Tomás Alvira. De maestro a maestro

La innovación esencial de su pensamiento pedagógico es lo que denominó como “Aula viva”. Con motivo del día de San José de Calasanz (27 de noviembre), patrono de los maestros, recogemos algunas notas inspiradoras de su visión de la enseñanza.

Tomás Alvira en el Instituto Ramiro de Maeztu (Madrid)

Tomás Alvira (1906-1992), profesor en diversos colegios e institutos, doctor en Ciencias Químicas, Investigador del CSIC y Catedrático de Instituto en Ciencias Naturales, destacó como docente innovador en el panorama pedagógico del último tercio del siglo XX en España. Estaba casado con Paquita Domínguez, también maestra. Ambos eran fieles del Opus Dei y actualmente están en proceso de canonización.

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Veo el aula como la célula viva del colegio. La energía del colegio, no se produce en los despachos de los directivos, se produce en el aula, en cada aula. Pero sólo se producirá si ésta tiene vida:

1. Aula viva, productora de energía, es aquélla en la que profesor y alumnos se sienten personas, seres sociales, que han de tener, por eso, relación constante y han de estar unidos por lazos de afecto, de cariño; en la que cada uno ve al otro –no a sí mismo con penoso egoísmo–, para ayudarle y para crear lazos de auténtica amistad.

2. Aula viva es aquélla en la cual el profesor ve en los ojos de cada alumno un constante interrogante que pregunta todo y siente la obligación de contestarle, siempre con sentido de responsabilidad.

3. Aula viva es la que hace pensar a los alumnos, cultivando su personalidad, enreciándola, haciéndolos así más libres, porque libre es el que piensa por cuenta propia con la debida preparación y no repite inconscientemente lo que otros le dicen.

4. Aula viva es aquélla en la cual el profesor procura despertar en el alumno deseo de saber, de amar el saber, considerándolo como un bien en sí mismo. No podemos instar a los alumnos al estudio por el premio o por el castigo, ¡hay que lograr que sientan deseo de saber! Conseguir la alegría en el estudio es una de las metas más preciosas que un educador pueda marcarse. Debemos hacerles ver que el trabajo –el estudio es trabajo– tiene valor en sí mismo, no sólo en el premio que se pueda obtener por él. Hemos de acostumbrarlos a que sientan el gozo de esforzarse para alcanzar aquello que desean.

5. Aula viva es aquélla en la que el profesor enseña a sus alumnos a querer; sentimiento tan olvidado en la educación y que sin embargo es de importancia extraordinaria en la vida”.

6. Aula viva es la que trasciende y establece relaciones con Dios mismo con visión de eternidad. En este ambiente es donde, a diario, vamos conociendo mejor a cada alumno y, a la vez, vamos aprendiendo nosotros de los alumnos”.