Universitarios, renovadores de la civilización

El Papa celebró con universitarios de diversos países la VI Jornada Europea de los Universitarios y les urgió a tener deseos de renovar y enriquecer con su vida cristiana la civilización actual.

Durante el encuentro hubo conexiones vía satélite con universitarios de Nápoles (Italia); Bucarest (Rumania), Toledo (España); Aviñón (Francia); Minsk (Bielorrusia); Washington (EE.UU.); Ciudad del México (México); La Habana (Cuba); Aparecida (Brasil) y Loja (Ecuador).

Tras el rezo del Rosario, el Papa habló a los universitarios, especialmente a los de Europa y América, con estas palabras: "El cristianismo constituye un lazo fuerte y profundo entre el llamado viejo continente y el llamado "nuevo mundo". "Dios os llama a cooperar, junto con vuestros coetáneos de todo el mundo, para que la savia del Evangelio renueve la civilización de estos dos continentes y de toda la humanidad".

"Las grandes ciudades europeas y americanas son cada vez más cosmopolitas, pero con frecuencia les falta esta savia capaz de hacer que las diferencias no sean un motivo de división o de conflicto, sino más bien de enriquecimiento recíproco". "Queridos amigos: ¡sed discípulos y testigos del Evangelio, pues el Evangelio es la buena semilla del Reino de Dios, es decir, de la civilización del amor! ¡Sed constructores de paz y de unidad!". ÁNGELUS: LA CEGUERA DEL ORGULLO

En su mensaje dominical tras el rezo del ángelus, el Papa reflexionó sobre el Evangelio del día, en el que Jesucristo cura a un ciego de nacimiento. Frente a quienes veían en la ceguera un castigo causado por los pecados “Jesús no piensa en las culpas posibles sino en la voluntad de Dios que creó al ser humano para la vida”. “E inmediatamente entra en acción: con tierra y saliva hace fango y lo unta en los ojos del ciego. Este gesto alude a la creación del hombre que la Biblia narra con el símbolo de la tierra plasmada y animada por el soplo de Dios". "Curando al ser humano Jesús lleva a cabo una nueva creación. Pero esa curación suscita una discusión encendida porque Cristo lo hace durante el sábado, infringiendo según los fariseos el precepto festivo. Al final de la narración, Jesús y el ciego se encuentran "expulsados" por los fariseos: uno porque ha violado la ley y el otro porque, a pesar de la curación lleva todavía la marca de pecador de nacimiento". "Jesús revela al ciego curado que ha venido al mundo para dar un juicio, para separar a los ciegos curables de los que no se dejan curar porque creen que están sanos. Efectivamente en el ser humano es muy fuerte la tentación de construirse un sistema de seguridad ideológico, incluso la religión puede convertirse en elemento de este sistema, así como el ateísmo o el laicismo, pero haciendo así nuestro egoísmo nos vuelve ciegos". "¡Dejemos que nos cure Jesús, que puede y quiere darnos la luz de Dios!" -concluyó-. Confesemos nuestra ceguera, nuestra miopía y sobre todo lo que la Biblia llama el "gran pecado": el orgullo".