Lecciones de fe y esperanza

Un libro recoge doscientos relatos vitales y expresivos sobre favores que desde el Cielo ha prestado san Josemaría, que ponen de manifiesto el amplio fenómeno de piedad popular que surgió tras su fallecimiento el 26 de junio de 1975. Artículo publicado en 'Cataluña cristiana'.

En vida, san Josemaría ayudó a muchas personas a encontrar a Cristo en medio de sus problemas, ilusiones, dolores y alegrías de la vida cotidiana. Con todo, decía: “Desde el Cielo, podré ayudaros mejor”. Ahora se ha publicado el libro ‘Favores que pedimos a los santos’, que recoge doscientos favores –algunos de ellos, sorprendentes; otros, muy domésticos- que el fundador del Opus Dei ha prestado a quienes acudieron a su intercesión.

“Hace cuatro años, y debido a una miopía muy aguda, perdí mucha vista. No podía leer y apenas escribir. Me pusieron un tratamiento, pero según los doctores poco iba a conseguir. Un día encontré una estampa del beato Josemaría, con una letra muy pequeña. Le rogué que me ayudara a recobrar algo de vista y poder leer su oración. Poco a poco fui recuperando vista. Hoy leo, escribo y me defiendo muy bien. Los médicos no se lo explican. Yo sí, sé que se lo debo a mi buen beato, que siempre me escucha”.

Éste es uno de los relatos breves que recoge el libro. Los escriben los propios beneficiados: algunos son del Opus Dei; la mayoría, no. Unos son religiosos de clausura; otros, no cristianos. Unos reconocen acudir con frecuencia a san Josemaría; otros admiten haberse topado con el santo en circunstancias adversas. Todos, en cualquier caso, agradecen al Fundador de la Obra que haya intercedido por ellos ante Dios.

Padres que han rescatado a sus hijos de las drogas, personas que han logrado vencer a un tumor, trabajadores que han salido del paro, víctimas de un secuestro o personas que han reencontrado la fe cuentan brevemente el trato de favor que han recibido del Cielo.

Y favores de andar por casa

Sin embargo, no todos los favores son extraordinarios. Muchos se refieren a contrariedades que surgen en el día a día, favores “de andar por casa”: hallazgo de una cartera perdida, donaciones de dinero providenciales, funcionamiento de una impresora estropeada... Estos favores “normales” son la mayoría. De esta manera, Dios hace sentir al hombre que está a su lado en las circunstancias ordinarias, en los problemas cotidianos.

Mons. Joaquín Alonso afirma en el prólogo que “lo más interesante [de los favores de san Josemaría] es que si intercede para que una chica encuentre la lentilla que perdió en el autobús, toca, a la vez, ese corazón para que dé entrada a Jesucristo”.

Mons. Alonso, que trabajó muchos años junto a san Josemaría, dice que esos favores “son la envoltura de una llamada de Dios al alma. Los santos son las manos de las que se vale Jesucristo para ayudarnos”. En su caso, san Josemaría “no se limita a resolver un problema, sino que deja también una luz, un fruto espiritual en las personas que lo invocan”.

Estos doscientos relatos vitales y expresivos ponen de manifiesto el amplio fenómeno de piedad popular que surgió tras el fallecimiento de Josemaría Escrivá el 26 de junio de 1975 y hasta su canonización por Juan Pablo II en Roma el 6 de octubre de 2002.

Fina Trèmols