Rusia: cebollas, patatas y mucha alegría

Gabriela Santa María es chilena e historiadora. En 2007 viajó a Moscú con las primeras mujeres del Opus Dei que empezaron la labor apostólica en Rusia, "un país de gente profundamente espiritual".

Gabriela con algunas amigas disfrutando del clima ruso.

Después de vivir siete años en Roma, donde se licenció en Teología y comenzó un doctorado en Historia de la Iglesia, Gabriela partió hacia Moscú. “Llegamos hace dos años, en septiembre", cuenta Gabriela. "No hacía mucho frío porque estaba terminando el verano y empezando el otoño. Encontramos un piso muy bonito y lo primero que hicimos fue instalar el oratorio". 

"Tenemos un living bastante amplio, donde empezamos las primeras actividades con algunas chicas que hemos conocido al asistir a clases de ruso, en la Universidad o a través de personas conocidas que habían vivido en Moscú. Vienen para charlar y ayudarnos con el idioma". 

Tertulias internacionales

"Poco a poco, la cocina se ha transformado en el punto de reunión y se han hecho famosas las comidas internacionales que preparábamos las recién llegadas (de Brasil, España, Chile, Austria y Francia) y las rusas, que aportaban sus platos típicos. Así hemos logrado grandes amigas y aprendido la cultura del país”.

Vestida para el frío como una rusa más.

"A pesar de haber vivido 70 años de comunismo, la gente es muy religiosa. Se nota que han sufrido mucho y por eso mismo son profundas y con sentido de lo trascendente: tienen una apertura total a que les hablen de Dios. Por eso, desde el principio hemos podido tener clases de formación cristiana y meditaciones (media hora de oración en el oratorio guiada por un sacerdote)". 

"Por otro lado, me ha sorprendido el alto nivel cultural de las chicas que vienen a recibir esa formación: tocan un instrumento, son grandes lectores, saben de filosofía. Por eso es fácil hablar de temas de fondo”.

Gaby confiesa que por una parte ha tenido mucha ayuda del Cielo, porque desde que llegó se sintió parte del lugar. También le ha ayudado el consejo de San Josemaría a los que partían a otros países a hacer el Opus Dei: ir a aprender

"Poco a poco uno se va haciendo a la comida, a la cultura, a los temas de conversación, a la ciudad, que es grande y bonita. El metro es una maravilla y si uno se pierde al principio, después se orienta sin problema”.

Cebollas en vez de patatas

'Poco a poco uno se va haciendo a la comida, a la cultura, a los temas de conversación, a la ciudad'.

Aunque algunas primeras fieles del Opus Dei en Rusia ya se han instalado profesionalmente, al principio, sólo se dedicaron a aprender el idioma, que no es fácil, porque tiene otra semántica y otra escritura: el cirílico. 

“Al principio comprábamos cebollas en vez de patatas. Al llegar a la casa, nos moríamos de la risa contando nuestras equivocaciones. Ya domino más o menos el ruso, pero se necesitan 3 años para hablarlo correctamente. Lo importante es lanzarse cuanto antes con el ruso para poderles hablar en su propio idioma, lo que valoran mucho”. 

Formación para fortalecer las familias rusas

También ha surgido la necesidad de trabajar en proyectos de ayuda a la familia “que está bastante desprotegida. Hemos organizado ya dos cursos de orientación familiar, uno en junio del año pasado y otro en enero de este año, en un Centro Cultural de la zona céntrica de Moscú. Llegaron muchos matrimonios". 

"A raíz del interés demostrado, pensamos ir creando grupos de orientación familiar entre los mismos moscovitas porque existe una carencia muy grande en temas como la educación de los hijos o las relaciones entre marido y mujer, y la gente agradece enormemente la ayuda que puedan recibir. Esperamos dar dos cursos sobre conciliación familiar y trabajo durante este año”.

Los proyectos más inmediatos son la búsqueda e instalación de un centro definitivo en Moscú y también viajar con más frecuencia a San Petersburgo.

Otros proyectos son la búsqueda e instalación de un centro definitivo en Moscú y también  viajar con más frecuencia a San Petersburgo para empezar allí algún medio de formación estable. Estos planes los han puesto en  manos de la Virgen de Fátima.

“Descubrir que se puede ser santo en la vida ordinaria -concluye Gabriela-, que se puede encontrar a Dios en las cosas corrientes, en las actividades de cada día abre amplios y novedosos horizontes. Por ejemplo, una joven traductora que empezó a asistir a los cursos de formación espiritual me decía: 'Pienso que el Opus Dei es todo lo que necesita mi alma porque es lo que me permite llevar a Dios en todo lo que hago. ¡Qué impresionante es que yo pueda llevar a Dios al traducir unos papeles o al hacer una traducción simultánea: puedo estar haciéndome santa y hacer apostolado también'”.