El imparable ingeniero del Raval que no entiende de imposibles

Reportaje de La Vanguardia sobre Glenn Caliba, el primer universitario que pasó por las aulas de la asociación Braval. Su historia viene recogida en el libro ‘20 historias de superación del Raval’

La Vanguardia El imparable ingeniero del Raval que no entiende de imposibles

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Los padres de Glenn Caliba no pudieron reprimirse las lágrimas de lo orgullosos que estaban el día en que su hijo se graduó en la universidad. La familia abandonó Filipinas en los años 80 con el objetivo de buscar nuevos horizontes. Ella, Martina Ramos, era comadrona en un hospital. Él, Amancio Caliba, profesor en una escuela de ingeniería. Ambos aceptaron tener que cambiar su trabajo por el de limpiar casas con tal de ofrecer un futuro mejor a sus hijos. El éxito de Glenn, tanto estudiantil como profesional, les hace saber que el esfuerzo ha valido la pena.

“Estudiar es el camino”

Glenn nació ya en Catalunya y se crió en el Raval, aunque sus rasgos exóticos, a veces, confundan sobre su procedencia. Estudió ingeniería informática en la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC) e hincó codos durante el tiempo que lo hizo, pues no repitió ningún curso. “Si tus padres se esfuerzan tanto para que salgas adelante, tú debes corresponderles”. Y lo ha hecho, completando además su formación con una carrera de piano en el conservatorio, enriquecida con clases de órgano y de violín.

Tanto él como sus hermanos comprenden que “estudiar es el camino”: Gershon estudia farmacia en la Universidad de Barcelona (UB) y el pequeño Génesis, que se plantea hacer medicina.

“Si tus padres se esfuerzan tanto para que salgas adelante, debes corresponderles”

Su historia, y la de otros 19 jóvenes del barrio, vienen recogida en el libro 20 historias de superación del Raval, escrito por Josep Masabeu, de la asociación Braval, con motivo del veinte aniversario de la entidad. Pero, ¿por qué Glenn merecía un capítulo completo en este especial volumen? “Fue el primer titulado que pasó por las aulas de Braval”, cuenta Masabeu con orgullo. Y es que, desde sus inicios, este pedagogo da soporte a jóvenes del Raval que necesitan algún tipo de ayuda. Un barrio donde la mitad de la población es inmigrante, el 49,9%, y que es el más deficitario de Barcelona.

“Braval fue una academia gratuita. Mi segunda casa”

Caliba les conoció cuando estudiaba Bachillerato. Sentía que tenía algunas dificultades en algunas asignaturas y un amigo le habló sobre un lugar en el que le ayudarían a estudiar. Y es que en Braval, además de crear equipos de futbol y básquet que favorecen la mezcla de culturas, ofrecen clases extraescolares a alumnos a una treintena de nacionalidades sin ánimo de lucro. “Fue una academia gratuita. Mi segunda casa”, reconoció en su día.

Agradecido por el soporte que Braval le ha supuesto en su vida, Glenn se ha convertido en uno de los 160 voluntarios del centro

A día de hoy, basta con echar una ojeada al currículum de Glenn para comprobar que tiene un futuro prometedor. Habla seis lenguas: catalán, castellano, inglés, alemán, ilocano y tagalo (las dos últimas propias de las Filipinas). Por si fuera poco, ha estudiado en el extranjero gracias a una beca Erasmus de medio año en la ciudad alemana de Karlsruhe, lugar en el que algún día le gustaría vivir aunque, por ahora, siga paseando por su Raval natal, pues cree que es un “lugar idóneo”.

Consciente de la suerte que le han brindado tanto su familia como la entidad, Caliba es, desde hace unos años, uno de los 160 voluntarios del centro. “Quiero dar a otros chavales lo que me dieron a mí”, admite.

Lara Gómez Ruiz,

La Vanguardia