juntas del mundo pueden amar a sus hijos? (Forja, 929)
“No rehusemos la obligación de vivir”
Te quedaste muy serio al escucharme: acepto la muerte cuando Él quiera, como Él quiera y donde Él quiera; y a la vez pienso que es “una comodidad” morir pronto, porque hemos de desear trabajar muchos años para Él y, por Él, en servicio de los demás. (Forja, 1039)
La anunciación del Señor
Cómo enamora la escena de la Anunciación. –María –¡cuántas veces lo hemos meditado!– está recogida en oración..., pone sus cinco sentidos y todas sus potencias al habla con Dios. En la oración conoce la Voluntad divina; y con la oración la hace vida de su vida: ¡no olvides el ejemplo de la Virgen! (Surco 481)
"Para ti, estudiar es una obligación grave"
Oras, te mortificas, trabajas en mil cosas de apostolado..., pero no estudias. -No sirves entonces si no cambias. El estudio, la formación profesional que sea, es obligación grave entre nosotros. (Camino, 334)
"¡Amemos la dirección espiritual!"
Abriste sinceramente el corazón a tu Director, hablando en la presencia de Dios..., y fue estupendo comprobar cómo tú solo ibas encontrando respuesta adecuada a tus intentos de evasión. ¡Amemos la dirección espiritual! (Surco, 152)
“Que no me apegue a nada”
Pide al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y a tu Madre, que te hagan conocerte y llorar por ese montón de cosas sucias que han pasado por ti, dejando –¡ay!– tanto poso...
“La corrección fraterna”
La práctica de la corrección fraterna –que tiene entraña evangélica– es una prueba de sobrenatural cariño y de confianza. Agradécela cuando la recibas, y no dejes de practicarla con quienes convives. (Forja, 566)