Desde Guatemala a Miami: un encuentro con Dios por medio de Zoom

Javier García Heinemann tiene 25 años, es ingeniero industrial, guatemalteco y actualmente vive en Miami. Durante el confinamiento un amigo lo invitó a participar en un medio de formación virtual en su país y descubrió las enseñanzas de san Josemaría sobre la santidad en la vida ordinaria gracias a la formación virtual.

Cuando me gradué del Colegio Americano de Guatemala, en el 2013, me trasladé a Indiana, Estados Unidos, con el propósito de estudiar una carrera universitaria. En ese entonces no tenía realmente una expectativa de qué iba a encontrar, sin embargo, puedo decir que llegué a encontrar un grupo de jóvenes muy unidos en la fe. Muy cerca del Campus Universitario estaba una Iglesia y se podía ver un ambiente de muchos estudiantes alrededor. Recuerdo que cuando era mi primer año en la universidad e iba caminando por esa área, sonaban las campanas a las horas de Misa y se podía observar bastantes estudiantes entrando y/o saliendo de la Iglesia. Soy una persona observadora y podría decir que a lo largo de los años pude ver constantemente a jóvenes saliendo y entrando, lo que despertó en mí una gran curiosidad y deseo de acercarme a Dios y así lo hice.

Deseaba profundizar más en mi fe y encontrar un camino para tratar a Dios más de cerca.

Actualmente trabajo para una empresa que se dedica al diseño de cocinas comerciales para restaurantes, hoteles y demás dentro de la industria de la hospitalidad. Empecé trabajando para esta misma empresa en Indianapolis y hace dos años me transfirieron a la oficina de Miami, en la cual me encuentro actualmente. Mi trabajo aquí implica apoyar en la coordinación y ejecución de proyectos. En Miami traté también de estar cerca de la Iglesia. Sin embargo, deseaba profundizar más en mi fe y encontrar un camino para tratar a Dios más de cerca.

La oportunidad llegó en abril del año pasado, cuando estábamos en pleno confinamiento por la pandemia y conocí formalmente el Opus Dei. José Escobar, un amigo del colegio en Guatemala, me invitó a un círculo de formación que se estaba impartiendo virtualmente a través de Zoom desde mi país y asistí, encontrándome también con otros amigos en el mismo grupo. Desde el primer día me impactó la idea que debemos buscar a Dios a través de nuestro trabajo bien hecho. Digo que conocí formalmente el Opus Dei así, porque recuerdo que en unas vacaciones durante la universidad estaba por Guatemala y conocí los libros de San Josemaría. El primer libro que leí fue Camino, un libro que me gustó muchísimo y fue un gran despertar para mi recorrido en la fe. Puedo decir que ahí comenzó mi trayectoria por el Opus Dei.

La Formación virtual durante la pandemia ha sido una bendición.

La formación virtual durante estos meses de pandemia ha sido una gran bendición. El poder unirme a los círculos de formación cada semana y a los retiros mensuales para profesionales jóvenes ha tenido un gran impacto positivo en mi formación de la fe. Me ha mantenido cerca de mis amigos con quienes participamos en los círculos, al igual que cada semana ir profundizando en distintos temas como la oración, la santificación del trabajo, las virtudes, etc.

Hace varios años, cuando era niño (7-9 años), tuve también contacto con el Opus Dei porque asistía a los cursos de vacaciones del Club Gurkhas. Recuerdo que fueron años muy alegres para mí. Conocí a muchos niños, hice muchos amigos, de los cuales actualmente aun lo seguimos siendo. Recuerdo que hacíamos actividades como construir unos carritos, jugar fútbol, escalar volcanes, entre otras. Una anécdota que tengo muy presente era que antes de entrar a saludar a mis amigos, pasábamos siempre a saludar a Jesús en el Oratorio.

Lo que más valoro del Opus Dei es su enseñanza que nos dice que podemos convertirnos en santos a través de lo ordinario

También, hace unos meses tuve la oportunidad de viajar a Guatemala a visitar a mi familia y conocer el Centro Universitario Balanyá, desde donde actualmente recibo mi formación virtual. Lo que más valoro del Opus Dei es su enseñanza que nos dice que podemos convertirnos en santos a través de lo ordinario. De lo ordinario siendo nuestro trabajo, nuestro tiempo en familia, nuestro noviazgo, nuestras responsabilidades cotidianas, etc. Valoro mucho esto porque me enseña que nuestro trabajo es un medio de santidad y algo que podemos ofrecer a Dios todos los días.

Javier con su familia el día de su graduación

Podría decir que la mejor experiencia que me ha dejado el mensaje del Opus Dei y de San Josemaría es saber que mi día a día en el trabajo tiene un propósito, y que, de ofrecérselo a Dios, podemos llegar a alcanzar la santidad. Otra experiencia que podría decir es el amor que San Josemaría nos enseña a tener a la Virgen María, poder rezarle y hablar con ella, dejarnos guiar completamente por Nuestra Madre.

Cuando somos jóvenes tendemos a tener muchas dudas de nuestra vida, de nuestra fe, de nosotros mismos, y considero que el Opus Dei y su formación me ha demostrado la importancia no solo de dejarse apoyar por un grupo de amigos, sino también tener un guía espiritual que te acompañe en tu crecimiento en la fe. Un guía que te ayude a responder esas preguntas que tenemos en lo más profundo.

Los Jóvenes no estamos solos, no estás solo ni sola. Dios nos espera con los brazos abiertos

Los jóvenes no estamos solos, no estás solo ni sola. Dios nos espera con brazos abiertos y el amor que Él nos tiene es inexplicable. Conforme vamos creciendo nos vamos dando cuenta que quizás tenemos muchas heridas en nuestro corazón, muchas veces no sabemos la raíz de ellas o inclusive buscamos formas para tratar de cicatrizarlas. Considero que la forma más segura de realmente curar estas heridas es correr hacia Él que nos espera con brazos abiertos y entregarnos a Él con toda la confianza que Él va a ser quien nos va guiar, nos va a escuchar, y nos va a llevar de la mano a través de la vida.