“En el deporte, bien orientado, se consiguen maravillas”

En 1954, un grupo de personas del Opus Dei y algunos amigos suyos iniciaron en Barcelona una escuela deportiva para promover los valores humanos y sociales. B de baloncesto, R de remo, A de atletismo, F de fútbol y A de alpinismo dan el nombre a BRAFA, que actualmente reúne a 2.000 jóvenes. “En el deporte, bien orientado, se consiguen maravillas”, dicen.

Brafa es una entidad sin ánimo de lucro cuyo objetivo es difundir en la sociedad, y principalmente entre la juventud, los valores deportivos y los educativos, con actividades académicas y sociales. Hablamos con Ignasi Taló, director, y Jaime Dalmau, gerente.

Recuerdan que la entidad se constituyó en 1954, en "Las Palmeras", un pequeño campo de fútbol de la Bordeta (Hospitalet de Llobregat, Cataluña): se crearon equipos de fútbol, baloncesto y hockey sobre patines.

“En 1963 surgió la idea de la Escuela Deportiva, de intentar formar muchachos. Fuimos por las casas a buscar chavales en una época en la que a las familias les costaba mucho que los niños practicaran deporte”, explica Ignasi Taló.

51 años enseñando deporte y transmitiendo valores

“Desde entonces, por BRAFA han pasado unos 14.000 niños a partir de cinco años. Todos han recibido educación deportiva básica. Muchos jugadores, árbitros y profesores del INEF dicen ‘he sido alumno de Brafa’”. La entidad comenzó como Agrupación Cultural y Deportiva Brafa, luego fue Escuela Deportiva Brafa, y hace ocho años se constituyó la Fundación.

“A partir de los seis años les enseñamos muy bien la preparación física sin especializarlos en un deporte concreto, porque la base es educar deportiva y mentalmente, luego ya eligen la especialidad que les gusta...”.

Recibida esta formación “aplicamos todo lo que se aprende con el deporte: a ser buenos compañeros, constantes, afrontar las situaciones con optimismo... y agradecen mucho la parte humana”. Brafa deja huella “no sólo por lo que reciben deportivamente, sino también por la calidad humana que encuentran y que les ha servido en su vida. Aquel niño de barrio, con poco nivel intelectual pero que después ha estudiado una carrera, dice ahora que Brafa le ayudó a apuntar más arriba, a tener objetivos mas elevados".

Exigencia en la diversión

Hace ocho años se constituyó la Fundación Brafa, creada para sostener una estructura que no pretende ganar dinero. “Ahora, en 40.000 metros cuadrados, tenemos: campo de fútbol, mini-fútbol, fútbol-7, fútbol sala, baloncesto, un pabellón cubierto, sala de mantenimiento, terreno abierto para preparación física en zona montañosa...”. Y aulas: en una instalación deportiva es poco habitual que haya clases, pero aquí hay dos salas con profesores que atienden a los niños que practican deporte. “Los chicos quieren ir a las aulas por voluntad propia, no porque sus padres estén detrás”.

Las clases teóricas dependen “del deporte que el alumno practica. Se estudia reglamento, estrategia, fisiología, valores humanos, orden, sinceridad, obediencia... según la edad y siempre se explica el porqué, se procura hacer entender el motivo de las cosas...”.

“Si dentro de la diversión se encuentra la exigencia que comporta el espíritu de sacrificio, el esfuerzo, aumenta el nivel personal de autoexigencia, autoestima y el servicio. Ahora los niños no lo tienen, y en el deporte, bien orientado, se pueden conseguir maravillas. Es la filosofía de Brafa”.

Las cuotas para participar en la oferta deportiva de BRAFA son bajas: “Hay becas –señala el gerente-: nos importa mucho cuando alguna familia no puede venir por falta de medios, lo que aumenta al hacerlo la inmigración. Por lo tanto, hacemos una cuota personalizada ajustando precios, para que la cuestión económica no sea un problema”.