Me ha hecho muy feliz

Leticia Gómez-Tagle, pianista concertista mexicana que ha encontrado en Austria un segundo hogar, resume su trabajo cotidiano con una honda sencillez: «Mi profesión es regalar música».

Soy Leticia Gómez-Tagle, pianista concertista. En México, hace 25 años, gané un concurso nacional de piano en la Sala Chopin y el premio era una beca otorgada por el ministerio austriaco de educación para estudiar en la Universidad de Música y Arte Dramático en Viena.

Conocí el Opus Dei antes de irme a estudiar la carrera de piano en Austria. Después de algunos meses, me decidí a ir por el camino de la llamada a la santidad en medio del mundo y desde entonces soy numeraria de la Obra.

Una pianista se santifica como cualquier otra persona: trabajando bien y buscando a Dios en todo lo que se hace. Eso quiere decir que trato de estudiar a fondo y de tocar cada concierto cara a Dios. Ofrezco las horas de estudio y trato de hacer rendir el tiempo al máximo. Hay obras para piano muy difíciles de leer, de tocar, y es necesario estudiarlas con intensidad antes de tocarlas en público. En esos momentos exigentes pienso siempre en lo que decía san Josemaría: hay que cuidar las cosas pequeñas en el trabajo y en todo lo que se hace, pues son muy importantes.

La profesión no es solamente un medio para ganarse la vida, sino un modo de servir a los demás. Mi profesión es regalar música a los demás, ya sea tocando en concierto o dando clases. Al impartir clases se puede hacer mucho bien en la formación humana de los niños y los jóvenes y al mismo tiempo, son una oportunidad de vivir muchas virtudes: orden, perseverancia, etc. Al tocar en concierto también se puede ayudar a que la gente se acerque a Dios, pues la música, de por sí, eleva a un plano espiritual.

La llamada a la santidad es universal y más allá de la geografía o la nacionalidad, lo importante para poder percibirla con claridad es la vida de fe que cada quien tenga. En el caso de Europa central, por el momento, la gente vive bastante bien. A veces, por tener todo lo material, algunos se olvidan de Dios, pero muchos no están satisfechos con esa forma de vida y perciben que les falta algo importante; nosotros sabemos que ese “algo” es la fe.

En el transcurso de mi profesión como concertista, he conocido mucha gente de varios países, y siempre he comprobado que cuando establezco con alguien una auténtica amistad, trato de darle lo mejor de mí. Esa es la misma manera en que transcurre mi vida con Dios. La espiritualidad del Opus Dei me ha ayudado a mejorar mi relación con Dios y también a desarrollarme más en mi profesión… me ha hecho muy feliz.