De la enseñanza al Banco de Alimentos

Manuel Pérez Hernández, de 67 años, es presidente del Banco de Alimentos de Las Palmas de Gran Canaria. Casado con María Olivia, tienen 2 hijos y 4 nietos. Cuando se jubiló, tras una vida dedicada a la enseñanza y a la empresa privada –es Licenciado en Matemáticas y en Bellas Artes–, comenzó a colaborar en el Banco de Alimentos. Manuel es supernumerario del Opus Dei.

¿Qué te movió a trabajar en el Banco de Alimentos de Las Palmas?

El Banco de Alimentos de Las Palmas recibió este año la Medalla de Oro del Gobierno de Canarias.
Me sentía útil y deseaba  hacer algo por los demás. Después de una intensa vida de trabajo, te apetece seguir en un quehacer positivo, auténtico y eficaz. Me consideraba con fuerzas y pensaba que todavía podía trabajar para servir a los demás. En la enseñanza de San Josemaría Escrivá son muy importantes esas dos palabras: trabajo y servicio. Lo son en la doctrina cristiana, pero el espíritu del Opus Dei lo subraya y recuerda. Me ayuda concebir el trabajo como un servicio, así he procurado vivirlo; y colaborar en el Banco de Alimentos me daba la oportunidad de trabajar en un servicio muy básico y muy visible: ayudar a muchas familias con pocos recursos, solucionar necesidades, mejorar la nutrición de los niños, cuidar la dieta de personas mayores, etc.

¿Se necesita cualificación técnica para ser voluntario?

No, ciertamente. Aquí hay 118 voluntarios: médicos, abogados, taxistas o agricultores. Todos mayores. Indudablemente cada uno llega con conocimientos técnicos específicos y con aptitudes desarrolladas en años de ejercer su profesión, todo se valora y ayuda. No obstante no es necesaria una cualificación técnica para ser voluntario y en nuestra Escuela de Voluntariado nos recordamos con frecuencia: estamos aquí, ahora, para servir a los demás, independientemente de cualquier profesión que hayamos ejercido. Y estaremos más felices si servimos mejor.

La crisis económica que estamos padeciendo habrá supuesto cambios en el Banco de Alimentos.

Ciertamente, un compromiso mayor con los necesitados, que ahora son muchos más; incluso algunos que no se atreven a pedir ayuda. Supone para todos más responsabilidad y por lo tanto, planteárnoslo de una manera más profesional si cabe, con un esfuerzo más intenso. Para los creyentes, es un compromiso por cariño a Dios, a los demás por Dios; para todos, es un compromiso con los demás -dedicarles parte de tu tiempo- y contigo mismo.

¿Cómo animas a la gente para que colabore en vuestra labor?

Resulta decisivo que descubran el beneficio que te produce a ti mismo el ayudar a los demás. Cuando ves situaciones de verdadera necesidad, cuando palpas el agradecimiento de tanta gente buena,…no sé cómo decirlo, relativizas muchas cosas, te descomplicas y terminas siendo inmensamente feliz. Veo una línea de alegría tremenda aquí entre la gente. Se nota, se palpa. Y eso que dicen que a los canarios se nos conoce por ser personas muy alegres. Pues en el Banco de Alimentos… ¡aún más!

Os habrán sucedido anécdotas variopintas. ¿Puedes contar alguna significativa?

Muchísimas. Hay familias muy necesitadas. Recuerdo ahora a una señora que, tras ser abandonada por su marido y con 4 hijos, quería suicidarse porque estaba desesperada. Nos avisaron por teléfono. Fuimos a verla, nos hicimos cargo de la situación y como pudimos, ayudamos con nuestro granito de arena. La familia ha salido adelante y además le facilité –porque me lo pidió- acompañamiento espiritual , un sacerdote que la escuchase. Resultó una ayuda fundamental, más importante y de otro tipo de alimentos.