Francisco abrió «un camino nuevo» para la ecología

En su primer año de vida, la encíclica Laudato si «ha inaugurado un camino nuevo» en cómo la sociedad global se plantea la cuestión ecológica. Así lo afirma monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de las academias pontificias de las Ciencias y de Ciencias Sociales, que asesoró al Papa en la redacción de la encíclica, y que desde su publicación, en junio de 2015, ha participado en encuentros sobre el documento en todo el mundo.

Participantes en el Seminario Internacional sobre Medioambiente en Torreciudad.

Alfa y Omega Francisco abrió «un camino nuevo» para la ecología

laudato si torreciudad ecologia from Opus Dei

*****

Para Sánchez Sorondo, la principal muestra de su impacto es la influencia «decisiva» que la encíclica tuvo en la aprobación de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible en septiembre, en la cumbre inaugurada por el mismo Papa en la sede de la ONU en Nueva York. Y, sobre todo, en el éxito de la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático, celebrada en París en diciembre, de la que salió por primera vez un acuerdo global.

Punto de encuentro político

Francisco, que en enero de 2014 le anunció al presidente francés Hollande que estaba preparando la encíclica, quería que hubiera en París una amplia delegación vaticana encabezada por el secretario de Estado, el cardenal Parolin, y por Cáritas Internationalis. Al publicar Laudato si medio año antes de la cita, dejó tiempo para que el texto pudiera ser leído y meditado. Objetivo cumplido: una decena de líderes mundiales lo citó como referente en sus discursos.

Este hecho muestra hasta qué punto la encíclica se ha convertido en un punto de encuentro para el diálogo político a todos los niveles: desde el Senado de México, que acogió en noviembre un encuentro entre obispos y senadores, hasta la participación del consejero andaluz de Medio Ambiente, José Fiscal, el 29 de junio en la presentación del libro La ecología del Papa Francisco, durante la que el representante de la Junta dedicó elogios al Pontífice. Sin olvidar los encuentros en Madrid de Sánchez Sorondo con la exministra socialista de Medio Ambiente Cristina Narbona y con la alcaldesa, Manuela Carmena.

Documento sin precedentes

El diagnóstico de Sánchez Sorondo sobre el papel de Laudato si en París lo comparte en gran medida Thomas Stocker, coordinador del último informe científico que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático preparó para esta cita. En declaraciones a Alfa y Omega, Stocker explica que las declaraciones de líderes religiosos, entre las cuales «la más prominente fue la encíclica», fueron uno de los pilares que contribuyeron «enormemente al éxito» de la cumbre. Los otros fueron el consenso científico, la toma de conciencia de la elite económica y la movilización social.

Laudato si –explica este físico ambiental– es «un documento sin precedentes, del máximo valor. Es la primera vez que un Santo Padre habla del cambio climático, la biodiversidad, y de nuestro propio comportamiento de una forma tan completa. A título personal, me impresionó la amplitud» de su enfoque, desde los datos científicos hasta las raíces del comportamiento humano hacia la naturaleza.

Diálogo con la ciencia

Stocker y Sánchez Sorondo participaron en junio en el Seminario Internacional sobre Cooperación entre Ciencia y Religión para el Cuidado Ambiental, organizado en el santuario de Torreciudad por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y la Fundación Promoción Social de la Cultura; un encuentro en el que participaron personas de 15 países y ocho confesiones religiosas. Este diálogo entre dos mundos a veces alejados es, para Sánchez Sorondo, otra de las novedades precipitadas por Laudato si. Científicos y líderes religiosos han descubierto que se complementan: los religiosos necesitan que la ciencia les explique lo que ocurre, y los científicos «no pueden dar una motivación profunda para cambiar las actitudes».

Por eso, ambos grupos «están asumiendo el esquema de la encíclica, que describe lo que pasa en la tierra adoptando los datos de la ciencia» –incluida la afirmación de que «la causa del problema es la actividad humana»– pero que también tiene en cuenta las raíces teológicas y antropológicas de la cuestión y busca cómo promover el cambio apelando a lo más íntimo del hombre.

Stocker cree que «las religiones pueden decir mucho» para suscitar un nuevo estilo de vida, necesario para frenar el cambio climático. Este giro en la conducta individual no se podrá dar si no va «acompañada de un cambio de valores», para que la imprescindible adquisición de nuevos hábitos de consumo no se vea como «volver a las cavernas» sino como una pequeña renuncia «para ganar otra cosa».

La voz de las religiones

«Hablar de combustibles fósiles solo es una respuesta parcial –explica el rabino Yonatan Neril, fundador del Centro Interreligioso de Desarrollo Sostenible, otro de los participantes en el seminario de Torreciudad–. Si seguimos consumiendo como hasta ahora, no hay suficientes molinos de viento en el mundo para sostenerlo. La contribución de la fe es decir que esta crisis medioambiental refleja una crisis espiritual que hay que reparar».

«Francisco ha inaugurado –explica Sánchez Sorondo– un ámbito de sinergia entre las Naciones Unidas y los religiosos» para la protección del medio ambiente «que se está empezando a extender a otras religiones». Por ejemplo, en los últimos meses líderes hindúes y el Gobierno de Irán han organizado sendos encuentros de interreligiosos sobre ecología.

«El Papa toca el corazón de todos»

En el seno de la Iglesia católica han surgido muchas iniciativas para enriquecer el debate ambiental desde la reflexión teológica. En España, la archidiócesis de Granada ha creado el instituto Laudato si, cuyo primer curso sobre la encíclica comienza este lunes. También la Universidad eclesiástica San Dámaso dedicó a la encíclica su curso de verano Fe en Dios creador, ciencia y ecología en el siglo XXI.

En su conferencia de clausura, monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, subrayó que con su encíclica el Papa «ha tocado el corazón de todos los hombres, creyentes y no creyentes». La razón, para el arzobispo, reside en la idea fundamental de que no será posible solucionar la crisis ambiental y «crear un mundo con más justicia» sin «perfilar qué es el ser humano». «Solo en referencia a su origen y destino en Dios el ser humano se reconoce como hijo del don» y puede basar su vida en la donación y no en la lógica utilitarista que ha llevado a la degradación ambiental.

María Martínez López

Alfa y Omega