Volver a Dios con la ayuda de san Josemaría

San Josemaría es el instrumento del que se sigue sirviendo Dios para atraer a mucha gente. Algunos reciben la fe, otros comienzan a practicar una fe abandonada, y hay quienes dan un generoso vuelco a su relación con Dios. Tres favores ejemplifican los muchos que se reciben en www.josemariaescriva.info

Teníamos en la cabeza una misma idea

Este verano estuve unos días en la sierra, con mi familia. Fuimos a comer a un paraje en la montaña bastante poco conocido y que me pareció precioso, la grandiosidad del paisaje hacía que a uno se le ensanchase el corazón. Mientras comíamos estaba pensando en qué podría guardar como recuerdo de aquella excursión, entonces en ese mismo sitio vi una cosa que me llamó la atención: la imagen de un sacerdote con un texto ilegible. Parece que este lugar no era tan desconocido como yo pensaba. Aquello me impactó bastante, esa imagen irradiaba una paz que solo podría compararla con la del maravilloso paisaje de ese día.

Movido por la curiosidad fui al día siguiente a la iglesia del pueblo en el que nos alojábamos, me dirigí a un religioso y le enseñé lo que había encontrado. Él lo miró y se le escapó una sonrisa, empezó a buscar en sus ropas y sacó otra con la misma imagen en la que se leía "San Josemaría Escrivá, Fundador del Opus Dei". Entonces, en el pórtico de esa iglesia, habló conmigo largo rato, me habló de ese santo, de todo el bien que había visto hacer a través de su doctrina e intercesión. Lo que yo había encontrado era una estampa de san Josemaría, en japonés. Ese día asistí a Misa, por primera vez en muchos años. Después me quedé un rato pensativo, mirando la imagen de san Josemaría.

Al volver a mi casa fui a la peluquería y charlando con el peluquero salió a relucir mi hallazgo en la montaña, él me dijo que desde muchos años tenía el libro Camino en su casa y que recurría a él siempre que se encontraba algo alicaído. Pues bien, ese mismo día apareció mi mujer muy contenta con la misma estampa pero en castellano. Ella había indagado por su cuenta y le contó la misma historia a un sacerdote que se encontró en una parada de autobús, él le dio la estampa.

Una semana más tarde fuimos -con otros amigos- a Madrid a hacer turismo. Yo no soy muy aficionado al arte y al llegar a la Catedral de la Almudena me senté donde me pareció y dejé que los demás continuasen con el turismo. De frente tenía a varias personas que, en pie, permanecían en silencio ante una capilla. Me acerqué y vi que estaba dedicada a san Josemaría y que lo que esas personas hacían era recitar la oración de la estampa, cogí varias y ese mismo día adquirí Camino. Ahora tengo todos los escritos de san Josemaría en casa y mi mujer se ha comprado una medalla de san Josemaría que lleva siempre.

Lo más bonito es que ambos teníamos en la cabeza una misma idea, pero que no acabábamos de pronunciar: había llegado el momento de casarnos por la Iglesia, de bautizar a nuestros dos niños y de volver a practicar la fe.

Raul F. A., España

5 de septiembre de 2004

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Finalmente ha encontrado su camino

Escribo para agradecer a san Josemaría su intercesión y también para compartir con todo el mundo los favores que ha recibido de él una de mis mejores amigas de la universidad. Llevo tiempo rezando por su conversión a la fe católica. Hace seis años comenzó a recibir clases de catecismo pero después de unos meses dejó de venir porque, aunque tenía cariño por la fe, no estaba muy segura de querer ser católica.

Este año, como siempre, la invité a la misa en honor de san Josemaría. Durante la celebración yo encomendaba que la curara de una enfermedad muy dolorosa que padece. También le pedía que le hiciera ver que vale la pena formar parte de la Iglesia Católica. Después de la misa hablamos un poco y le di un folleto para que leyera.

Una semana después me llamó para decirme que realmente quería saber más sobre la fe católica y que, para empezar, quería leer biografías de católicos famosos. Me puse a pensar en los libros clásicos de Santa Teresa o de otros santos conocidos. Entonces, sin perder un segundo, me preguntó si le podía dejar un libro sobre san Josemaría Escrivá, porque después de ver su imagen sobre el folleto pensó que tenía algo especial. Accedí con alegría y le di la biografía breve editada con ocasión de la canonización.

Quince días después me llamó para decirme que había pasado una semana muy difícil debido al trabajo, y casi había caído en una depresión. Una noche empezó a llorar sin poder controlarse y se puso a rezar. Vió el libro que le había dejado, empezó a leerlo y, de repente, le invadió una gran paz y se sintió mucho mejor. Por casualidad, la página que abrió contaba un período en que san Josemaría pasó por unos momentos muy difíciles en su vida. Mi amiga sintió que él la había ayudado a sobrellevar sus problemas. Además, me contó que los dolores que sufre frecuentemente eran mucho más ligeros y los analgésicos, que antes no eran muy eficaces, ahora sí lo eran. Entonces le conté el favor que yo había pedido a san Josemaría.

Lo mejor de su historia es que finalmente ha encontrado su camino: la Iglesia Católica. Ahora sólo espera el momento oportuno para comenzar las clases de catecismo. Como ella misma dice: “desde que asistí a la misa de san Josemaría y vi su imagen, se han obrado muchos milagros.” Agradezco a Dios y a san Josemaría el favor y las maravillosas disposiciones de mi amiga.

Dayenne Sipaco, Macao, China

7 de agosto de 2004

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Descubrió su vocación religiosa

Tengo 23 años y soy estudiante universitario. Empecé a ir a un Centro del Opus Dei hace aproximadamente tres años. Allí me han facilitado medios de formación cristiana: charlas de doctrina católica, dirección espiritual, etc. En el Centro conocí a otro estudiante de mi edad que asistía a los mismos medios de formación que yo y nos hicimos muy amigos. Ambos retomamos (o mejor dicho, iniciamos) una vida de trato con Dios y descubrimos la importancia de los sacramentos, del trabajo ofrecido a Dios con rectitud de intención, de servir a todos por amor a Jesucristo.

El 6 de octubre de 2002 estuvimos en la Canonización de san Josemaría. A raíz de esta ceremonia (que fue muy emocionante), mi amigo comenzó a preguntarse qué querría Dios de él. Me contó que estaba dispuesto a corresponder a la llamada del Señor, tal y como le habían aconsejado en la dirección espiritual. Quedamos en que a partir de esa fecha rezaríamos a san Josemaría todos los días para que entendiese lo que Dios le estaba pidiendo.

Hace una semana este amigo mío ha ingresado en la Compañía de Jesús. Está muy agradecido a la Obra y a san Josemaría por haberle ayudado a descubrir su vocación al estado religioso.

Guillermo Salinas, España

21 de junio de 2004