Futuros ingenieros... en un hospital de R.D. Congo

Regalaron sus vacaciones para ayudar al hospital Monkole, del Congo, a editar los manuales de instrucciones de los equipos biomédicos. Los días pasaron volando y ahora, de vuelta a casa, siguen quedando para visitar los "Monkoles" de Barcelona.

Las vacaciones son intocables para muchos universitarios, pero no para todos. Seis estudiantes y un profesor de ingeniería de la Universidad Politécnica de Cataluña decidieron invertirlas en echar una mano a los técnicos de mantenimiento del hospital de Monkole (Kinshasa, República Democrática del Congo). En concreto, hicieron folletos de instrucciones para el mantenimiento periódico de algunos equipos biomédicos.

Varios universitarios barceloneses en el hospital Monkole.

Desde el primer momento en que bajaron del avión se dieron cuenta de que se trataba de un mundo totalmente diferente, donde la pobreza era tan omnipresente como el calor húmedo que los acompañó durante su estancia.

Santiago explica que «Monkole es un oasis, un hospital que trata con dignidad los pacientes sin tener en cuenta su procedencia ni sus recursos económicos», y que está gestionado principalmente por congoleños «llenos de ilusión para que su buen trabajo contribuya al desarrollo del país».

Monkole promueve programas de formación de higiene abiertos a todos, tiene un centro de formación continua para médicos y una escuela de enfermería donde se forman 300 personas.

Monkole promueve programas de formación de higiene abiertos a todos, tiene un centro de formación continua para médicos y una escuela de enfermería donde se forman 300 personas. Santiago explica que los congoleños tienen una simpatía especial por este centro hospitalario. Lo percibieron en seguida el día en que su furgoneta se quedó atrapada en el barro. Unos congoleños que se acercaron con curiosidad mientras los universitarios intentaban empujarla. Cuando oyeron que hablaban de Monkole enseguida se acercaron para ayudarlos sin pedir nada a cambio.

También experimentaron lo que supone la ausencia de electricidad y agua corriente o las dificultades existentes para ir desde el hospital hasta la casa donde se alojaban. Ante estas situaciones, destacan la alegría en las sonrisas de los congoleños, que les han enseñado a valorar las comodidades a las que están acostumbrados.

«Les ayudaremos en algunas cosas desde la distancia, aunque ya nos estamos organizando para repetir el próximo año».

Santiago también explica que allí hay mucho trabajo y que los días en el Congo se acabaron rápidamente. «Tal y como ya nos habían avisado antes de viajar, cuando vas a África siempre quieres volver. Por eso les ayudaremos en algunas cosas desde la distancia, aunque ya nos estamos organizando para repetir el próximo año». De momento, explica que han quedado «para hacer "visitas periódicas a los “Monkoles” que están cerca de nosotros, los enfermos y pobres que también podemos encontrar en Barcelona».