Quince parejas contraen matrimonio gracias a labor en el Colegio Montefalco

El pasado mes de marzo se celebró un evento para poder casar por la Iglesia a más de quince parejas, todos padres de familia del Colegio Montefalco, con el fin de ayudar a todas aquellas familias a regularizar su situación ante la Iglesia. Entrevistamos a Claudia Mtanous directora del colegio y organizadora de esta labor para los padres de familia.

¿Por qué surgió la idea de celebrar estos matrimonios comunitarios en el Colegio Montefalco?

Durante el día a día en el Colegio, y mientras trabajaba con el Padre Ricardo Sada, notamos que muchas de las niñas de secundaria y bachillerato faltaban mucho a la misa dominical y no recibían por ende los sacramentos con regularidad. Haciendo un análisis profundo de la situación, nos dimos cuenta que muchos de los padres de familia no estaban casados por la Iglesia, por lo que no fomentaban entre sus hijas el recibir la comunión o la confesión con frecuencia, de ahí surgió la idea de celebrar una ceremonia de “matrimonios comunitarios” para los padres de nuestras alumnas. Esto podría ayudar a las familias a estar regularizadas al darles “un empujoncito”. Cabe mencionar que estas familias ya tenían un poco de preparación porque habían comenzado a tomar cursos de Escuela para Padres y otras pláticas que llevamos a cabo en el Colegio.

Con el fin de ayudar a los padres de familia del colegio, las directoras decidieron organizar una boda masiva para casar a quienes así lo quisieran.

¿Cómo fue que planearon y organizaron todo?

Primero lo platicamos con el Padre Severo, párroco de Jonacatepec a quien pertenece Montefalco, y le comentamos lo complicado que podría ser para algunas parejas tramitar la documentación y los permisos correspondientes a cada parroquia ya que viven en otros poblados y municipios. Para gran alegría nuestra, nos dijo que tanto él como su secretaria, se harían cargo de hacerlo a fin de que los “novios” pudieran casarse en Montefalco.

Después nos dimos a la tarea de checar los registros del colegio para contabilizar las parejas que aún no se habían casado por la Iglesia y hablamos con las hijas de éstas para explicarles lo que queríamos hacer y de cómo sería fundamental su participación y su entusiasmo. Posteriormente, por medio de ellas, se les hizo llegar una invitación personal para que asistieran al Colegio.

El día de la reunión llegaron varias parejas y les platicamos la propuesta que teníamos. Algunas quedaron fuera debido a que tenían algún impedimento para casarse. Las que no lo tenían dijeron que sí. Al final nos quedamos con diecisiete parejas muy entusiasmadas. Al verificar qué les hacía falta para poder celebrar el matrimonio, detectamos que algunos no estaban bautizados, o les faltaba la Confirmación, o bien aún no habían recibido la Primera Comunión. Para prepararlos lo mejor posible el padre Sada preparó clases donde habló de los sacramentos y yo preparé las clases de la parte humana del matrimonio.

¿Cómo se fue desarrollando todo a lo largo del periodo de preparación?

Se les pidió que escogieran a sus padrinos de velación, los padrinos de velación son quienes cuidarán del matrimonio a lo largo de todo su camino y aconsejarán a la pareja espiritual y humanamente. Empezamos esta aventura en octubre y terminamos el 2 de marzo. Durante este tiempo fue muy satisfactorio ser testigos del crecimiento en interés, conciencia y entusiasmo de las parejas, así como de la transformación que fueron teniendo y de cómo se fueron uniendo cada vez más.

Las numerarias auxiliares, llenas de cariño, nos prepararon unas mesas donde servíamos la botana o refrescos en cada sesión, y en la última reunión prepararon una mesa adornada con pétalos de rosas rojas y brindamos con vino espumoso en copas de cristal. Ese día también les entregamos a los novios una carta que les escribieron sus hijas en secreto, y donde les decían lo felices que estaban y lo mucho que los apoyaban en su decisión.

Al término de la preparación, celebramos un retiro de cuatro horas con los novios y los padrinos donde tocamos temas de interés, hicimos algunas dinámicas y tuvieron la oportunidad de platicar acerca de sus vidas, sus dificultades, y de lo felices y agradecidos que estaban con Dios de poder llegar finalmente al matrimonio. Al final cerramos con un muy emotivo brindis en donde todas las parejas se desearon felicidad y fidelidad eterna.

¿Cómo lograron conseguir el presupuesto para esta ceremonia?

Echamos mano de todo lo que teníamos al alcance para que quedara hermoso sin gastar mucho. Las maestras nos ayudaron arreglando las sillas y el pasillo, usamos flores “nube” para adornar el altar y las sillas de los novios. Los cojines de la cafetería se usaron como reclinatorios para las parejas. Con un rollo de tela blanca que teníamos guardado en la bodega, y con ayuda de una mamá y una maestra, se hicieron las fundas, así como unas tiras anchas que servirían de adorno para la espalda de las sillas de los novios.

Días antes decidimos cómo se colocarían las sillas para los novios, para los padrinos y las hijas, y verificamos también la logística para la Comunión. La posición del coro, la procesión de entrada del sacerdote con los novios, etc. El padre Ricardo Sada se puso de acuerdo con el padre Severo para concelebrar la misa y ver cómo iban a hacer sus promesas matrimoniales los novios, el padre Humberto se ofreció a ayudar ese día durante la misa para confesar a las personas que lo quisieran. Previamente, después de haberlo hablado con los novios, contratamos a un fotógrafo para que tomarán las fotos durante la misa.

A las once de la mañana llegaron los primeros invitados y novios. Las alumnas voluntarias los recibieron y pronto se llenó el espacio con toda la gente. Llegaron los padres de familia, se revisó que todo estuviera en orden, y la misa comenzó con la procesión de las diecisiete parejas, precedidas por el padre Severo y el padre Ricardo Sada. Tuvimos matrimonios de todas las edades, desde los muy jóvenes, hasta matrimonios mayores de 50 años, todos con sus historias particulares; unas muy conmovedoras, otras muy intensas.

Toda la misa transcurrió muy bien, solemne, feliz. Las hijas de los matrimonios hicieron las peticiones y llevaron la ofrenda. La parte donde se hacen las promesas fue muy emotiva. Cada sacerdote empezó en una esquina de la fila e iban casando a las parejas hacia el centro, se entregaron las arras, los anillos y el lazo. La comunión fue larga porque, gracias a Dios, mucha gente iba preparada para comulgar.

Al terminar la misa, las novias ofrecieron sus flores a la Virgen y, al son de la marcha nupcial, salieron de la explanada mientras las maestras aventaban pétalos de flores y se escuchaban muchos aplausos de fondo. A los tres sacerdotes los despedimos muy agradecidas por la ayuda, y al padre Severo le entregamos una despensa que habían donado los matrimonios para él. Para cerrar, los ahora esposos se quedaron un rato tomándose fotos y poco a poco se fueron.

¿Qué es lo que más te marcó de esta experiencia?

Hubo mucha gracia derramada ese día y después. Fue un gran ejemplo de vida para las hijas de éstos matrimonios que fueron testigos de cómo sus padres hacían las cosas como Dios lo manda. Ahora ya comulgan mucho más y no tienen pretexto para faltar a misa, y también sirvió de ejemplo para las maestras que no viven tan de cerca a los sacramentos.

Con este evento demostramos lo que podemos hacer para apoyar a las familias, para que sepan que estamos ahí para ellos, para ayudarlos a vivir su vida cristiana de la mejor manera posible y para ayudarlos a cumplir con el compromiso que adquieren de regularizar su situación cuando inscriben a sus hijas. Esto hace que se vea al Colegio Montefalco y a los papás como una gran familia donde, además de sus hijas, nos importan mucho ellos.