Opus Dei

Un regalo de última hora que obligó a apretar las maletas; la nostalgia de las últimas horas en México, el agradecimiento a quienes le atendieron en esos días, una promesa cumplida y una canción interpretada por san Josemaría son algunos de los sucesos que marcan las últimas horas de san Josemaría en la tierra de Santa María de Guadalupe.

Todas las visitas acaban, excepto esta. San Josemaría llegó a México un 15 de mayo, y aunque tomaría el vuelo de regreso a Roma el 23 de junio, se quedó en cada uno de los corazones de sus hijos e hijas en América. Esta es una historia que aún no termina de escribirse y ahora, 50 años después, somos continuadores de la oración de san Josemaría por la Iglesia, la paz del mundo y el Opus Dei.

«Todos nos sentimos como si hubiésemos estado en el Paraíso por poco más de un mes»: así recuerda Eduardo Schmitter la visita de san Josemaría a México. A continuación, el relato de ese acontecimiento visto desde los ojos y perspectiva de un astrofísico.

Sobre la Residencia Universitaria Panamericana caía la lluvia, pero la voz de san Josemaría se alcanzaba a escuchar bien. ¿Su mensaje? La importancia de la confesión y del amor a la Virgen.

Desde mantener la esperanza hasta ir contra corriente, todo es más fácil cuando te tomas de la mano de la Virgen de Guadalupe.

Durante su estancia en Jaltepec, San Josemaría tuvo oportunidad de saludar a los obispos de la zona, conversar con sacerdotes y seminaristas y compartir con ellos unos ratos agradables. Un arzobispo aún lo recuerda pasados 50 años.

Tal vez conozcas la imagen de la Virgen de Guadalupe que tanto le gustó a san Josemaría en Jaltepec, pero... ¿Conoces la historia detrás del cuadro?

Era el cumpleaños de don Javier y el pastel tenía una forma muy curiosa. Además, antes de dar la bendición a las numerarias auxiliares, Rosalina tuvo la oportunidad de hablar brevemente con san Josemaría y enseñarle el pueblo de donde era.

Rezar el rosario en el monte, encima de un burro, cuidando al ganado... Don Simón sabe de estas cosas. Y si bien ya pasaron 50 años, recuerda perfectamente la tertulia que tuvo con san Josemaría.

Subir el cerro tuvo su recompensa: una tertulia inolvidable. Entre otras cosas, san Josemaría habló de la familia como el primer apostolado y de la urgencia de rezar por la Iglesia, porque "la Iglesia somos todos”.