«No pretendo elevar a los altares a Javier Echevarría antes de tiempo»

El periodista Álvaro Sánchez León presenta hoy el libro ‘En la tierra como en el cielo’, una biografía de Mons. Javier Echevarría, prelado del Opus Dei entre 1994 y 2016, en la Biblioteca Pública del Estado, en la capital grancanaria.

Mons. Javier Echevarría.

La Provincia «No pretendo elevar a los altares a Javier Echevarría antes de tiempo» (Descarga en PDF)

Nada menos que 45 entrevistas de familiares y amigos de monseñor Javier Echevarría ha hecho para enhebrar su relato biográfico.

Yo no lo he conocido como para escribir la biografía, de modo que he acudido a las fuentes para que me contaran cómo era la persona y el obispo.

Con esa laboriosa urdimbre, “metida en una termomix para hacer un pastel”, según sus palabras, nadie mejor que usted para decirnos quién fue aquel prelado del Opus Dei.

Tirando de lo que he oído a quienes lo conocieron de verdad mi impresión es que ha sido una persona muy normal, pero que tenía la misión de llevar el Opus Dei en esta última etapa y lo ha hecho con la seguridad de estar sirviendo a la Iglesia. También ha tenido el dinamismo de un obispo que ha sabido querer mucho a la gente.

¿En qué coinciden y en qué contrastan las opiniones recabadas?

Coinciden en que Javier Echevarría era una persona que sabía querer, escuchar y comprender a la gente. Contrastan según el tema a tratar, pero no hay nada que lo haga particularmente.

Fue monseñor el primer prelado de la Obra que visitó Canarias en un viaje del año 2004. ¿Qué agenda desarrolló en aquellos cuatro días de pastoral?

La verdad es que no lo sé porque realizó cientos de viajes por todo el planeta. En Canarias tuvo encuentros con personas de todo tipo de clases y condición. Su presencia en Las Palmas y Tenerife significó un reflejo más de su interés por estar cerca de todo el mundo.

Como aficionado al tenis, dijo ser “muy de Nadal”. Estaría hoy feliz con el undécimo Roland Garros ganado por el imbatible mallorquín.

Completamente. Seguramente lo habría visto y disfrutado. Para Echevarría Rafael Nadal representa muy bien lo que debe ser la vida de un cristiano, es decir, luchar siempre aunque haya derrotas, apuntando a la victoria. Llevaría el mismo tono de Nadal sobre no darse una especial importancia y parecer que la épica de sus victorias es lo mínimo que se le puede pedir.

“Un apasionado de su tiempo”, dice usted en los comienzos del libro. ¿Qué pasiones dominaban en el prelado?

Tenía varias. Una de ellas se basaba en la unidad de la Iglesia, así como el cariño y seguimiento al Papa fuera quien fuera. Otra sería la que heredó del fundador del Opus Dei y que trata de amar apasionadamente el mundo en el que vive con sus cosas buenas y malas y con una visión optimista. Echevarría se interesó siempre por el progreso de la sociedad y de las condiciones de vida de las personas. Entre esas pasiones destacan el trabajo bien hecho y contagiar alegría.

“Profundo sentido de paternidad” destaca en su relato. “Yo no soy una visita, soy tu padre”, dijo a un enfermo en un hospital. ¿Limitaba ese sentimiento a los miembros de la Obra, o lo proyectaba a todos los seres humanos?

Como sacerdote y obispo esa paternidad era universal aunque se manifestaba de forma más explícita con los miembros de la Obra, pero don Javier Echevarría nunca fue una persona exclusivista. Tenía un corazón abierto a los cinco continentes y a sus gentes.

Se supone que era muy difícil suceder al hoy san Josemaría Escrivá en la prelatura del Opus Dei. ¿Qué críticas o entredichos tuvo que sortear?

La verdad es que después de estudiar su mandato al frente de la Obra no hay grandes trabas. Igual tuvo que sortear los tópicos más que las realidades. Don Javier Echevarría no tenía el mismo carisma humano y personalidad arrolladora de Josemaría Escrivá, pero supo sacarle mucho
partido a sus talentos para convertirse en una persona muy querida y a la vez, con autoridad en la Iglesia. Tenía prestigio humano y cristiano. Todo ello careciendo de una personalidad demasiado atractiva.

¿Cómo veía el papel de la mujer tanto en la sociedad como enla Iglesia y la Obra?

La veía en los tres ámbitos siempre como columna vertebral. En el libro hablo con muchas mujeres que han gobernado la Obra con él y se nota que creía en la igualdad. Contó con muchas mujeres para el desarrollo de la Obra en todo el mundo y con las numerarias auxiliares como columna vertebral del ambiente de familia del Opus Dei. Este pasado sábado, 9 de junio, el Papa Francisco autorizó la beatificación de la primera mujer, del Opus Dei: Guadalupe Ortiz. No deja de ser significativo que tras la beatificación del fundador y su sucesor, Álvaro Portillo, se beatifique a una mujer implicada en el desarrollo de la ciencia.

La relación del Opus Dei con la jerarquía eclesiástica ha pasado fases difíciles. ¿Cómo es hoy en día?

Es una relación de total confianza. En el libro cuento la que tenía Javier Echevarría con los papas con los que coincidió mientras era el prelado: San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Con los tres mantuvo una relación de cariño, amistad y fidelidad y le han querido de manera particular. Los tres siempre han contado mucho con las personas del Opus Dei, al igual que con la gente de otros movimientos de la Iglesia, se han alegrado de los frutos y han sabido valorar el cariño y lealtad de los miembros de la Obra hacia cualquier Papa. Don Javier tenía muy claro que esta sólo tiene sentido si es para servir a la Iglesia.

En la tierra como en el cielo. Historia con alma, corazón y vida de Javier Echevarría es el título de su libro. ¿Prefigura otra posibilidad de santificación en la Obra?

El libro, más que una causa de canonización lo es de humanización. No pretendo elevar a monseñor a los altares antes de tiempo. Lo que busco es que se le conozca sin posverdades sobre el Opus Dei. El cielo se refiere más a que muchas personas con las que he hablado me han dicho que estar, trabajar o vivir con Javier Echevarría era como hacerlo en el cielo. Sobre su futura canonización ya la Iglesia sabrá, pero no creo que sea el momento, hace menos de dos años que falleció y aún tiene que pasar un tiempo.

¿Qué sabe del Opus Dei en Canarias, ahora que la proverbial opacidad evoluciona hacia la transparencia?

La transparencia forma parte del espíritu de la Obra. Si uno lee entrevistas de san Josemaría en los años 60, queda clarísimo. Pero la sociedad avanza y los ciudadanos demandamos más claridad. En el Opus Dei de Canarias hay gente imperfecta, pero que quiere hacer las cosas bien, que quiere vivir su vida cristiana con autenticidad pensando en servir a la sociedad y poner un ventilador de entusiasmo en las calles para que hacer un mundo mejor no sea una utopía sino una realidad que les haga santos.

Su biografía, que apareció en febrero, ya va por la cuarta edición. ¿Qué críticas ha tenido?

La verdad es que se trata de un estilo literario diferente al de este tipo de libros normalmente. A los lectores les ha gustado que no sea una hagiografía, sino un collage periodístico muy sincero. También les ha interesado el estilo, la frescura de sus páginas. Tengo 38 años y la juventud se nota a la hora de referirme a Javier Echevarría. Me llama la atención que la gente que me ha escrito me haya dicho que mi libro le ha servido y alegrado la vida.