“San Josemaría da medios prácticos para encontrar a Dios”

Waldemar Dobrzyñski tuvo un divertido encuentro con el Opus Dei. No sabía que Dios le estaba empezando a mostrar una espiritualidad concreta en la que afanarse por la santidad. “En Josemaría Escrivá he encontrado los medios prácticos para llevar a cabo ese encuentro con Dios en la vida diaria”, dice. Incluimos su testimonio, tomado del folleto ‘La alegría de los hijos de Dios’.

Waldemar Dobrzyñski en su despacho de Varsovia.

Waldemar Dobrzyñski vive en Varsovia (Polonia). Es doctor en informática y profesor de la Politécnica de Varsovia. Su esposa Katarzyna es bióloga y espera el cuarto hijo. A continuación explica su encuentro con el Opus Dei y el camino de santidad que se le abre por delante:

“Al volver atrás con el pensamiento, llego a la conclusión de que las tres mejores cosas que me han sucedido en la vida son: mi mujer, mis hijos y mi encuentro con Josemaría Escrivá. Vivir mi vocación en el Opus Dei me ha llenado de una enorme felicidad y me ha dado la certeza de que la vida tiene un sentido.

Todo comenzó hace unos doce años. Asocio este encuentro con un suceso divertido. Estaba casado desde hacía apenas medio año. Durante unos días participaba con mi mujer en un curso para guías de montaña. Teníamos que buscar por el bosque, de noche, una serie de puntos señalados en el mapa. Para colmo, no cesaba de llover, por lo que acabamos calados hasta los huesos. Como es fácil suponer, después de diez horas en estas condiciones, al volver a casa sólo tenía ganas de dormir.

Sin embargo, por la mañana un amigo me llamó por teléfono y me invitó a un encuentro con un sacerdote del Opus Dei. La reunión tuvo lugar en la casa de otro amigo. La fortuna quiso que me tocara sentarme justamente enfrente de D. Stefan. A pesar de mis esfuerzos, no pude contener el sueño y los párpados se me caían, como si fueran de hierro. Supongo que verme así no debió de ser muy animante para un sacerdote lleno de celo apostólico que se traslada a un nuevo país y en su primera reunión, tiene delante a una persona que no cesa de bostezar y dar cabezadas.

Menos mal que los siguientes encuentros no fueron tan desafortunados y me permitieron, poco a poco, descubrir un estupendo panorama. Las enseñanzas de san Josemaría no supusieron una revolución vital, sino más bien una evolución, un proceso gradual. Roturar un surco, igual que construir una casa sobre roca, no es una tarea fácil, exige herramientas pesadas y mucha paciencia. Precisamente fueron las herramientas pesadas de los sacramentos, las normas de piedad y la dirección espiritual, así como la paciencia de quienes me ayudaban, lo que hizo posible que progresara en el levantamiento del edificio de mi vida espiritual.

Lo que más me ha impresionado de san Josemaría ha sido la normalidad de su enseñanza. Es vieja como el Evangelio y como el Evangelio nueva. Hasta ahora, la mayoría de las respuestas a mis búsquedas sobre la religión concluían con afirmaciones sobre lo que hay que hacer. En Josemaría Escrivá he encontrado los medios prácticos, el cómo llevar a cabo ese encuentro con Dios en la vida diaria".