Carácter

Edición crítico-histórica preparada por Pedro Rodríguez (Rialp)

La construcción de este primer cap supone una «recepción» pacífica del cap correspondiente de Cec, cuyas consideraciones son incorporadas en masa[1] y por el mismo orden, con sólo tres adiciones de Burgos dentro de la secuencia: los p/12, 26 y 27. Incorporados éstos, la secuencia termina en el p/29 y el Autor duplica el contenido del cap con otros veintiséis nuevos puntos que transcribe a continuación.

Sin embargo, el cap primero de C es uno de los de más compleja composición en la historia redaccional del libro. La intencionalidad configurativa se mantiene, ciertamente, desde el primer esbozo: las tres primeras consideraciones de Cem32 seguirán siendo las primeras (p/1, 2 y 3) tanto en Cec como C. De ahí que tengan, cada una de ellas en su orden, un fuerte significado para la comprensión del sentido del cap y de alguna manera de todo el libro. Hemos de agregar que es en el tránsito de Cem32 a Cec donde se consolida aquella intencionalidad y nuestro cap adquiere su actual fisonomía. Baste pensar que de las treinta primeras consideraciones de Cem32 –que en un primer análisis constituirían como su cap inicial[2]–, sólo cuatro (los futuros p/4, 14, 17 y 28 de C), aparte de esos tres primeros ya nombrados, sirvieron a su Autor para confeccionar el cap primero de Cec. El resto sufrió una fuerte dispersión por todo el impreso de Cuenca en los lugares del libro que parecían más adecuados.

El Autor, como he dicho, construye el cap «Carácter» de Cec con 27 unidades: las siete ya citadas, que estaban en el cap de Cem32; otras cinco del mismo fascículo, que encuentran ahora su nueva posición; otras cinco que vienen de diversos lugares de Cem33 y, finalmente, diez consideraciones tomadas ex novo de los Cuadernos de Apínt.

El título del cap, que permanece en el tránsito de Cec a C, no puede llamar a engaño. No se trata de un cap «humano» –sobre «la formación del carácter» o «las virtudes humanas»– que sería previo, o propedéutico, respecto de los de contenido «sobrenatural», que vendrían después. Escrivá, desde el primer momento, está hablando en clave cristológica y cristiana, mira al hombre y al mundo en el interior del movimiento de la gracia, y presupone en su interlocutor la confesión cristiana de fe y un conocimiento práctico de la piedad católica. El p/1 e, inseparable de él, el p/2, son la más sencilla y evidente confirmación de lo que decimos. Pero, junto a esto, hay que afirmar a continuación que San Josemaría plantea al lector –que en el contexto histórico del libro sería un universitario católico de su entorno–; le plantea, digo, desde Cristo, un horizonte «universal, católico», en el que el cultivo de las dimensiones humanas de la personalidad aparecen como exigencia de la fe y como coherencia cristiana. No hay en el libro yuxtaposición, sino plena integración –sin confusión– de lo divino y lo humano, de lo cristiano y lo secular: se pasa de Cristo al hombre y al mundo de la manera más natural y sencilla. Éste es, a mi parecer, el marco del cap inicial.

1Que tu vida no sea una vida estéril. —Sé útil. —Deja poso. —Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor.Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. —Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón.

Como se ha dicho en la Introd, el p/1 de C ocupa ese lugar desde los primeros esbozos del libro (Cem32 y Cec). El punto es transcripción casi literal de un texto del Cuaderno V[3]:«Niño: que tu vida no sea una vida estéril. Sé útil. Deja poso. Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu Amor. Borra, con tu vida de Apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los caracoles impuros y llenos de odio. Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo, que llevas en el corazón».La palabra que introduce el texto en Apínt –«Niño»–, que no pasará al texto impreso, muestra el carácter autobiográfico y contemplativo del pasaje, que se sitúa en el clima espiritual de «vida de infancia», tan marcado en los Cuadernos de 1931 y 1932. Es ante todo su propia vida la que Escrivá desea que responda a estas coordenadas. Contempla, en un «crescendo» antropológico y cristológico, el sentido de su vida y de toda vida cristiana y, más específicamente, el sentido cristiano del tiempo, del tiempo personal, del tiempo «disponible», sólo inteligible para el Autor en la perspectiva de la misión, de lo que él llamará el «mandato imperativo de Cristo» (vid p/942). Desde el principio del libro se anuncian sus grandes temas: la Fe, el Amor, el corazón, los caminos de la tierra, el apostolado, servir, el fuego de Cristo... Este punto primero –y sus formulaciones– ha pasado a ser emblemático del estilo espiritual del libro e incluso del mensaje que su Autor extendió por el mundo, como se refleja en la oración pública oficial a San Josemaría, donde se pide a Dios que sepa –el que ora– «convertir todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte […], iluminando los caminos de la tierra con la luminaria de la fe y del amor». El «fuego de Cristo» con el que culmina este punto hay que ponerlo en relación con el texto de Lc 12, 49 citado en p/801. Vid com.La crítica textual ofrece una información de singular interés redaccional: «los sembradores impuros del odio» de que habla el texto aparecen en Cem32 y por supuesto en el original del Cuaderno, con la sorprendente fórmula «los caracoles impuros y llenos de odio». En el ejemplar de Cem32 que mostró al P. Sánchez Ruiz en julio de 1933 ya aparece –en corrección autógrafa– el cambio, que pasará a la edición de Cuenca y al texto definitivo[4].2Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte oal oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo.El p/2, escrito un mes antes que el p/1º, procede también del Cuaderno V[5]. He aquí el texto:«Ayer por la mañana, en la calle de Santa Engracia, cuando iba yo a casa de Romeo[6], leyendo el cap. segundo de San Lucas, que era el que me correspondía leer, encontré a un grupo de obreros. Aunque yo iba bastante metido en mi lectura, oí que se decían en voz alta algo, sin duda preguntando qué leería el cura. Y uno de aquellos hombres contestó también en voz alta: ‘la vida de Jesucristo’. Como mis evangelios están en un libro pequeño, que llevo siempre en el bolsillo, y las cubiertas forradas con tela, no pudo aquel obrero acertar en su respuesta, más que por casualidad, por providencia. Y pensé y pienso que ojalá fuera tal mi compostura y mi conversación que todos pudieran decir al verme o al oírme hablar: éste lee la vida de Jesucristo».El «ojalá» aparece en el Cuaderno como lo que fue: un toque del Espíritu Santo en el alma de San Josemaría en orden a la propia vida. Al redactar C, oculta la peripecia personal y traslada la requisitoria divina a todos los lectores.Los p/1 y 2 forman una estrecha unidad. Ahora este p/2 proclama que la misión y la tarea apostólica antes descritas han de ser ante todo transparencia del Evangelio, presencia de Cristo en la palabra y en la conducta del cristiano y que los demás pueden «reconocer». Habría que poner en relación esta experiencia con la doctrina del Autor, incoada ya en C (vid p/687 y p/947) y desarrollada posteriormente, sobre el cristiano –no sólo el sacerdote (vid p/66 y com/67)– «alter Christus», «ipse Christus»: el cristiano tendría que ser, como reza el título de uno de sus libros, «Cristo que pasa».3 Gravedad. —Deja esos meneos y carantoñas de mujerzuela o de chiquillo. —Que tu porte exterior sea reflejo de la paz y el orden de tu espíritu.El texto, tal cual, procede del Cuaderno VI y es un año posterior a los dos puntos precedentes. Tenor literal idéntico[7].Al preparar Cem32 le asignó el lugar que hoy ocupa en el libro: p/3. El «salto» desde la meditación cristológica de los dos puntos anteriores al consejo, a la «reprensión» más inmediata y práctica, es característico del estilo de C. El tema sigue siendo el del p/2: Cristo en el cristiano, ahora bajo la forma de «la paz y el orden de tu espíritu», que han de «transparentarse»: es otra forma de referirse al «gaudium cum pace», del que hablará abundantemente. En efecto, no mucho antes –pero ese mismo año– había escrito esta reflexión, que guarda relación estrecha tanto con el p/2 como con este p/3:«Con la gravedad –y como natural consecuencia– me dará Dios nuestro Señor una paz interior inalterable y la compostura exterior propia de quien ha de ser –de quien es– otro Cristo. Todo ello ungido con la luminosa y mansa alegría del alma que ama la Voluntad justísima de Dios»[8].Es algo inmanente a los seguidores de Cristo, que Clemente de Alejandría expresaba en esta sentencia: «La quietud, el sosiego, la serenidad y la paz son connaturales al cristiano»[9].Más sobre el aspecto autobiográfico del tema «gravedad», en p/72 y com.4 No digas: «Es mi genio así..., son cosas de mi carácter». Son cosas de tu falta de carácter: Sé varón —«esto vir»1.El texto procede, como toda esta serie, de Apínt y es anterior, en unos días, al p/3. Se encuentra en Cuaderno VI, nº 874, 24-XI-1932, «día de San Juan de la Cruz», como anota el propio Autor[10]. Como la casi totalidad del cap «Carácter», tiene este punto su clave hermenéutica –a mi parecer– en los p/1 y 2; clave que ya hemos visto aplicada en el p/3 y que señala la base y el sentido de esa exigente «reforma» de hábitos y costumbres que Escrivá propone a los lectores: todo el cap es un conjunto de fuertes y concretas «sacudidas» al hombre de carne y hueso con el que dialoga, para que sea coherente, también en lo humano, con su fe. La anotación del Cuaderno dice así:«No digas: ‘es mi genio así..., son cosas de mi carácter’. Son cosas de tu falta de carácter: sé varón –esto vir–, aunque hayas nacido mujer».El final del pasaje –una manera teresiana de explicar el texto[11]– pasó tal cual al velógrafo, pero, como se ve, Escrivá prescindió de él ya en Cec, y por supuesto en la edición definitiva. El texto bíblico con el que apoyaba la exigencia de reforma personal es la palabra de David a su hijo Salomón: «ten valor y sé hombre», que parecía exigir ese paradójico complemento –«aunque hayas nacido mujer»–, para no limitar la universalidad de la exigencia propuesta en el punto. El Autor, al pasar al texto impreso, decidió eliminar la paradoja, esperando, sin duda, que las lectoras leyeran el pasaje bíblico con sentido de la analogía, ya que el «esto vir», como el «viriliter age, agite»[12], son expresiones bíblicas portadoras de un mensaje universal, que trasciende a la distinción varón-mujer[13].Interesante, con todo, ese complemento paradójico, no recibido en el texto impreso, porque pone de relieve que Josemaría Escrivá se dirige desde el principio tanto a hombres como a mujeres, y a todos predica las mismas virtudes humanas y cristianas y el mismo ideal de vida en Cristo, aunque por su lenguaje –muy pegado al texto bíblico y a la experiencia pastoral y dialógica que se refleja en el libro–, emplee con frecuencia términos masculinos. En este sentido, el Autor podía hacer suyas las palabras de Clemente de Alejandría en El Pedagogo:«La virtud es la misma para el varón y para la mujer. Porque si uno mismo es el Dios de ambos, uno es también para ambos el Pedagogo. Sólo hay una Iglesia, una misma modestia, un mismo pudor; es común el alimento y hay un solo vínculo matrimonial; la respiración, la vista, el conocimiento, la esperanza, la obediencia y el amor: todo es igual. Los que tienen en común la vida, tienen también en común la gracia, la salvación y, en común también, la virtud y la educación […] El término ‘hombre’ es común al varón y a la mujer»[14].Vid sobre el tema com/19 y referencias allí señaladas.5 Acostúmbrate a decir que no.Texto procedente del Cuaderno V, nº 520, fechado en 28-XII-1931[15], dos días antes de la experiencia que da origen al p/2. Dice así:«Niño amigo: acostúmbrate a decir que no».La expresión íntima y confidencial «niño amigo», aquí como en tantas otras ocasiones, no pasa a Cem ni al texto impreso. En el ejemplar de Cem32 que entregó al P. Sánchez anotó en el margen:«Es más sencillo decir que sí: a la ambición, a los sentidos...».Esa adición tampoco pasó al texto impreso (a pesar de que ese ejemplar era el que le servía de guía para preparar el borrador de Cec), lo que me induce a pensar que en realidad más que una adición era, en la mente de Escrivá, una explanación para su confesor del sentido de ese lacónico consejo, que suscita la pregunta por su significado. En una ocasión –Lisboa, 4-XI-1972–, lo explicó brevemente, con palabras que hacen eco a aquella antigua explanación:«Te contesto. Estamos muy inclinados a decir que sí, a todo lo que es agradable a nuestros sentidos y a nuestras potencias: y, muchas veces, eso no es lo que más agrada al Señor. Por lo tanto, los buenos cristianos, en muchas circunstancias, tenemos que decir que no»[16].La cuestión ya se había suscitado en un coloquio multitudinario que tuvo lugar unos días antes, el 28-X-1972, en Madrid. Alguien hizo la pregunta a Mons. Escrivá: «¿Por qué no nos explica el punto de Camino que dice: ‘acostúmbrate a decir que no’?». Respondió:«Tú sabes que, cuando decimos que sí, todo son facilidades; pero cuando hemos de decir que no, viene la lucha, y a veces no viene la victoria en la lucha, sino la derrota. Por lo tanto, nos hemos de acostumbrar a decir que no para vencer en esa lucha. Porque de esta victoria interna sale la paz para nuestro corazón, y la paz que llevamos a nuestros hogares –cada uno, al vuestro–, y la paz que llevamos a la sociedad y al mundo entero. Porque por ahí hablan de paz y no quieren pelear dentro de su alma esta pelea, que es de paz y de amor»[17].Pero el «no» de este p/5 no es sólo una dimensión de nuestra «lucha interior», sino que es también la coherente «respuesta» cristiana ante ciertas «propuestas» que vienen de fuera. En el nº 900 de Surco el propio Autor explicó el estilo de este «no»:«Aprende a decir que no, sin herir innecesariamente, sin recurrir al rechazo tajante, que rasga la caridad.—¡Recuerda que estás siempre delante de Dios!».6 Vuelve las espaldas al infame cuando susurra en tus oídos: ¿para qué complicarte la vida?La anotación está en el Cuaderno V, nº 669, y fue escrita el 23-III-1932: era miércoles santo, según allí se hace constar. El texto es idéntico al que aparece en la historia redaccional[18], con las variantes que pueden verse en el apcrít. En Cem32 ocupaba el nº 132, pero en la preparación del texto impreso pasó a integrarse en el cap primero.«El infame». Como se señala en Camino/The Way, pg 19 nt 19, el infame es, ante todo, el demonio; pero también los que hacen algunas de esas propuestas (cfr p/5) pueden merecer ese calificativo.7 No tengas espíritu pueblerino. —Agranda tu corazón, hasta que sea universal, «católico».No vueles como un ave de corral, cuando puedes subir como las águilas.El texto está en el Cuaderno VI, nº 911, 20-I-1933[19]:«No tengas espíritu pueblerino. Agranda tu corazón, hasta que sea universal, católico. No vueles como un ave casera, cuando puedes subir como las águilas».En el texto impreso, el «ave casera» deja paso a la más clásica expresión «ave de corral». El tema del águila, con su vuelo de largo alcance como horizonte de la vida espiritual, es una imagen tradicional en la literatura cristiana, que tiene su matriz en la Sagrada Escritura[20]. El contrapunto del «ave de corral» es menos frecuente, pero, con su lenguaje llano, lo utilizó Santa Teresa para censurar a los que frenan a la gente que corre hacia Dios y pretenden, «a los que vuelan como águilas con las mercedes que les hace Dios, quererlos hacer andar como pollo trabado»[21].8 Serenidad. —¿Por qué has de enfadarte si enfadándote ofendes a Dios, molestas al prójimo, pasas tú mismo un mal rato... y te has de desenfadar al fin?Está en el Cuaderno VI, nº 881, 28-XI-1932. Fue escrito, como dijimos, precediendo al p/3. Tienen ambos una estructura literaria muy parecida: una palabra de enunciación, que adelanta el tema –Gravedad... Serenidad–, seguida de la consideración que incita a la reforma personal. He aquí el texto del Cuaderno:«Serenidad. ¿Por qué has de enfadarte, si, enfadándote, ofendes a Dios, molestas al prójimo, pasas tú mismo un mal rato, y no arreglas las cosas..., y te has de desenfadar, al fin?».Nótese la omisión de la frase «y no arreglas las cosas» y la evolución de la puntuación hasta llegar al texto definitivo. Gauger ha hecho notar que el vocabulario y la estructura literaria de este punto de C comportan de manera casi necesaria un debilitamiento en la traducción a otras lenguas, como es el caso de la traducción francesa. «Si bien [ésta] dice lo que dice el texto, su sonido es menos preciso, divertido y concluyente, incluso menos ‘convincente’. El efecto de la contraposición enfadarse - desenfadarse viene potenciado por el hecho de que una palabra esté al comienzo y la otra al final, y por la repetición de ‘has de’»[22].Este punto, como tantos otros de este cap primero, pone al lector «contra las cuerdas». Un joven comentaba a este propósito, en un coloquio con Mons. Escrivá de Balaguer, que él tenía todos los defectos de los que se habla en el primer cap de C. Le contestó:«Eso quiere decir que esos defectos los he tenido yo primero, y probablemente los seguiré teniendo escondidos en mi soberbia»[23].Con esa su natural humildad el Autor nos confirma el carácter autobiográfico de C.9 Eso mismo que has dicho dilo en otro tono, sin ira, y ganará fuerza tu raciocinio, y, sobre todo, no ofenderás a Dios.Texto original en Cuaderno VII, nº 1097, fechado el 30-XII-1933 junto con los otros seis que transcribió ese día[24]. El Autor los hace preceder de la siguiente anotación:«Día 30 de diciembre de 1933: Esta es la primera catalina que escribo en la dirección de la academia DYA»[25].El punto pertenece, pues, a la serie de textos de los Cuadernos que van directamente a la edición de Cuenca, sin circular antes a velógrafo. El texto impreso es idéntico al del Cuaderno VII, con las solas diferencias de puntuación que recoge el apcrít, que son las mismas de Apínt.10 No reprendas cuando sientes la indignación por la falta cometida. —Espera al día siguiente, o más tiempo aún. —Y después, tranquilo y purificada la intención, no dejes de reprender. —Vas a conseguir más con una palabra afectuosa que con tres horas de pelea. —Modera tu genio.Este punto es fruto de la refundición de dos pasajes diversos de los Cuadernos. Comienza transcribiendo una anotación del Cuaderno VII, copiada a la vez que el punto anterior y que es igual a la primera parte del punto («No reprendas … reprender»[26]). A continuación inserta un texto del Cuaderno VI escrito exactamente un mes antes y de contenido igual a la segunda parte del punto[27]. El guionado es de C. Vid p/654 y 656, escritos ya en Burgos, que vuelven sobre la misma idea en el contexto de la «discreción».11 Voluntad. —Energía. —Ejemplo. —Lo que hay que hacer, se hace... Sin vacilar... Sin miramientos...Sin esto, ni Cisneros hubiera sido Cisneros; ni Teresa de Ahumada, Santa Teresa...; ni Íñigo de Loyola, San Ignacio...¡Dios y audacia! —«Regnare Christum volumus!»1El p/11 de C es el más antiguo de los hasta ahora estudiados –5-IV-1931– y uno de los más característicos de este cap[28]. El texto del Cuaderno es idéntico al de C. El guionado y la división en tres párrafos provienen de Cec.Sobre la expresión «¡Dios y audacia!» vid com/401. La fórmula latina «Regnare Christum volumus» es como el contrapunto de la fe al «Nolumus hunc regnare super nos» de la parábola de San Lucas (19, 14). De manera inmediata parece que hay que ponerla en relación con el himno de vísperas de la fiesta de Cristo Rey, que se celebra en la Iglesia Universal desde el año 1925 –año de la ordenación sacerdotal de Josemaría Escrivá–, cuya segunda estrofa (dímetros yámbicos) reza así: “Scelesta turba clamitat / Regnare Christum nolumus”28b.El Autor de C, desde los orígenes del Opus Dei, concentraba en tres expresiones –«Deo omnis gloria», «Regnare Christum volumus», «Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam»– la síntesis de los fines últimos del Opus Dei dentro del fin de la Iglesia[29]. En 10-III-1931, apenas un mes antes de redactar este punto de C, había escrito:«‘Christum regnare volumus’, ‘Deo omnis gloria’, ‘Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam’. Con estas tres frases quedan suficientemente indicados los tres fines de la Obra: Reinado efectivo de Cristo, toda la gloria de Dios, almas»[30].Unos meses después meditaba la trilogía de fines y comprendía –escribe– que la misión que el Señor le había encargado tenía que ser:«una continuada y magnífica afirmación: al «non serviam», «SERVIAM!»: al «no queremos que éste reine», «Regnare Christum volumus», ¡queremos que reine!: a la gloria humana, «Deo omnis gloria»: y finalmente la gran afirmación de la salud para todos: «Omnes, cum Petro, ad Iesum per Mariam»[31].La concatenación de esos tres fines aparece tematizada en un texto de la Instrucción de marzo del 34:«En las líneas anteriores van expuestos por completo nuestros ideales. Consecuencias necesarias de estos ideales son los fines, que lleva a la práctica la Obra.Hemos de dar a Dios toda la gloria. Él lo quiere: gloriam meam alteri non dabo, mi gloria no la daré a otro (Isai. XLII, 8).Y por eso queremos nosotros que Cristo reine, ya que per ipsum, et cum ipso, et in ipso, est tibi Deo Patri Omnipotenti in unitate Spiritus Sancti omnis honor et gloria; por Él, y con Él, y en Él, es para ti Dios Padre Omnipotente en unidad del Espíritu Santo todo honor y gloria (Canon de la Misa).Y exigencia de su gloria y de su reinado es que todos, con Pedro, vayan a Jesús por María»[32].Toda la dinámica que expresa la doxología de la Plegaria eucarística exige, según el Autor, el reinado de Cristo, el «efectivo reinado de Cristo en toda la sociedad»[33].Estas fórmulas –especialmente en sus abreviaturas: D.O.G., R.Ch.V., O.c.P.a.I.p.M.– aparecen «sembradas» por todas partes en los escritos «fundacionales» de San Josemaría y de manera especialmente intensa en sus Apínt. El tema, que irá saliendo necesariamente a lo largo de estas glosas a los puntos de C, se encuentra formalmente en los p/11, 301, 315, 347, 426, 472, 538, 754, 832, 833, 906, 969. Véanse especialmente com/301, 347, 832 y 833.La expresión «Regnare Christum volumus» ocupa un lugar central en la comprensión de la economía salvífica que tiene San Josemaría33b. El tema se hallaba en plena efervescencia en la conciencia católica de la época: estaba reciente la encíclica Quas primas, sobre la realeza de Cristo (1925), y se había instaurado con solemnidad la fiesta litúrgica de Cristo Rey[34]. En el ambiente católico, de los países latinos especialmente, el resurgir de la devoción a Cristo-Rey aparecía unido, de manera más o menos difusa, a determinadas opciones de carácter temporal, incluso político. Lo interesante es notar que en el pensamiento del Autor el «Regnare Christum volumus» tuvo siempre una neta significación espiritual, que en el lenguaje conciso de C se expresa, por ej, en el «puñado de hombres ‘suyos’» (p/301) que hacen falta para que Cristo reine, porque la crisis mundial es «crisis de santos»; y también en el p/347, que retoma la idea en clave apostólica: «un apostolado de carácter profesional»[35]. Así reina Cristo y se da a Dios toda la gloria.Quizá sea éste el momento de transcribir uno de los autógrafos más próximos a la fecha fundacional del Opus Dei que se conservan. Es una pequeña y amarillenta ficha que dice así y con esta disposición: «Omnes, cum Petro, ad Jesum per Mariam Deo omnis gloria Actio - Oratio - Expiatio ServiamReconoce la Sta. Madre Teresa de Jesús, en el cap. II de sus Fundaciones, que una de las manifestaciones de la Omnipotencia Divina es dar osadía a personas flacas para cosas grandes, en su servicio, y, acogiéndome a lo de la osadía y flaqueza, me atrevo a pensar siempre en lo que pienso...A - O - EHágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada, la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas. Amén. Amén»[36].Santa Teresa de Jesús y San Ignacio de Loyola, a los que San Josemaría tenía una gran devoción personal, aparecen, en éste y en otros lugares del libro, como figuras eminentes de la santidad y, aquí en concreto, de esa entrega sin reservas que se propone a los lectores.El Cardenal Cisneros (1437-1517), dotado de un carácter enérgico, fue el primer promotor de la llamada «Reforma católica» en España: fomento de la espiritualidad, reforma de Órdenes religiosas, Universidad de Alcalá, Biblia políglota complutense, etc. La figura de este personaje de la historia de España ha ofrecido dificultad a los traductores del libro. Las ediciones alemana, inglesa, americana y francesa optaron, con permiso del Autor, por suprimir la referencia al Cardenal. Otros editores decidieron añadir una pequeña nota explicativa a pie de página[37].12 Crécete ante los obstáculos. —La gracia del Señor no te ha de faltar: «inter medium montium pertransibunt aquae!»1 —¡pasarás a través de los montes!¿Qué importa que de momento hayas de recortar tu actividad si luego, como muelle que fue comprimido, llegarás sin comparación más lejos que nunca soñaste?Hasta aquí, C reproduce el texto de Cec. El p/12 es el primero que no procede de la edición de Cuenca, sino de la ampliación realizada durante la guerra civil española. Es una octavilla de las que hemos llamado Bl (dorso en blanco, período de Burgos).En el punto pueden distinguirse dos partes, que corresponden a los dos párrafos. Detrás de la segunda está, según Juan Jiménez Vargas, la inmediata experiencia del clima entre los refugiados en las embajadas durante la guerra civil: «la inactividad forzosa de los meses de encierro en Madrid en 1937», que aparecía como un obstáculo insalvable[38]. Jiménez Vargas continúa: «Lo que está claro es que la primera parte: ‘inter medium montium...’, tenía ya desde mucho antes un profundo significado sobrenatural: que no habría obstáculos que pudiesen detener el apostolado de la Obra»[39].En la historia espiritual de San Josemaría hay, efectivamente, que remontarse más atrás. El primer documento sobre el tema que he podido encontrar es este pasaje de Apínt, escrito el domingo 13-XII-1931[40]:«Ayer almorcé en casa de los Guevara[41]. Estando allí, sin hacer oración, me encontré –como otras veces– diciendo: «Inter medium montium pertransibunt aquae» (Ps. 103, 11). Creo que, en estos días, he tenido otras veces en mi boca esas palabras, porque sí, pero no les di importancia. Ayer las dije con tanto relieve, que sentí la coacción de anotarlas: las entendí: son la promesa de que la Obra de Dios vencerá los obstáculos, pasando las aguas de su Apostolado a través de todos los inconvenientes que han de presentarse».El evento, no único en la vida de San Josemaría, debe ser notado: textos de la Escritura Sagrada que se le vienen al corazón y a la boca (vid com/103). Sin estar haciendo oración –subraya–, en conversación familiar con los amigos. En sus notas a Apínt (nt 1346), Álvaro del Portillo califica el fenómeno como «locución intelectual», que comporta un «oír dentro de su alma»; y en otro lugar menciona lo que le dijo, a este propósito, el Fundador: «sin ruido de palabras, pero que permanecían grabadas a fuego en mi alma»[42]. Las palabras las decía él –«como otras veces», agrega–, pero esa vez vino la locución interior. Evidentemente así lo sentía Escrivá –«las entendí»–, como se deduce también de este pasaje de su predicación –seis años después– en la Legación de Honduras:«Dios mío, ¿me habré yo desgajado de ti? Pero esto no es posible, Señor; yo no quiero abandonarte y yo sé que Tú no me abandonas. Aún recuerdo la voz que, en días de borrachera de gracia, decía: Inter medium montium pertransibunt aquae!, que es como señalar: las aguas de mi Obra sobrepasarán los montes»[43].La inteligencia espiritual del verso que le es concedida presupone la lección pertransibunt. En efecto, en contraste con las ediciones usuales de la Escritura en castellano, el tiempo futuro que domina este salmo en la Vulgata –ya lo hacía la versión de los Setenta y se mantiene en la Neovulgata– invita a leer el texto en sentido espiritual, trascendiendo en clave escatológica la inmediata contemplación de la belleza y el orden de la Creación. Por eso la Iglesia lo utiliza en la solemnidad de Pentecostés para mostrar en las aguas la efusión del Espíritu, que todo lo supera y transforma[44]. «Las aguas pasarán»: son estas aguas –dice San Jerónimo– «las obras santas de los justos»[45].Este verso del salmo será en adelante una piedra miliar en la vida del Autor de C y un leit motiv de su predicación. He aquí un texto de abril de 1934 dirigido a los entonces jóvenes miembros del Opus Dei:«Para pegar tu locura a otros apóstoles, no se me ocultan los obstáculos que encontraréis. Algunos podrán parecer insuperables..., mas inter medium montium pertransibunt aquae (Ps CIII, 10): y el espíritu sobrenatural de la Obra y el ímpetu de vuestro celo pasarán a través de los montes, y venceréis esos obstáculos»[46].El punto, tal como lo leemos en C, podría haber sido redactado ya en junio-agosto de 1937, durante el refugio en la Legación de Honduras. Sin embargo, me inclino a pensar, desde el análisis de la documentación, que fue escrito al año siguiente en Burgos. En el material de meditaciones para los EjEsp que predicó en el Palacio Episcopal de Vitoria, agosto de 1938, hay un guión –el nº 111– en el que se lee:«Crecerse ante los obstáculos: inter medium montium... (Ps CIII, 10): el muelle».Con este guión delante, a mi parecer, escribió en Burgos la redacción definitiva –la «gaitica»– del p/12 (y de otros muchos, que iremos señalando, que pasaron desde estos guiones a C; vid sobre el tema IntrodGen § 7, 3, b). La segunda parte del punto (el «muelle que fue comprimido») refleja su predicación desde febrero de 1935, cuando hubieron de dejar por falta de medios uno de los pisos que integraban la Residencia de Estudiantes de Ferraz 50 y temía San Josemaría que cundiera el desánimo[47]. Isidoro Zorzano, desde Málaga, escribe a Madrid, después de conocer el «retroceso», apoyando la decisión de Escrivá:«Por vuestra detallada carta entérome de las novedades habidas en este mes; también yo he considerado el asunto y me adhiero en todo a la determinación que habéis adoptado; es una medida de prudencia que encaja perfectamente con nuestro espíritu y el de la Obra: nos comprimimos ahora para que, en este periodo embrionario, adquiramos la elasticidad necesaria, a modo de muelle, y dar, a su debido tiempo, el gran salto de tigre»[48].La imagen del muelle, muy de ingeniero, debió gustar al Autor, que la utiliza en su predicación y la retiene al redactar este punto de C.13 Aleja de ti esos pensamientos inútiles que, por lo menos, te hacen perder el tiempo.Tras la «novedad» que representa el p/12, C vuelve al texto de Cuenca. Pertenece este p/13 a la serie de consideraciones que pasaron directamente desde los Cuadernos a Cec, sin circular antes a velógrafo. Su original manuscrito, seguido del p/15, se encuentra en el Cuaderno VII, nº 1139, 20-II-1934. Pasa a Cec con la variante señalada en apcrít.14 No pierdas tus energías y tu tiempo, que son de Dios, apedreando los perros que te ladren en el camino. Desprécialos.Original en el Cuaderno VI, nº 834. Fecha: «Vísperas de la Dedicación del Arcángel S. Miguel: 28-IX-932». Así escribe el Autor al comenzar una larga sentada sobre su Cuaderno de Apuntes, en el que –junto a otros seis puntos[49]– se encuentra este p/14 con la siguiente redacción:«No pierdas tus energías y tu tiempo, apedreando a los perros que te ladren. Desprécialos».Como se ve, al escribir el borrador para el velógrafo añadió estas precisiones: «que son de Dios» y «en el camino».«Apedrear los perros que te ladren». Es una expresión que viene de los clásicos, que la emplearon en el mismo sentido[50]. Despreciar significa aquí «no prestar atención», «seguir adelante». Es una exhortación a «cabalgar» decididamente, a seguir el camino que Jesús nos traza, sin dejarnos detener por las incomprensiones, que son inevitables. Esa «cabalgada» aparecerá de nuevo en la predicación de Honduras:«Aún puede haber otro obstáculo para mi labor, para la labor de la Obra: la falta de comprensión y cordialidad por parte de personas buenas e influyentes. Es un inconveniente con el que es preciso contar. Hasta ahora no vino con fuerza, pero puede llegar impetuosa esta prueba: que quienes debieran comprender y ayudar como hermanos a los que trabajamos por Cristo, se opongan abierta o encubiertamente a nuestra labor. ¿Y entonces? Entonces, cuando el Señor consienta esta otra cruz, la contradicción de los buenos, haré oídos de mercader; porque, si estoy seguro de la Voluntad de Dios, ¿qué me pueden importar las críticas humanas, aunque procedan de personas muy calificadas? ¿Ladran?; señal de que cabalgamos»[51].Lo cual es perfectamente compatible con el bíblico «dar razón, a quien os la pida, de la esperanza que hay en vosotros» (1 P 3, 15). La doctrina de este punto se repetirá en distintos tonos a lo largo del libro: vid p/479, 650 y, sobre todo, p/688 con su com.15 No dejes tu trabajo para mañana.Original en Cuaderno VII, nº 1139, 20-II-1934, con texto idéntico. Vid lo que ya se dijo en el p/13. En la propuesta de «reforma personal», a la que se dedica este cap, este lacónico punto es de la máxima importancia. El tema, que arranca también de los clásicos –«in rebus gerendis tarditas et procrastinatio odiosa»[52]–, constituye una dimensión muy destacada en el estilo de vida espiritual que domina el libro. Es recurrente no sólo en C (vid p/17 y 251) sino en toda la predicación de su Autor. Un texto fundamental es éste, dirigido a todos los fieles del Opus Dei en 1935:«Practicad vosotros e inculcad en los jóvenes este convencimiento: en nuestro diccionario sobran dos palabras: mañana y después. ¡Hoy y ahora! No dejéis la labor para luego, y haced que no la dejen. Pronto llegaréis a comprender cómo, en igualdad de condiciones, y aun en inferioridad de condiciones de talento, cultura, etc., el que vence la pereza de modo habitual –hoy, ahora– es el que domina siempre. El retardar –mañana, después– estropea todo el apostolado»[53].El Autor de C –primero, en este p/15, y después en los p/17, 251, 253 y 254; vid también p/822– parece estar glosando, en el campo de la praxis humana, el célebre soliloquio de San Agustín, a propósito de posponer el encuentro con la verdad: «Cras veniam; ecce manifestum apparebit, et tenebo»[54]: ya vendré mañana, y todo estará claro y mi adhesión, segura... Dilación que contrasta con su urgencia de conversión en la famosa escena del huerto, que gravitará de continuo en la doctrina de Josemaría Escrivá:«¿Hasta cuándo, hasta cuándo el ¡mañana, mañana!? ¿Por qué no ahora? ¿Por qué no poner fin, ahora mismo, a mis torpezas?»[55].Transcribo una ficha autógrafa del año 1935:«Hoy, ahora. No me dejéis las cosas para mañana»[56].Otra, tomada de un guión de predicación sobre «Cristo resucitado»:«Et valde mane una sabbatorum. No, para luego, para mañana. ¡Ahora, hoy!»[57].Incluso en medio de las penalidades de la guerra civil, la «inminencia» del tiempo que urge está viva:«Escribe con todo detalle a Paco [Botella], y que éste informe a Eugenio [Sellés] y a Perico [Casciaro], y ‘todos se muevan’, sin dejar las cosas para después, ni para mañana. No se puede abandonar reclamación de tanta trascendencia. Es preciso ‘continuamente’ estar encima, hasta el final […] No dejéis las cosas para mañana: ¡¡¡hoy!!!»[58].Este «hodie, nunc», que predicaba de continuo para referirse a las responsabilidades cotidianas, siendo tan inmediatamente operativo, está atravesado en San Josemaría de sentido escatológico, es decir, de urgencia en la respuesta al Dios que llama y que llega. La intuitiva traducción que un residente del hoy Colegio Mayor de La Moncloa (Madrid) –no precisamente un latinista– hizo de estas palabras, que formaban la leyenda de un repostero, divertía mucho al Autor. Era teológicamente certera: «hoy o nunca»...En Surco, 155 San Josemaría da la razón de fondo de su pensamiento:«Siempre he pensado que muchos llaman ‘mañana’, ‘después’, a la resistencia a la gracia».Vid p/253, 254 y 711, donde el tema «hoy, ahora» se aborda en el ámbito de la conversión personal. Vid también p/404.16 ¿Adocenarte? ¿¡Tú... del montón!? ¡Si has nacido para caudillo! Entre nosotros no caben los tibios. Humíllate y Cristo te volverá a encender con fuegos de Amor.Fue escrito en el Cuaderno VI el día 19-I-1933[59]. Comenzó anotando (nº 906):«Tengo muchas catalinas sin copiar. Por fuerza, perderán frescura, intimidad, al anotarlas ahora: y es que no sé cómo me arreglo, pero ando siempre atropelladísimo de tiempo...».El que sería p/16 se encuentra en el nº 908 del Cuaderno, con un tenor literal que es prácticamente el mismo[60].El término «caudillo», frecuente en C[61] como en muchos otros autores de la época y en los más variados sectores, es de viejo abolengo en la lengua castellana. Lo encontramos desde el Liber Regum[62] y Gonzalo de Berceo[63] hasta nuestros días, pasando por Ignacio de Loyola[64], Fray Luis de León, Lope de Vega[65], de manera notable Calderón de la Barca[66], y los escritores del siglo XIX[67] y por supuesto, como digo, del XX[68]. La idea predominante en el término es la de jefe, guía, primariamente en el terreno militar y derivadamente en el social, religioso y político; guía que debe ser para bien[69], pero que puede ser para mal. En la cultura contemporánea el mensaje del término se expresa en la palabra leader, introducida desde el ámbito anglosajón en casi todos los idiomas.La primera vez que aparece el término en C es aquí y en el p/19, escritos ambos al iniciarse el año 1933 y ya presentes en la edición de Cuenca (1934)[70]. En ambos casos el uso del término no es socio-elitista (la masa – el caudillo), sino paradójico: no a uno sino a todos los lectores se les dice que «han nacido para caudillos». Es una manera vibrante y dialéctica de predicar la universal llamada a la santidad y la responsabilidad apostólica de todos los cristianos.En C, a mi parecer, «caudillo» designa al cristiano metido en la vida del mundo y que se hace consciente de una doble responsabilidad. Responsabilidad, ante todo, delante del Dios que llama a una entrega plena a su voluntad: «responder» a Cristo que pasa y llama a la santidad y al apostolado, empezando por la reforma personal de la propia vida. A la vez, y de manera muy acusada ante el ambiente de la época, la responsabilidad de concurrir briosamente a la gran batalla cultural y científica que se libra en la historia, sacudiendo el absentismo y la inercia en esos campos –enfermedades endémicas de los católicos en muchos países– para estar presente en ellos con categoría profesional y con el consiguiente prestigio y, por supuesto, con ese «fuego de Cristo» de que se habla en el p/1. Por eso escribe San Josemaría en enero de 1935, dirigiéndose a los fieles del Opus Dei:«Fomentad en los muchachos[71] todas sus ambiciones nobles, sobrenaturalizándolas. Dejadles: tienen razón: hay que ser... sabios, audaces, santos. Repetidles muchas veces, en todos los tonos, que no pueden quedarse en el montón: porque han nacido para caudillos»[72].Ser caudillo –vivir aquella doble responsabilidad– es ser «cabeza de fila» e implica, pues, «dominar el carácter, estudiar mucho, cultivar el espíritu de servicio y, sobre todo, estar muy unidos a Dios, para poder llevarle muchas almas, con un incesante apostolado»[73]; por tanto, mover a otros, guiarles, arrastrarles al seguimiento de Cristo y a la santificación de las realidades humanas (vid p/19). Por eso, ya desde este p/16, el paradójico camino para ser «caudillo» es la humillación...:«Humíllate y Cristo te volverá a encender con fuegos de Amor».17 No caigas en esa enfermedad del carácter que tiene por síntomas la falta de fijeza para todo, la ligereza en el obrar y en el decir, el atolondramiento...: la frivolidad, en una palabra.Y la frivolidad —no lo olvides— que te hace tener esos planes de cada día tan vacíos («tan llenos de vacío»), si no reaccionas a tiempo —no mañana: ¡ahora!—, hará de tu vida un pelele muerto e inútil.Texto procedente también del Cuaderno VI, nº 862. Fecha: 4-XI-1932. Tenor literal prácticamente idéntico.Se diría que la situación aquí descrita, que en lo humano es una «enfermedad del carácter», es «en lo sobrenatural» el inicio de la tibieza. Vid cap de este nombre, especialmente p/331 y su com.18 Te empeñas en ser mundano, frívolo y atolondrado porque eres cobarde. ¿Qué es, sino cobardía, ese no querer enfrentarte contigo mismo?El texto procede a la letra del Cuaderno VII, nº 1096, y lleva la fecha de 30-XII-1933[74]. No circuló, pues, a velógrafo y fue dado a conocer en la edición de Cuenca.Este punto señala la causa de la situación descrita en el punto anterior. El Autor encamina sus consideraciones a que el lector se enfrente con la necesidad de esa seria «reforma personal» de que hablábamos en la Introd al cap. Vid en p/348 otra forma de «cobardía».19 Voluntad. Es una característica muy importante. No desprecies las cosas pequeñas, porque en el continuo ejercicio de negar y negarte en esas cosas —que nunca son futilidades, ni naderías— fortalecerás, virilizarás, con la gracia de Dios, tu voluntad, para ser muy señor de ti mismo, en primer lugar. Y, después, guía, jefe, ¡caudillo!..., que obligues, que empujes, que arrastres, con tu ejemplo y con tu palabra y con tu ciencia y con tu imperio.Sobre el término «caudillo» vid supra p/16. Este texto es anterior en fecha: 5-I-1933[75]. Se encuentra en el Cuaderno VI, nº 901:«Voluntad. Es una característica muy importante de los socios[76]. Que no desprecien las cosas pequeñas, porque con el continuo ejercicio de negar y negarse en esas cosas –que nunca son futilidades, ni naderías– fortalecerán, virilizarán, con la gracia de Dios, su voluntad, para ser muy señores de sí mismos, en primer lugar; y después, guías, jefes, ¡caudillos!..., que arrastren, que obliguen, que empujen, con su ejemplo y con su palabra y con su ciencia y con su imperio».La redacción del punto, comparada con su original en el Cuaderno VI, muestra una de la formas recurrentes del tipo de modificación a que San Josemaría sometía a sus manuscritos originales al sacarlos de su intimidad para darlos a conocer a otras personas y finalmente echarlos «a la calle». En el Cuaderno está hablando de algunos aspectos del espíritu que propone a los fieles del Opus Dei. Redacta, pues, en tercera persona y en estilo indirecto: «Que no desprecien las cosas pequeñas». Al pasar a C, el pasaje cobra el característico estilo dialógico del libro: «No desprecies las cosas pequeñas». El Autor ve con toda claridad que eso que dice a los fieles del Opus Dei puede y debe ser propuesto a todos los cristianos. «Es una característica muy importante»... de todos los que lo entiendan[77].La doctrina de este punto parece como el desarrollo en positivo del texto de Si 19, 1: «El que desprecia las cosas pequeñas, poco a poco caerá»[78]. Por tanto, quien cuida las cosas pequeñas... Vid p/816 y 828 y el cap «Cosas pequeñas».«Virilizarás tu voluntad». Es una expresión frecuente en C (vid p/144, 615, 833, 856), que, como se dijo, nada tiene que ver con un «lenguaje discriminatorio hacia la mujer». Vid com/4. En los años en que se escribe el libro, la expresión no ofrecía problema en el horizonte cultural y el sentido de los textos siempre fue patente para los lectores y las lectoras, que perciben cómo en el lenguaje de Escrivá la palabra «virilizar» connota más la «vis» que el «vir»[79]. Éste es, por otra parte, el uso continuo de los términos y del tema en la gran literatura clásica, que leía con tanta frecuencia[80].Por lo demás, hay puntos de C cuyo origen redaccional está en la labor apostólica directa con varones, que es a la que más dedicaba su tiempo en aquellos años Josemaría Escrivá. Estos puntos piden evidentemente, desde que fueron escritos, una lectura analógica por parte de las mujeres. Es el caso, por ej, del p/888. Otros tienen origen autobiográfico, o son interpelaciones que el Autor se hace a sí mismo y derivadamente a los demás, hombres y mujeres. Éste es el caso a mi parecer del p/22, que prolonga en cierto sentido la problemática que acabamos de abordar.20 Chocas con el carácter de aquél o del otro... Necesariamente ha de ser así: no eres moneda de cinco duros que a todos gusta.Además, sin esos choques que se producen al tratar al prójimo, ¿cómo irías perdiendo las puntas, aristas y salientes —imperfecciones, defectos— de tu genio para adquirir la forma reglada, bruñida y reciamente suave de la caridad, de la perfección?Si tu carácter y los caracteres de quienes contigo conviven fueran dulzones y tiernos como merengues, no te santificarías.Texto del Cuaderno VI, nº 1008, escrito el día 15-V-1933. La división en tres párrafos se introduce en Cec. Tal vez gravite en la redacción de este punto el recuerdo de don Elías Ger Puyuelo, profesor de Instituciones Canónicas en el Seminario de Zaragoza. El Autor tuvo siempre una alta estima por este sacerdote, prudente y gran conocedor de las almas, y don Elías también estimó mucho a su alumno. En un momento de contradicción para el futuro Autor de C, en plena clase el profesor contó esta «parábola»:«Había una vez un comerciante que compraba canela en rama, y luego la pasaba por un molino de bolas muy bueno, que la convertía en polvo finísimo. Tenía un inconveniente, y es que cada vez que se estropeaba una de las bolas tenía que pedir ex professo el recambio a una fábrica de Alemania. Hasta que un día se le gastaron todas las bolas y, cansado de tener que esperar a que llegaran de aquel país, se fue al lecho de un río, y tomó tres cantos rodados, duros como el pedernal, de tamaño más o menos parecido a las bolas originales. Los metió en el molino, y empezó a darles vueltas y vueltas... Al cabo de quince días, estaban pulidos y redondos como las bolas alemanas, y molían la canela perfectamente. (...) De esta misma manera hace Dios Nuestro Señor con las almas a las que quiere. ¿Me entiendes, Escrivá?, concluyó don Elías»[81].«Moneda de cinco duros». Alusión a la moneda de oro, de 25 pesetas, muy celebrada en los años veinte.21 Pretextos. —Nunca te faltarán para dejar de cumplir tus deberes. ¡Qué abundancia de razonadas sinrazones!No te detengas a considerarlas. —Recházalas y haz tu obligación.Texto tomado de Cuaderno VI, nº 969. Día de la Anunciación, 25-III-1933[82]. Tenor literal idéntico[83], pero el guionado y la división en dos párrafos es de Cec.«¡Qué abundancia de razonadas sinrazones!»: una aliteración típica del estilo literario de C, que vuelve a aparecer en Surco, 464 («Mira qué conjunto de razonadas sinrazones te presenta el enemigo, para que dejes la oración») y de alguna manera en C p/99383b.22 Sé recio. —Sé viril. —Sé hombre. —Y después... sé ángel.Anotado en el Cuaderno VI, nº 905, el 9-I-1933, junto con otros dos puntos[84]. Era el día de su cumpleaños. Así comienza (nº 904) lo que escribió ese día:«Día nueve de enero de 1933: ¡Treintaiún años!... Ya hablaré de esto luego. Ahora tomaré unas catalinas, que llevo anotadas».Después de copiar los tres futuros puntos, habló en efecto del tema (nº 905):«¡31 años! Dios mío: nunc coepi, nunc coepi!... Madre de los Besos[85], San José –Padre y Señor–, Angel de mi Guarda, Madre Teresa, Animas benditas..., santos y ángeles todos, sedme testigos: nunc coepi, nunc coepi!... –O.c.P.a.I.p.M.»[86].El punto es idéntico al texto de Apínt, excepto el guionado, que es de Cec. El tema «sé ángel» merece un apunte, pues toda la espiritualidad de C, siendo tan radical en la exigencia cristiana, está pegada a la tierra, sin «angelismos». De ahí comentarios como este otro, escrito dos años después:«Es necesario advertirles que viven entre hombres; no entre ángeles. Que no se escandalicen, si ven algo menos edificante entre los buenos»[87].Pero volvamos al texto, cuyo sentido no es inmediatamente obvio. Caben dos lecturas del mismo.Según la primera, que apuntábamos en com/19, este p/22 sería una autointerpelación del Autor, que parece desplegar ante sí como una gradación cuasimetafísica del proceso de santificación y divinización del hombre. En este caso no serían sinónimas las tres primeras apelaciones, sino de alguna manera diferenciadas, aunque las dos primeras sumamente próximas, pues el «sé viril» no es sino la concreción masculina del «sé recio» (vid com/19). No constituirían, por tanto, una única «etapa»: ser hombres, para pasar a la segunda: ser ángeles. La gradación establecida sería: cultivo de las virtudes humanas (voluntad), primero, y, así, «ser hombre», con pleno desarrollo de la vida y conocimiento intelectual. Pero para el Autor no es suficiente ser hombre: y después ¿qué? Después... Los puntos suspensivos preparan en el texto la paradoja: después... «ser ángel». Ésta sería la tercera etapa. La alusión al ángel aquí sería, como digo, una forma paradójica –tan frecuente en el libro– de aludir a una realidad más alta, que viene del Cielo y se mete en el hombre: vivir vida divina, vida de unión con Dios, la divinización de la criatura[88].Pero también podría entenderse el p/22 como una crítica aguda, incluso irónica, al «angelismo», es decir, como una forma de afirmar lo que de manera tan continua –incluso en la estructura misma del libro– sostendrá el Autor: que las virtudes humanas, y lo humano en general, son el «soporte» histórico de lo divino, en analogía con el misterio de la Encarnación y en contraste con ciertos «espiritualismos» de la época. El carácter paradójico del punto se haría aún más evidente. Su sentido se podría explicitar así: ¿Sueñas con ser ángel? Bien. Pero, ante todo, sé hombre.A otra tradición espiritual responde, según mi lectura de los textos, el tema «vivir como ángeles» en el p/122. Vid allí el com.23 ¿Que... ¡no puedes hacer más!? —¿No será que... no puedes hacer menos?Procede del Cuaderno VI, nº 1075. Escrito, junto a otros seis puntos, el 6-XI-1933[89]. No circuló, pues, a velógrafo. Sin variantes. Punto que ha ofrecido, al parecer, dificultades para su traducción a algunos idiomas: no es cómoda de expresar la idea, ese paso del «hacer más» al «hacer menos». En castellano me parece claro que es un modo irónico de decir, fuertemente interpelativo. No sé si tendrá que ver con esta dificultad la lección –claramente equivocada– que se introdujo en el texto impreso desde Cuenca hasta la 19ª edición (se rectificó en la 20ª) y que se anota en el apcrít. En el Cuaderno está el «Que» sin acento, lo mismo que en el original para la imprenta (en el que el Autor rectifica expresamente a Cec). Las ediciones han seguido oscilando entre una y otra lección, pero las más cuidadas, como son la 20ª y la 27ª optan por la lección que aceptamos, y a ellas siguen las ediciones póstumas, al menos desde la 40ª a la 65ª edición.24 Tienes ambiciones:... de saber..., de acaudillar..., de ser audaz.Bueno. Bien. —Pero... por Cristo, por Amor.El texto base se encuentra en el Cuaderno VI, nº 1043, de 26-VII-1933[90]. De ahí procede sin duda, pero sometiendo el pasaje original a una intensa reelaboración para adaptarlo al estilo del libro. En el Cuaderno se lee:«El sacerdote de la Obra debe fomentar en la juventud nuestra todas las nobles ambiciones, sobrenaturalizándolas... Hay que ser... sabios, caudillos, audaces: y el sacerdote rectifica: por Cristo, por Amor. –Lo que acabo de escribir, lo practico y veo que da hermosos resultados».Lo que en Apínt es un criterio que anota –a partir de su experiencia– para la formación de los sacerdotes incardinados en la Prelatura del Opus Dei, en C aparece puesto en práctica: es, en efecto, un diálogo en el que el Autor responde a un joven que tiene nobles ambiciones. La transformación literaria del texto es total. Y de paso, la alusión al sacerdote desaparece: si de lo que se trata es de orientar a otros, el criterio es válido para todos, sea quien sea el que anime y oriente. Vid lo dicho en p/16, que tiene gran proximidad temática. Sobre la «audacia» en C vid com/402[91].25 No discutáis. —De la discusión no suele salir la luz, porque la apaga el apasionamiento.El original de este número se encuentra manuscrito al dorso de la última hoja de un ejemplar de Cem33: precisamente el que el Autor entregó al P. Sánchez, su confesor, en julio de 1933 (vid IntrodGen § 3, 4). Éste se lo devolvió el 12 de agosto, como allí consta. Ese mismo día lo utilizó como «cuartilla» para sus notas y escribió a lápiz el punto de C. Al final de la jornada lo copió en su Cuaderno, donde se encuentra, fechado en ese día, nº 1050. Es uno de los tres puntos procedentes de la edición de Cuenca, de los que conocemos una fase redaccional anterior a los Cuadernos; los otros son: p/58 y p/172.Una breve glosa. La palabra «discusión» tiene en el lenguaje coloquial del libro la acepción del término que podría llamarse «popular»[92]. Discutir, en ese sentido, suele incluir el apasionamiento, como dice el Autor, que solía contraponer, a este estilo de discusión (expresión popular: «tirarse los trastos a la cabeza»), lo que él llamaba «estudiar los asuntos»; estudio que comporta la «discusión» en el sentido noble de la palabra.26* El Matrimonio es un sacramento santo. —A su tiempo, cuando hayas de recibirlo, que te aconseje tu director o tu confesor la lectura de algún libro provechoso. —Y te dispondrás mejor a llevar dignamente las cargas del hogar.Punto redactado en Burgos febrero-julio de 1938, lo mismo que el siguiente. A pesar de la proximidad temática, parecen estar distanciados en su redacción. Éste lo escribió en una octavilla de papel barato y el p/27 en un trozo de papel más pequeño, semejante al usado para escribir otros puntos. Ambas son octavillas Bl.El Autor, que está trasladando a C los puntos de Cec por el mismo orden que allí los encuentra, introduce ahora, delante del p/28, que aborda una temática semejante, estos dos puntos nuevos. El conjunto son tres pinceladas sobre matrimonio y celibato.Este p/26 contiene un criterio claro para la preparación de la juventud al matrimonio: la lectura de una adecuada bibliografía sobre el tema. Este criterio, tan descuidado entonces, hoy tiene el fuerte desarrollo que conocemos en la pastoral de los cursos de preparación al matrimonio. Como siempre, el criterio para los orientadores de la juventud aparece en el punto de C en forma dialógica.Pero el «clima» familiar y directo de la predicación de Escrivá sobre el tema aparece sobre todo en los otros dos puntos, en los que se contempla, a la vez, el matrimonio y el celibato. Ese «a la vez» es característico del Autor.27* ¿Te ríes porque te digo que tienes «vocación matrimonial»? —Pues la tienes: así, vocación.Encomiéndate a San Rafael, para que te conduzca castamente hasta el fin del camino, como a Tobías1.Octavilla Bl. Si el p/26 contiene un «criterio», el p/27 refleja una continuada «experiencia» del Autor, ya narrada en un documento de 1935[93], del que este punto de C es como una nueva versión. La experiencia a la que aludo es la del desconcierto que su conversación y su predicación producía en aquellos años treinta cuando hablaba de «vocación matrimonial». En este p/27 el desconcierto se expresa en la risa juvenil: creían que San Josemaría hablaba en broma.«Vocación» era entonces, prácticamente, igual a «vocación religiosa» o a «vocación sacerdotal». «Tener vocación» era –y todavía lo es en la mentalidad de muchos– irse a un convento o a un seminario. La gente corriente dice (o piensa) que no tiene vocación[94]. Ya era sorprendente para el interlocutor que aquellos compañeros de la Universidad, con los que compartía afanes e ilusiones y que sabía entregados a Dios en el celibato apostólico, tuviesen una verdadera vocación. Pero ¿tener vocación al matrimonio?... El Autor: «Pues la tienes: así, vocación». Habla incluso de una especial vocación:«Hacedles ver el noble derrotero de un cristiano padre de familia; y cómo se precisan padres de familia virilmente piadosos; y cómo se necesita, sin duda, una especial vocación para ser padre de familia –muchos nunca habrán oído hablar así–; y cómo ellos parecen llevados por Dios por ese camino, si procuran luchar, y ennoblecer con esa lucha su conducta...»[95].Para el tema de San Rafael y Tobías en relación con la vocación al matrimonio, vid p/360.28 El matrimonio es para la clase de tropa y no para el estado mayor de Cristo. —Así, mientras comer es una exigencia para cada individuo, engendrar es exigencia sólo para la especie, pudiendo desentenderse las personas singulares.¿Ansia de hijos?... Hijos, muchos hijos, y un rastro imborrable de luz dejaremos si sacrificamos el egoísmo de la carne.El origen redaccional del punto está en una anotación del Cuaderno V, nº 457, de fecha 7-XII-1931[96]. Describe uno de sus paseos –por la Castellana, al final de la tarde–, que en aquella época eran su modo de trato con universitarios:«Anoche hablamos por teléfono con Adolfo[97] y quedamos en encontrarnos a las ocho y cuarto en la marquesina central del metro en la puerta del Sol. Fui con Pepe R. y allí vino también Adolfo con un señor. Paseamos por la Castellana, donde no había nadie. Me acompañaron a casa. Ese señor, que vino con Adolfo, ya no es joven. (Yo llamo jóvenes a los que no han hecho los treinta.) Pero tampoco, en justicia, puede llamársele exjoven. Me gustó: le recomendé el confesonario de D. Norberto. Hablamos de muchas cosas espirituales».En esa conversación se forjó el futuro punto de C:«Explané las siguientes ideas: Que el matrimonio es para la clase de tropa, no para el estado mayor de Cristo. Por eso, mientras comer es una exigencia etc.».Hasta aquí, el texto que está en la base, casi literal, del p/28. Pero en éste no se recoge el final de aquella conversación, que me parece del máximo interés. Helo aquí:«¡Bendito sea mi celibato!», terminé. «¿El celibato eclesiástico?», me preguntaron. –«No –contesté– el mío».El Autor quiere exponer de forma incisiva la doctrina tradicional de la Iglesia, sobre la que se pronunció el Concilio de Trento: que el celibato apostólico, es objetivamente superior al matrimonio[98]. Pienso, con todo, que Escrivá tiene una peculiar forma de entender esa superioridad objetiva del celibato. Por eso me ha parecido interesante transcribir el final de aquella conversación de hace setenta años. No es la realidad institucional y codificada lo que él bendice y agradece, sino el don: la realidad personal, vocacional del celibato –¡el mío!–, que puede recibirse en los distintos estados de la vida, y que el Autor concebía como disponibilidad abierta a todos los planes de Dios. El hombre casado –cristianamente casado–, por la naturaleza de su situación, tiene una disponibilidad no subjetivamente, pero sí objetivamente condicionada. Y ambos, celibato y matrimonio, pueden ser vocación –«así, vocación»– a la plenitud de vida cristiana, y un hombre o una mujer casados son capaces de alcanzar grados de santidad y entrega a Dios que no alcanza un célibe.«Personas singulares». No, claro está, en el sentido de «extraordinarias o eminentes», sino de «individuales»: de cada persona concreta, contrapuesta a la «especie», de la que acaba de hablar, que es la que está obligada. Es un sencillo recordatorio de la doctrina humana y cristiana sobre el tema.El Autor se sirve de un símil militar. La expresión «clase de tropa»[99] cobra con alguna frecuencia en el lenguaje coloquial un sentido peyorativo. Sacada del contexto de C, podría entenderse como minusvaloración del matrimonio. Era el motivo de una pregunta de Jacques Guillemé-Brûlon al Autor en una entrevista publicada en Le Figaro (París), el 16-V-1966: «¿Puede verse ahí una apreciación peyorativa del matrimonio, que iría contra el deseo de la Obra de inscribirse en las realidades vivas del mundo moderno?»[100]. Es evidente que, en la pluma de Josemaría Escrivá, no tiene tinte peyorativo ni encierra ninguna ofensa para los que van al matrimonio: el p/27 es la más clara hermenéutica del p/28. Interesante en este sentido el comentario del Prof. Jiménez Vargas, que asistía a los cursos de formación que impartía SanJosemaría en aquellos años y en los que empleaba ese símil: «al decir que el matrimonio es para la clase de tropa se puede asegurar que entusiasmaba tanto a los que se creían con vocación para la clase de tropa como a los que pensaban que su vocación era otra. No se le pasó por la cabeza nunca a nadie una idea equivocada, ni nadie se sintió molesto por este comentario que, además, tenía gracia cuando se le oía directamente»[101].El Autor de C contestó concisamente al periodista francés[102]. Más detenidamente se expresaba dos años después en una entrevista concedida a una periodista española, que le hacía una pregunta similar: cómo se conciliaban los dos aspectos de «vocación» y «clase de tropa». He aquí la respuesta:«En el espíritu y en la vida del Opus Dei no ha habido nunca ningún impedimento para conciliar estos dos aspectos. [...]Cuando yo escribía aquellas frases, allá por los años treinta, en el ambiente católico –en la vida pastoral concreta– se tendía a promover la búsqueda de la perfección cristiana entre los jóvenes haciéndoles apreciar sólo el valor sobrenatural de la virginidad, dejando en la sombra el valor del matrimonio cristiano como otro camino de santidad. [...]En el Opus Dei hemos procedido siempre de otro modo, y –dejando muy clara la razón de ser y la excelencia del celibato apostólico– hemos señalado el matrimonio como camino divino en la tierra. [...]Cuando yo escribía que el matrimonio es para la clase de tropa, no hacía más que describir lo que ha sucedido siempre en la Iglesia. Sabéis que los obispos –que forman el Colegio Episcopal, que tiene como cabeza al Papa, y gobiernan con él toda la Iglesia– son elegidos entre los que viven el celibato: lo mismo en las Iglesias orientales, donde se admiten los presbíteros casados. Además es fácil de comprender y de comprobar que los célibes tienen de hecho mayor libertad de corazón y de movimiento, para dedicarse establemente a dirigir y sostener empresas apostólicas, también en el apostolado seglar. Esto no quiere decir que los demás seglares no puedan hacer o no hagan de hecho un apostolado espléndido y de primera importancia: quiere decir sólo que hay diversidad de funciones, diversas dedicaciones en puestos de diversa responsabilidad.En un ejército –y sólo eso quería expresar la comparación– la tropa es tan necesaria como el estado mayor, y puede ser más heroica y merecer más gloria. En definitiva: que hay diversas tareas, y todas son importantes y dignas. Lo que interesa, sobre todo, es la correspondencia de cada uno a su propia vocación: para cada uno, lo más perfecto es –siempre y sólo– hacer la voluntad de Dios.Por eso, un cristiano que procura santificarse en el estado matrimonial, y es consciente de la grandeza de su propia vocación, espontáneamente siente una especial veneración y un profundo cariño hacia los que son llamados al celibato apostólico; y cuando alguno de sus hijos, por la gracia del Señor, emprende ese camino, se alegra sinceramente. Y llega a amar aún más su propia vocación matrimonial, que le ha permitido ofrecer a Jesucristo –el gran Amor de todos, célibes o casados– los frutos del amor humano»[103].29 La relativa y pobre felicidad del egoísta, que se encierra en su torre de marfil, en su caparazón..., no es difícil conseguirla en este mundo. —Pero la felicidad del egoísta no es duradera.¿Vas a perder, por esa caricatura del cielo, la Felicidad de la Gloria, que no tendrá fin?Con este punto acababa el cap «Carácter» en la edición de Cuenca. El Autor, al componer en Burgos la edición definitiva, asumió, como hemos visto, la secuencia de Cec, sin más variantes que las señaladas: la introducción del actual p/12 y la inserción, que acabamos de comentar, de los p/26 y 27, sobre la vocación matrimonial.El texto de este p/29 procede del Cuaderno VI, nº 1056, que lleva fecha de 5-X-1933 y tiene un tenor literal idéntico, con pequeñas diferencias de puntuación.30* Eres calculador. —No me digas que eres joven. La juventud da todo lo que puede: se da ella misma sin tasa.Comienza ahora la larga adición que el Autor hizo en Burgos al cap «Carácter»: los p/30 a 55. De este p/30, como de todos los que proceden de la reelaboración de Burgos, se conserva el original autógrafo, unas pequeñas fichas u octavillas que el Autor, como sabemos, llamaba «gaiticas» (vid IntrodGen § 5, 2, a). El texto de este punto está en una ficha Jef, escrita con trazo grueso. Estimamos que es posterior a septiembre de 1938.31* Egoísta. —Tú, siempre a «lo tuyo». —Pareces incapaz de sentir la fraternidad de Cristo: en los demás, no ves hermanos; ves peldaños.Presiento tu fracaso rotundo. —Y, cuando estés hundido, querrás que vivan contigo la caridad que ahora no quieres vivir.     El punto es de la misma época que el anterior y con semejantes características documentales. Es una ficha Re, procedente también de los «subproductos» de papel viejo que aportaba Francisco Botella. Escrita de un golpe y sin la menor variante en el texto. La idea de fondo es de mucha importancia en la predicación de Josemaría Escrivá, que insistía constantemente en ella porque observaba entre los cristianos un déficit notable de esa fraternidad –la «fraternidad de Cristo»–, que asume en su seno, a la vez que la trasciende, a la «fraternité» de 1789 y a la moderna «solidaridad». Las distintas formas de egoísmo y de «arribismo» eran fustigadas una vez y otra por San Josemaría. Tal vez esté detrás de este punto una meditación en la Legación de Honduras, de la que son estas palabras:«Jesús no tolera a los que se apoyan en la fe para lograr un medro personal. Y nosotros, ¿no hemos de imitar su conducta en lo que atañe a nuestro camino, a nuestra vocación cristiana? Lo repetiremos: no se transige, no se ha de transigir nunca con los que quieran utilizar la Obra como peldaño»[104].32* Tú no serás caudillo si en la masa sólo ves el escabel para alcanzar altura. —Tú serás caudillo si tienes ambición de salvar todas las almas.No puedes vivir de espaldas a la muchedumbre: es menester que tengas ansias de hacerla feliz.Octavilla Bl. En abril de 1938 enviaba Escrivá al Vicario General de la Diócesis de Madrid, una «Nota explicativa de las actividades de la Obra de Dios», que puede tener relación redaccional con este punto. Allí se lee:«Agrupa a su alrededor cerca de un centenar de almas vibrantes (es Obra de pocos: ¡selección!: nos interesa la muchedumbre, sin embargo: somos para la muchedumbre: nunca viviremos de espaldas a la masa: ut omnes homines salvi fiant!), almas vibrantes que ejercitan, casados o en celibato (la Obra forma padres de familia), su apostolado eficaz de discreción y de confidencia»[105].El Autor concibe la misión cristiana en función de la «muchedumbre», a la que hay que ofrecer la salvación (hacerla feliz). Vid p/833 y 914.Sobre el término «caudillo» vid supra comentario a p/16. Paralelismo del p/32 con el p/31. Tienen unidad temática: la fraternidad cristiana y el servicio a los demás en dos niveles: en el inmediato contexto humano y cristiano (p/31) y ante la muchedumbre (p/32). La tentación contraria es la misma, bajo el símil del peldaño (p/31) y del escabel (p/32). El p/30, primero de esta serie de Burgos, ya había introducido el peligro del «egoísmo», que arruina el «carácter» de un hombre cristiano, tema del cap.33* Nunca quieres «agotar la verdad». —Unas veces, por corrección. Otras —las más—, por no darte un mal rato. Algunas, por no darlo. Y, siempre, por cobardía.Así, con ese miedo a ahondar, jamás serás hombre de criterio.Punto escrito en una ficha Jef. Redactado a partir de una concreta experiencia reflejada en la correspondencia del Autor. Transcribo de la carta que Josemaría Escrivá escribe a Juan Jiménez Vargas en octubre de 1938:«Muy querido Juanito: Ayer vino X. y D. Manuel [Dios Nuestro Señor] dispuso las cosas muy bien para que desde ayer deje ese amigo de trabajar en su empresa [el Opus Dei]: todo salió con mucha suavidad, aunque mi hermano Josemaría [es decir, el Autor] –como es tan melón– se pasó sus malos ratos. Yo ‘agoté la verdad’, sistema que pienso seguir siempre; antes no lo seguía, por una razón humana (educación, politesse), otra sobrenatural (caridad)... y un poquito de miedo a prolongar los malos ratos. Ahora me he persuadido de que la verdadera finura y la verdadera caridad exigen llegar a la médula, aunque cueste»[106].Como se ve, el punto tiene carácter autobiográfico: describe la batalla interior del propio Autor, que tenía una enorme capacidad de querer —especialmente a los hijos de su espíritu— y se le hacía durísimo decir a alguien que «así» no se podía seguir... Vid com/37. Vid también Surco, 542.34* No tengas miedo a la verdad, aunque la verdad te acarree la muerte.Continúa el tema anterior. Octavilla Bl. El texto aparece a la letra en un guión de meditación de los EjEsp que predicó en Vitoria, agosto de 1938:«Coloquio: Animo grande ante la Cruz. No tener miedo a la verdad, aunque esa verdad nos acarree la muerte»[107].Es el coloquio final de la meditación sobre la muerte y sepultura de Cristo. Fue predicada, según se hace constar allí mismo, el día 25, pero sabemos que, en su mayor parte, ese material y el de los EjEsp de Vergara del mes siguiente lo preparó Escrivá en Ávila, en los primeros días de ese mes, invitado por don Santos Moro, el Obispo de aquella diócesis.El tema de la Verdad lleva al Autor a plantearse en última instancia la cuestión del martirio. El cristiano, precisamente por su amor a la Verdad, que lleva a la confesión de fe, ha de estar dispuesto al martirio para corroborar esa fe. Vid p/743 y su com.35* No me gusta tanto eufemismo: a la cobardía la llamáis prudencia. —Y vuestra «prudencia» es ocasión de que los enemigos de Dios, vacío de ideas el cerebro, se den tono de sabios y escalen puestos que nunca debieran escalar.Octavilla Bl. Burgos, primer semestre de 1938. No hay otras referencias que permitan datarla con mayor aproximación. Tiendo a situar estas octavillas con dorso en blanco –a no ser que conste lo contrario por otra vía– en los primeros meses de Burgos: hasta junio-julio. Vid IntrodGen § 7, 2.Seguimos en la cuestión de la verdad «operativa», del veritatem facientes paulino, que está en el trasfondo de los p/33-35. El p/35 refleja otro de los motivos frecuentes en la predicación de San Josemaría desde los primeros años treinta, sobre todo al dirigirse a profesores y estudiantes universitarios: la exigencia cristiana de un testimonio firme en el terreno intelectual, sin «miedo a la verdad» (vid punto anterior).El Autor, cuando esto escribe, no se refiere, parece obvio, a tantos intelectuales y científicos –algunos de ellos de notable calidad– que en España, en circunstancias políticas y sociales muy complejas, se habían alejado de la fe católica, sino a una minoría militante –«enemigos de Dios», dice–, entre los que se daba precisamente ese «vacío de ideas». El mensaje permanente es claro: Escrivá exhorta a la fortaleza cristiana y a poner de manifiesto, cuando sea necesario, la «ciencia» de ciertos «sabios» cuyo título principal de sabiduría es su oposición al Cristianismo.El eufemismo en la vida espiritual, de una manera o de otra, es un viejo tema de la tradición:«Sabéis cubrir el vicio con nombres bonitos (eu[fhmoi") y llamáis libertad a la riqueza, magnanimidad a la ambición de gloria, franqueza a la arrogancia, amor a lo que es disolución, valentía a la iniquidad»[108].36* Ese abuso no es irremediable. —Es falta de carácter consentir que siga adelante, como cosa desesperada y sin posible rectificación.No soslayes el deber. —Cúmplelo derechamente, aunque otros lo dejen incumplido.Texto escrito sobre una octavilla Bl. El Autor exhorta a los lectores a que asuman seriamente su responsabilidad en la vida cívica: profesional, social y política, lo que comporta valentía para denunciar los abusos y capacidad, cuando es necesario, de navegar contra corriente. Es la misma doctrina del p/34, con el acento puesto ahora en la vida de la sociedad.37* Tienes, como ahora dicen, «mucho cuento». —Pero, con toda tu verborrea, no lograrás que justifique —¡providencial!, me has dicho— lo que no tiene justificación.Texto escrito sobre una octavilla Bl. Vale también lo dicho a este respecto para el p/35. Parece que este p/37 se refiere también a la experiencia a que se vincula el p/33[109]. Vid com supra.«Tener ‘mucho cuento’». La 8ª acepción de «cuento» en el Diccionario de Moliner va directa a lo que dice el Autor en este punto: «palabrería, exageración o aspaviento con que alguien se da importancia o hace aparecer una cosa más importante o interesante de lo que realmente es»[110].38* ¿Será verdad —no creo, no creo— que en la tierra no hay hombres sino vientres?Aunque la «gaitica» es posterior (ficha Jef), el texto a partir del cual redacta el punto está a la letra en la colección de «Noticias»[111]. En el número del mes de marzo, escribía:«¡Ah! También necesitamos cincuenta hombres que amen a Jesucristo sobre todas las cosas. –¿Será verdad –no creo, no creo–, que en la tierra no hay hombres, sino vientres?»[112].En el mes de abril volvía a la carga:«¿Sabéis que está en pie aquella pregunta, que os hice el otro día? ¿Hombres? En la tierra hay más vientres que hombres... Dime, hijo: Tú... ¿qué? J. Mª»[113].Nótese cómo el mensaje y el impacto de este punto se concentra en el uso metonímico de la palabra «vientre». ¿Gravita sobre el texto el pasaje paulino donde el Apóstol, entre lágrimas, alude a «aquellos cuyo dios es el vientre» (Flp 2, 19)?39* «Pida que nunca quiera detenerme en lo fácil». —Ya lo he pedido. Ahora falta que te empeñes en cumplir ese hermoso propósito.Ficha Jef. El punto de partida es una carta de Ginés Albareda –hermano de José María Albareda, que se pasó con el Autor a la zona nacional en diciembre de 1937–, en la que le daba noticia de su inmediato viaje a América[114]. Dice así:«Querido Padre: Hasta pronto. Embarco mañana en Boulogne. El mundo es pequeño... […] Encomiéndeme a Dios y ruegue por todos mis anhelos y porque nunca quiera detenerme en lo fácil»[115].La idea gustó al Autor y pasó inmediatamente a «Noticias» de noviembre de 1938. Debidamente apostillada, dio lugar al punto de C[116]. Éste punto es el primero que encontramos de una serie –repartida a lo largo de todo el libro– en la que el Autor conversa con los lectores sirviéndose de un previo diálogo epistolar con amigos y personas que se dirigían espiritualmente con él.40* Fe, alegría, optimismo. —Pero no la sandez de cerrar los ojos a la realidad.Ficha Jef. «Me parece recordar –escribía el Prof. Jiménez Vargas– que yo escribí una cosa así en una carta a Burgos. Seguramente con motivo de la ingenuidad de alguno»[117]. La misiva en cuestión iría envuelta en su estilo característico, que divertía tanto al Autor de C. En todo caso esa carta no se conserva, pero sí esta otra de San Josemaría a Jiménez Vargas, que, aunque trata de otro tema, parece aludir a la carta anterior del alférez médico:«Hay más de una docena de académicos y catedráticos que firman una circular, que se ha traducido al alemán, francés, inglés e italiano, para pedir libros para el 50[118]. Esperamos resultado. No olvides, por eso, que mi optimismo no me aparta de la realidad».El Autor continúa hablándole de la realidad verdadera:«¿Y, de ti, qué voy a decirte? Que es menester que, cada día, tengas trato más íntimo con D. Manuel [Dios Nuestro Señor] y su Madre: que te preocupes del abuelo [el Autor] y de tus hermanos [los demás de la Obra]: que estés decidido a todos los sacrificios, por sacar adelante nuestra Casa [la futura residencia de Madrid]: y que empujes, por ese mismo camino de entregamiento y abnegación, a toda la familia»[119].De ese diálogo epistolar debió salir un apunte, tal vez de agenda, que es el que estaría en la base de este p/40. El caso es que ya encontramos el texto en un guión de meditación de septiembre de 1938[120]:«Et omnia quaecumque petatis in oratione, credentes...» Fe. Alegría. Optimismo. – Pero, no la sandez de cerrar los ojos a la realidad».¿Podría ya haber estado entonces redactada la «gaitica»? El tenor literal de Msb invita a pensar que fue redactada en diciembre del 38 o enero del 39 a partir del guión, como en otros muchos casos.Vid p/378, incluido ya en la edición de Cuenca. Ambos puntos enmarcan la concepción del optimismo cristiano que atraviesa todo el libro.41* ¡Qué modo tan trascendental de vivir las necedades vacías y qué manera de llegar a ser algo en la vida —subiendo, subiendo— a fuerza de «pesar poco», de no tener nada, ni en el cerebro ni en el corazón!No hay contextos documentales de este punto. Por el tipo de octavilla –dorso en blanco, papel de muy mala calidad, tinta aguada– pertenece a la serie Lh, que estimamos redactada en la Legación de Honduras. Son diez los puntos consecutivos (p/41-50) que tienen este origen.Se inscribe esta consideración en el conjunto de reflexiones, de tanta agudeza psicológica, que brindaba al Autor la galería de tipos humanos con los que debía necesariamente convivir en el hacinamiento de la Legación[121]. Muchas de las actitudes que observaba se le aparecían frontalmente opuestas al sentido de una vida vivida para Dios y las apuntaba: quería prevenir a los jóvenes que le rodeaban. Otras veces es su lucha interior –y la de los suyos– en aquel ambiente la que se refleja en este bloque.42* ¿Por qué esas variaciones de carácter? ¿Cuándo fijarás tu voluntad en algo? —Deja tu afición a las primeras piedras y pon la última en uno solo de tus proyectos.Vid lo dicho en el punto anterior. Efectivamente, el Autor no era nada aficionado a celebrar las «primeras piedras». Era, en cambio, muy amigo de las «últimas piedras».El tema, que había salido ya en otros contextos, se planteó con agudeza, bastantes años después, en una ocasión significativa: el 9 de enero del año 1960, cuando San Josemaría se disponía a bendecir la última piedra de Villa Tevere, la sede central de la Prelatura del Opus Dei en Roma, Bruno Buozzi, 73. Al preparar la pequeña ceremonia se encontró con que no había fórmula en el Ritual. Le sugirieron la benedictio ad omnia, que no le pareció adecuada y mucho menos –era otra propuesta–, la fórmula de bendición de oratorios[122]:«Vamos a hacer otra cosa. Comenzaré haciendo la señal de la Cruz, rezaremos el Te Deum, después la oración de acción de gracias, y luego la bendición signo crucis; y hemos terminado. Se leerá el acta»[123].Es ésta –la de las últimas piedras– una dimensión de su doctrina sobre la santificación del trabajo a través de las «cosas pequeñas» (vid cap de este nombre), a la que Escrivá daba extraordinaria importancia: el «acabado» de las cosas, la perfección humana y sobrenatural del trabajo. Por eso deseaba que la liturgia contemplase una fórmula de bendición de esas piedras últimas, no sólo de las primeras[124].43* No me seas tan... susceptible. —Te hieres por cualquier cosa. —Se hace necesario medir las palabras para hablar contigo del asunto más insignificante.No te molestes si te digo que eres... insoportable. —Mientras no te corrijas, nunca serás útil.La octavilla correspondiente es la nº 8 de la serie Lhz, un conjunto de 25 fichas numeradas en el ángulo inferior derecho, que –algunas con toda seguridad, otras con probabilidad– fueron escritas en la Legación de Honduras. Ésta en concreto no ofrece la menor duda. Es transcripción de una anotación del pequeño Cuaderno de Apínt que Josemaría Escrivá utilizó durante su estancia en la Legación. La primera de la hojas que se conservan[125] –la 23– comienza así:«asunto más insignificante. No te molestes, si te digo que eres... insoportable. Mientras no te corrijas, nunca serás útil»[126].Es evidente que la primera parte de este número 43 se encontraba en la hoja 22v, hoy perdida. El estudio detenido del Cuaderno y de los puntos de C que en él tienen su matriz lleva a la conclusión de que las «gaiticas» son transcripción del Cuaderno, pero que la reelaboración redaccional operada sobre la octavilla (vid apcrít), fue después cuidadosamente trasladada al Cuaderno. Todo esto sólo se pudo hacer en Honduras, donde lo único que no faltaba era el tiempo.Por lo demás, el punto hay que situarlo en el «clima» de la Legación, del que se habla en el punto siguiente: el ambiente estaba electrizado por un encerramiento tan prolongado, la susceptibilidad era grande y, a la menor ocasión, saltaban chispas.44* Pon la amable excusa que la caridad cristiana y el trato social exigen. —Y, después, ¡camino arriba!, con santa desvergüenza, sin detenerte hasta que subas del todo la cuesta del cumplimiento del deber.Octavilla 13 de esa misma serie Lhz. No procede del Cuaderno, pero en una meditación predicada en Honduras, abril de 1937, desarrollaba ideas semejantes:«Hemos de ser siempre recios. Bien entendido que la santa desvergüenza no es, sin embargo, la frescura, eso que ahora llaman caradura. No: con las formas sociales convenientes, con cortesía, con caridad, hemos de adquirir, por dentro, el temple del acero, con intransigencia y desvergüenza implacables, informadas siempre por la caridad de Cristo»[127].El punto refleja el clima que había entre los refugiados de la Legación: un ambiente de cháchara y de pérdida de tiempo, típico de personas que viven un encierro que los repliega sobre sí mismos a la vez que los tiene llenos de ansiedad por el futuro y los avatares de la guerra[128]. En medio de aquel encierro Josemaría Escrivá y su grupo mantenían un intenso plan de trabajo, estudio y oración que contrastaba y chocaba con el ambiente; debían excusarse y dar explicaciones... Sobre la «santa desvergüenza» vid IntrodGen § 3, 5, c y com/387. El «espíritu» y el «ritmo» de este punto lo encontramos de nuevo en Forja, 220, donde la santa desvergüenza pasa a ser «una tozudez que es santa y que se llama, en lo espiritual, perseverancia».45* ¿Por qué te duelen esas equivocadas suposiciones que de ti comentan? —Más lejos llegarías, si Dios te dejara. —Persevera en el bien, y encógete de hombros.Ficha Lh. Vid lo dicho en com/41.«Más lejos llegarías»... El Autor dijo muchas veces de sí mismo que se sentía «capaz de cometer todos los horrores y todos los errores», si el Señor le dejara de su mano[129]. En Roma, el año antes de su muerte decía:«Yo no sé si seré fiel; por eso tengo que procurar ser humilde y pedir al Señor con humildad la perseverancia final. Me siento capaz de cometer todos los horrores y todos los errores que hayan cometido las personas más malas del mundo. Por lo tanto, he de estar como un niño que se agarra a los brazos de su padre. Procuro vivir muy cerca de Dios, tener vida interior, luchar cada día un poco... Y entonces, sin seguridad de que perseveraré hasta el final, estoy seguro de que Dios no me dejará de su mano»[130].Éste era, por otra parte, el fondo de su actitud paciente y alegre ante lo que él llamaba, con expresión tradicional, la contradicción «de los buenos». Vid sobre el tema p/695 y 956 y antes p/14.46* ¿No crees que la igualdad, tal como la entienden, es sinónimo de injusticia?Octavilla nº 9 de la serie Lhz. El sentido de lo personal, de la persona concreta desaparece –así lo estimaba el Autor– en ciertas concepciones de la «igualdad», que se transforman en «injusticia». Así había escrito años antes en el Cuaderno VI, nº 832, el 28-IX-1932:«La caridad siempre y muchas veces la justicia exigen que nos pongamos en el lugar y circunstancias que ocupa cada uno de los obreros y empleados de nuestras actividades. Solamente así podremos saber cuál es el salario verdaderamente remunerador que les debemos, para que sean cristianos (no, bestias) y colaboradores de nuestras empresas».No la mecánica igualitaria de una normatividad abstracta, sino la realidad de la persona concreta que trabaja en la empresa... Años después escribiría el Fundador del Opus Dei:«Para mí, no existe ejemplo más claro de esa unión práctica de la justicia con la caridad, que el comportamiento de las madres. Aman con idéntico cariño a todos sus hijos, y precisamente ese amor les impulsa a tratarlos de modo distinto –con una justicia desigual–, ya que cada uno es diverso de los otros. Pues, también con nuestros semejantes, la caridad perfecciona y completa la justicia, porque nos mueve a conducirnos de manera desigual con los desiguales, adaptándonos a sus circunstancias concretas, con el fin de comunicar alegría al que está triste, ciencia al que carece de formación, afecto al que se siente solo... La justicia establece que se dé a cada uno lo suyo, que no es igual que dar a todos lo mismo. El igualitarismo utópico es fuente de las más grandes injusticias»[131].47* Ese énfasis y ese engolamiento te sientan mal: se ve que son postizos. —Prueba, al menos, a no emplearlos ni con tu Dios, ni con tu director, ni con tus hermanos: y habrá, entre ellos y tú, una barrera menos.La octavilla tiene todas las características de la serie Lh, pero no tenemos relaciones interdocumentales de ningún tipo. En un apunte de predicación de un año después se lee:«sencillez, con el Superior y el confesor»[132].¿Podría haber sido la relectura de este guión la ocasión para redactar el texto que comentamos? Este p/47 conecta con los dos caps sobre «Infancia espiritual», situados al final del libro.48* Poco recio es tu carácter: ¡qué afán de meterte en todo! —Te empeñas en ser la sal de todos los platos... Y —no te enfadarás porque te hable claro— tienes poca gracia para ser sal: y no eres capaz de deshacerte y pasar inadvertido a la vista, igual que ese condimento.Te falta espíritu de sacrificio. Y te sobra espíritu de curiosidad y de exhibición.Octavilla nº 10 de la serie Lhz. Procede, pues, de la predicación en Honduras. En una meditación de junio de 1937 se lee:«¿Qué impulso es el que te lleva a considerarte indispensable, a ser salsa de todos los guisos? En todas partes se pone tu yo en primer plano. ¡Qué dificultad para aceptar el camino llano, natural, humilde! ¿No es cierto que a menudo rehuyes el sacrificio callado, y buscas el alarde llamativo, el gesto heroico?»[133].La «salsa de todos los guisos», expresión coloquial muy testificada, pasa a ser «la sal de todos los platos», que sólo hemos encontrado en este punto de C[134]. El Autor la transforma posiblemente para conectar con el fondo humano y bíblico que tiene la sal. Nótese el contraste con «la sal de la tierra» (Mt 5, 13) que tienen que ser los cristianos. El «tienes poca gracia para ser sal» incluye en su significado tanto el sentido humano de «tener gracia» («tener salero») como el sentido sobrenatural (la correspondencia a la gracia divina para ser «la sal de la tierra»). «¿Quién es bastante humilde y sabio para no sentirse retratado en esa imagen peyorativa, ‘la sal de todos los platos’?»[135].49* Cállate. —No me seas «niñoide», caricatura de niño, «correveidile», encizañador, soplón. —Con tus cuentos y tus chismes has entibiado la caridad: has hecho la peor labor, y... si acaso has removido —mala lengua— los muros fuertes de la perseverancia de otros, tu perseverancia deja de ser gracia de Dios, porque es instrumento traidor del enemigo.Octavilla de la serie Lh, sin documentos de contexto inmediato. Sin embargo, estimo que debe situarse su redacción en Honduras, como casi todo el conjunto de la serie. En este sentido tiene interés un texto de Jiménez Vargas, donde a propósito de este punto escribe: «No puedo recordar exactamente cuándo escribió esto, pero me parece que lo leí en uno de esos cuadernos que tenía, de los que alguna vez nos dejaba leer alguna cosa concreta para nuestra formación»[136].El texto no está en ninguno de los Cuadernos. El Dr. Jiménez Vargas sitúa la peripecia concreta que da lugar al texto en la Residencia de Ferraz curso 1935-36. Cabe pensar que lo leyera en alguna de las 22 primeras hojas perdidas del Cuaderno que el Autor escribía en la Legación de Honduras.50* Eres curioso y preguntón, oliscón y ventanero: ¿no te da vergüenza ser, hasta en los defectos, tan poco masculino? —Sé varón1: y esos deseos de saber de los demás trócalos en deseos y realidades de propio conocimiento.Ficha nº 4 de la serie Lhz. Muy probablemente la octavilla, como todas las de esta subserie, fue escrita en la Legación de Honduras. Parece, en efecto, fruto de la observación de los caracteres y las conductas en aquella vida encerrada. Este punto y el siguiente son ejemplos claros de textos redactados teniendo como interlocutor un hombre y no una mujer. El Autor, al incluirlos en el libro, pide evidentemente a las mujeres una lectura analógica. Porque la doctrina que inculca es la misma, como se ve en este apunte de meditación a jóvenes universitarias del año 1935, a las que hablaba de que hay mujeres que son poco femeninas en los defectos:«Ellas, marimachos o viragos»[137].El «propio conocimiento». Un tema clásico de la tradición espiritual, presente en el Nuevo Testamento («Attende tibi», 1 Tm 4, 16) y con gran tradición precristiana[138], que estará muy presente a lo largo del libro. Vid especialmente el cap «Humildad», de modo particular p/609 y com, con los puntos allí citados.La expresión bíblica «Sé varón» ya apareció en p/4. Vid com/4 y com/22.«Oliscón». Según los «corpus» Corde y Crea de la Academia Española de la Lengua, este punto de C es el único testigo del uso literario de esta palabra. Es un aumentativo-peyorativo[139] del adjetivo «olisco», cuya segunda acepción en el Drae, ed. 1992 («Que tiene indicios o sospechas, husmeador»), es la que gravita aquí[140].51* Tu espíritu de varón, rectilíneo y sencillo, se abruma al sentirse envuelto en enredos, dimes y diretes, que no acaba de explicarse y en los que nunca se quiso mezclar. —Pasa por la humillación que supone andar así en boca ajena, y procura que el escarmiento te dé más discreción.Vid lo dicho en com/50. Ficha Re. Punto redactado en Burgos, en principio en el segundo semestre de 1938. Alguna circunstancia debió avivar lo que tenía bien experimentado. En 1936 había escrito en su Cuaderno:«El hecho es que, en estos días, ha hecho el Señor que lleguen hasta mí hablillas, murmuraciones, críticas de mi pobre humanidad (no me importan: si me conocieran... no se quedarían tan cortos), y de la Obra. Mi postura, la nuestra, ante estas molestias es, además de extremar la discreción (¡cualquiera le pone puertas al campo!), aprovechar esos avisos de Dios»[141].52* ¿Por qué, al juzgar a los demás, pones en tu crítica el amargor de tus propios fracasos?Octavilla de la serie Lh, sin documentos de contexto inmediato. Vid p/589, donde la experiencia del fracaso aparece como una llamada a la humildad. Aquí, en cambio, el fracaso –desprovisto de visión sobrenatural– genera amargura y soberbia, que se traducen en falta de caridad. Vid también cap 19 («Caridad»), que se concentra de manera predominante en la interioridad de la caridad o de las faltas de caridad: en el pensamiento y en el juicio, con la secuela de la murmuración y la crítica negativa.53* Ese espíritu crítico —te concedo que no es susurración— no debes ejercitarlo con vuestro apostolado, ni con tus hermanos. —Ese espíritu crítico, para vuestra empresa sobrenatural —¿me perdonas que te lo diga?— es un gran estorbo, porque mientras examinas la labor de los otros, sin que tengas por qué examinar nada —con absoluta elevación de miras: te lo concedo—, tú no haces obra positiva alguna y enmoheces, con tu ejemplo de pasividad, la buena marcha de todos.«Entonces —preguntas, inquieto— ¿ese espíritu crítico, que es como sustancia de mi carácter...?»Mira —te tranquilizaré—, toma una pluma y una cuartilla: escribe sencilla y confiadamente —¡ah!, y brevemente— los motivos que te torturan, entrega la nota al superior, y no pienses más en ella. —Él, que hace cabeza —tiene gracia de estado—, archivará la nota... o la echará en el cesto de los papeles. —Para ti, como tu espíritu crítico no es susurración y lo ejercitas con elevadas miras, es lo mismo.Octavilla de la serie Lh, también sin documentos de contexto inmediato. Jiménez Vargas piensa que la experiencia que da base al Autor en este punto dice relación a un médico, conocido de ambos y caracterizado por ese «espíritu crítico»[142]. El punto debió de ser escrito en la Legación de Honduras, o en Madrid septiembre-octubre de 1937.Sobre la expresión «hacer cabeza» vid com/951.54* ¿Contemporizar? —Es palabra que sólo se encuentra —¡hay que contemporizar!— en el léxico de los que no tienen gana de lucha —comodones, cucos o cobardes—, porque de antemano se saben vencidos.Octavilla de la serie Lh, sin documentos de contexto inmediato.«Contemporizar». Los usos de esta palabra que se encuentran, por ej, en el Diccionario de Moliner[143] describen perfectamente el mensaje del Autor. Vid en este sentido com/724.55* Hombre: sé un poco menos ingenuo (aunque seas muy niño, y aun por serlo delante de Dios), y no me «pongas en berlina» a tus hermanos ante los extraños.Octavilla de la serie Lh, escrita en la Legación de Honduras, cuyo contexto está abundantemente testificado. «Alternábamos –escribe Jiménez Vargas[144]– el estudio profesional con el de idiomas porque el Padre pensaba siempre en la expansión de la Obra por el mundo. Álvaro [Del Portillo], por ej, se puso a estudiar japonés y Eduardo [Alastrué] organizó unas clases de francés con una formalidad trascendental, impropia del ambiente de gitanos[145] en que vivíamos. Llamaba la atención muy seriamente por el menor fallo en una traducción y el Padre, que lo oyó, le dijo en un aparte lo que después escribió en su cuaderno»[146]. Estamos, pues, muy posiblemente, ante otro de los textos de esas 22 páginas perdidas del pequeño cuaderno ya citado, a partir del cual se escribió la «gaitica» del p/55. El humor con que vivían esta vida de trabajo y «de gitanos» se refleja bien en esta carta –abril del 37– a los fieles del Opus Dei que estaban en Valencia:«¿Os he dicho que Eduardo –como ha pasado unas temporadas en Burdeos– habla bien el francés, y está enseñando a soltarse en ese idioma hasta al abuelo? Hace un momento, ¡había que ver la cara de guasa de Juanito!, hemos terminado nuestro rato vespertino de lalangue de Molière: y he de contaros, al oído, que sólo he sacado en limpio tres palabricas que podían ser una sola: montre, pendule y horloge! Con tres relojes, es imposible que no dé la hora. ¿Alemán?: José Mª. ¿Inglés?: Alvaro. Nada, que tengo una familia cosmopolita: pronto llenaremos el mundo»[147].Otra carta unos meses después:«Alvaro lleva la contabilidad de esta Sra. de Honduras. Y está muy satisfecho, porque se entrena –dice– para cuando sea grande y tenga él casa. Eduardico está, dale que dale, con el alemán –lo mismo que Alvarote–, y, además da clase de francés, mientras Alvaro es profesor de inglés, nada menos. ¡Ah! Jean [Jiménez Vargas] ya «chamulla» el gabacho»[148].«Poner en berlina», expresión figurada que arranca del siglo XIX y significa «poner en ridículo»[149].«Aunque seas muy niño». El tema de la «infancia espiritual» tendrá un fuerte protagonismo en todo el libro. Vid especialmente los dos caps llamados «Infancia espiritual» y «Vida de infancia».  [1] Una sola consideración del cap de Cec no pasa al correspondiente de C: la cd/24, que pasará a ser el p/325, encabezando la construcción del nuevo cap titulado «Tibieza».[2] Como bien sabe el lector, Cem32 y Cem33 no tienen división en caps. Me refiero, pues, a un primer cap imaginario, en el que «en un primer análisis» se encuadraría ese conjunto de textos de Cem32. (Aunque no existen los caps de Cem32 en cuanto diferenciados por sus títulos, sí existen –ésa es mi conclusión– en la secuencia real de los contenidos).1       Apínt  Cem32/1  Cec/5.1-Ceb/1  |||  sucia Cem C] sucia, Cec Txm ||  sembradores impuros del odio CemS add autogr Cec C] caracoles impuros y llenos de odio Apínt Cem  ||  Cristo Cem C] Cristo, Cec Txm[3] Cuaderno V, nº 586, hoja 45v, redactado el 26-I-1932.[4] El Dr. Julio González-Simancas, al conocer el apcrít de este punto, me brindó la hipótesis que expongo a continuación. Es posible que, en el background literario del texto, especialmente en la expresión «caracoles impuros», haya resonancia de este pasaje de los Episodios Nacionales (aunque San Josemaría no tenía ninguna especial simpatía a Pérez Galdós, tan fuertemente anticlerical): «Cosas y personas mueren, y la Historia es encadenamiento de vidas y sucesos, imagen de la Naturaleza, que de los despojos de una existencia hace otras, y se alimenta de la propia muerte. El continuo engendrar de unos hechos en el vientre de otros es la Historia, hija del Ayer, hermana del Hoy y madre del Mañana. Todos los hombres hacen historia inédita; todo el que vive va creando ideales volúmenes que ni se estampan ni aun se escriben. Digno será del lauro de Clío quien deje marcado de alguna manera el rastro de su existencia al pasar por el mundo, como los caracoles que van soltando sobre las piedras un hilo de baba con que imprimen su lento andar. Eso haré yo, caracol que aún tengo largo camino por delante; y no me digan que la huella babosa que dejo no merece ser mirada por los venideros. Respondo que todo ejemplo de vida contiene enseñanza para los que vienen detrás, ya sea por fas, ya sea por nefas, y útil es toda noticia del vivir de un hombre, ya ofrezcan sus relatos la diafanidad de los hechos virtuosos, ya la negrura de los feos y abominables, porque los primeros son imagen consoladora que enseñe a los malos el rostro de la perfección para imitarlo; los otros, imagen terrorífica que señale a los buenos las muecas y visajes del pecado para que huyan de parecérsele» (Benito Pérez Galdós, Tormentas del 48, cap VI, 2° párrafo; Historia 16, Madrid 1995, pgs 46s: subrayados míos; es el primer tomo de la Cuarta Serie de los Episodios Nacionales). Es posible, ciertamente, que el texto galdosiano suscitara en el Autor la fórmula originaria, basada en la huella de los caracoles, que tachó y cambió después. —El Prof. Ignacio Arellano sostiene la opinión contraria (vid Ignacio Arellano, «Camino: la edición crítico-histórica de Pedro Rodríguez», en C. Ánchel (ed.), Edición crítica de Camino.Análisis y reflexiones, 2003, pgs 104-105).2       Apínt  Cem32/2  Cec/5.2-Ceb/2  |||  tu... tu] mi... mi Apínt || verte... oírte] verme... oírme Apínt || decir] decir, Cem Cec Txm[5] Apínt, nº 521, 30-XII-1931. Ese mismo día transcribió a continuación el p/98.[6] Datos biográficos en IntrodGen § 3 nt 13.[7] Apínt, nº 882, 28-XI-1932. Ese mismo día escribió el p/8.[8] Glosas marginales al Decenario 1932, pg 44. El apunte de San Josemaría está escrito al final del «Obsequio» del día segundo, titulado: «La paz del alma» [Patmos 35, pg 56; Logos 52, pg 98].[9] Clemente de Alejandría, El Pedagogo, II, 61, 1; Fuentes patrísticas 5, Madrid 1994, pg 389.[10] Futuros puntos de C transcritos ese día: 66, 74, 4, 735, 421, 837, 816, 474. Hoy la memoria litúrgica de San Juan de la Cruz es el 14 de diciembre.[11] Teresa quería que sus monjas fueran «varones fuertes» (Camino de Perfección, autógrafo de Valladolid, cap 7, 8; BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 271) y no derramaran «lágrimas mujeriles» (Libro de la Vida, 9, 9; ibidem, pg 66).[12] Dt 31, 6.23; Jos 1, 6s; 1 Cro 22, 13; 28, 20; Sal 27 (26), 14; 31 (30), 25; 1 M 2, 64; 1 Co 16, 13.[13] «Viriliter agere», como señala Andrew Byrne (Camino/The Way, pg 24 nt 50), es una virtud que la Escritura predica de hombres y de mujeres. Ésta es la célebre bendición de Israel a Judit por su hazaña: «tú eres la gloria de Jerusalén, té eres la alegría de Israel, tú eres el honor de nuestro Pueblo, porque has actuado viriliter, varonilmente» (Jdt 15, 10s).[14] Clemente de Alejandría, El Pedagogo, II, 9, 2; Fuentes patrísticas 5, Madrid 1994, pg 95s. Vid Blanca Castilla, «Consideraciones sobre la antropología ‘varón-mujer’ en las enseñanzas del Beato Josemaría Escrivá», Romana, Bollettino della Prelatura della Santa Croce e Opus Dei, 11 (1995) 434-447.[15] Futuros puntos de C transcritos ese día: 920, 268, 5, 944, 186.[16] Notas de una tertulia, Lisboa 4-XI-1972; AGP, sec A, leg 51; también en AGP, sec P, leg 4, 1972, pg 353.[17] Notas de una tertulia, Madrid 28-X-1972; AGP, sec A, leg 51.[18] En el Cuaderno «complicarte» tenía en redacción anterior: «complicarse».[19] Escribió a continuación el futuro p/778.[20] «Los santos que esperan en Dios mudarán la fortaleza, tomarán alas como de águila y volarán y no desfallecerán». Así traducía San Juan de la Cruz –que profundizó en el tema espiritual del águila– a Is 40, 31 (Noche oscura, II, 20, 1; BAC 15, 13ª ed, 1991, pg 572). Y así el Sal 103 (102), 5: «se le renueva [la vida al alma], como al águila, su juventud» (Noche oscura, II, 13, 11; ibidem, pg 555). Véase, como contraste, el símil que emplea Teresa de Lisieux al final del ms B: las águilas son los santos, ella es un «débil pajarito» (Ms/B fol 5r-v; MEC 5, Burgos 1996, pg 235s); ver, no obstante, Forja, 39.[21] Libro de la Vida, 39, 12; BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 218. —Quizá al redactar este punto había en el Autor reminiscencias de sus lecturas de los Episodios Nacionales de Pérez Galdós, ya aludidas en com/1 nt 4: «Vuestra dama encantada es una joven de miras poco elevadas, de corazón pequeño; carece de imaginación y de..., de arranque. No ve más que lo que tiene delante. Es lo que yo llamo un ave doméstica. No, señor Araceli; no pidáis a la gallina que vuele como el águila. La hablaréis el lenguaje de la pasión y os contestará cacareando en su corral» (La batalla de los Arapiles, cap 27, Aguilar, Madrid 1995, pg 91). Nótese el tránsito de «ave doméstica» a «ave casera».[22] Hans-Martin Gauger, Durchsichtige Wörter. Zur Theorie der Wortbildung, C. Winter, Heidelberg 1971, pg 178 nt 404.[23] Notas de una tertulia, Roma 24-I-1971; AGP, sec A, leg 51.[24] Son: 498, 10a, 446, 637, 18, 180, 9. La vez anterior que el Autor tomó su Cuaderno para transcribir notas fue la víspera de Navidad, 24 de diciembre. Estos siete puntos de C     fueron pues objeto de «apuntación» en su cuartilla entre esa fecha y el día 30, que los transcribe al Cuaderno.[25] La Academia DYA estaba en Luchana 33, esquina a Don Juan de Austria. Su reglamento se conserva en AGP, sec A, leg 47, carp 3, exp 10. En una charla grabada en cinta magnetofónica, Roma 19-III-1975, San Josemaría explicaba: «La primera labor corporativa fue la Academia que llamábamos DYA –Derecho y Arquitectura– porque se daban clases de esas dos materias; pero significaba Dios y Audacia, para nosotros. Hemos pasado delante del edificio, hace poco tiempo, y el corazón me latía fuerte...» (texto publicado bajo el título «De la mano de Dios» en Mons. Escrivá de Balaguer y el Opus Dei, 1985, pgs 21-30; cita en pg 27).[26] Apínt, nº 1096, 30-XII-1933. —Se hace viva en este punto de C la gran tradición que se expresa en este pasaje teresiano: «Nunca siendo superior reprenda a nadie con ira, sino cuando sea pasada, y así aprovechará la reprensión» (Santa Teresa de Jesús, Avisos, nº 59; BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 860).[27] Apínt, nº 1079: «Día de San Andrés, 30-nov-933». Bajo esa fecha transcribe el Autor las últimas anotaciones del Cuaderno VI, que incluyen estos siete puntos de C: 192, 227, 10b, 289, 644, 691, 896.[28] Cuaderno III, nº 190.28b «La turba criminal exclama: No queremos que Cristo reine». Este doble verso en la actual Liturgia de las horas ha sido modificado en estos términos: «Quem prona adorant agmina | hymnisque laudant caelitum» («a quien las muchedumbres angélicas adoran postradas y le alaban con himnos»).[29] Vid Forja, 639 en relación con C p/474. Sobre el tema vid Álvaro del Portillo, «A modo de conclusión del Simposio», en Santidad y mundo, 1996, pgs 280s y P. Rodríguez, «La santificación del mundo…», 2003, pgs 47-66.[30] Cuaderno III, nº 171. El texto está en la pg 25 y junto a él hay una llamada (1) y, arriba de la página, este texto, posterior: «Jesús es el Modelo: ¡imitémosle! Imitémosle, sirviendo a la Iglesia Santa y a todas las almas».[31] Cuaderno IV, nº 386, 11-XI-1931. Las mayúsculas son del original.[32] Instrucción, 19-III-1934, nn 35-37. Este pasaje procede, a la letra, de un largo escrito del Autor, dos años anterior a la Instrucción, que entregó a un amigo suyo sacerdote, Pedro Cantero Cuadrado, explicándole los fines y el significado del Opus Dei. Está fechado en 19-II-1932 y se conserva en AGP (sec A, leg 50-2, carp 9, exp 3). —Pedro Cantero Cuadrado (1902-1978), nacido en Carrión de los Condes (Palencia), ordenado sacerdote en 1926, fue Rector de la iglesia del Real Patronato de Loreto y profesor de Doctrina Social Católica en el Instituto Superior de Cultura religiosa. Obispo de Barbastro (1951), de Huelva (1953) y Arzobispo de Zaragoza (1964-1977). Conoció al Fundador del Opus Dei en septiembre de 1930, pero Cantero consideraba decisivo un encuentro que fechaba el 14-VIII-1931. Participó en la labor apostólica de los comienzos del Opus Dei. Sus recuerdos están publicados en Testimonios sobre el Fundador del Opus Dei, 1994, pgs 59-96.[33] Cuaderno IV, nº 393, 15-XI-1931. Es significativo que Álvaro del Portillo, el sucesor de San Josemaría y primer Prelado del Opus Dei, que fue ordenado obispo en 1991, eligiera como lema para su escudo episcopal precisamente éste: «Regnare Christum volumus». El actual Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, tiene como lema episcopal «Deo omnis gloria».33b De una meditación a fieles del Opus Dei, año 1963: «He de deciros que hace años, cuando aún no os conocía, ya rezaba por todos vosotros. Os esperaba tal como habéis venido a la Obra: llenos de rectitud, encendidos en el amor de Dios –más con la inteligencia y con la voluntad que con el sentimiento–, fuertes y leales. Ya entonces, cuando os estaba esperando y rezaba por vosotros sin conoceros, al percibir en los distintos ambientes ese clamor de rebeldía, procuraba repetir miles de veces mi respuesta, y aún sentía la necesidad de apuntarla por escrito, mientras trabajaba. Cada página o cada media página, anotaba esa misma respuesta amorosa, fuerte, inmensa, que estamos dando en este mismo momento: oportet illum regnare! (I Cor XV, 25): ¡queremos que Él reine! Lo encontraréis escrito en muchos papeles míos; lo recuerdo como si fuese ahora” (Notas tomadas de una meditación, Roma 27-X-1963, domingo de Cristo Rey; AGP, sec A leg 51).[34] Vid Pedro Rodríguez, «Realeza de Cristo», en GER, XIX (1974) pgs 714-716.[35] El Autor, en una homilía en la fiesta de Cristo Rey de 1970, decía: «Nunca hablo de política. No pienso en el cometido de los cristianos en la tierra como en el brotar de una corriente político-religiosa –sería una locura–, ni siquiera aunque tenga el buen propósito de infundir el espíritu de Cristo en todas las actividades de los hombres. Lo que hay que meter en Dios es el corazón de cada uno, sea quien sea. Procuremos hablar para cada cristiano, para que allí donde está –en circunstancias que no dependen sólo de su posición en la Iglesia o en la vida civil, sino del resultado de las cambiantes situaciones históricas–, sepa dar testimonio, con el ejemplo y con la palabra, de la fe que profesa […]. Celebramos hoy la fiesta de Cristo Rey. Y no me salgo de mi oficio de sacerdote cuando digo que, si alguno entendiese el reino de Cristo como un programa político, no habría profundizado en la finalidad sobrenatural de la fe y estaría a un paso de gravar las conciencias con pesos que no son los de Jesús, porque su yugo es suave y su carga ligera (Mt XI, 30)» (Es Cristo que pasa, 183-184).[36] AGP, sec A, leg 50-4, carp 1, exp 7. En el dorso de esta octavilla hay un membrete de carta que dice: «José María Escrivá y Albás | Presbítero | Abogado | MADRID». Josemaría Escrivá con lápiz rojo escribió después: «1928», para indicar la fecha del escrito. —El texto de Teresa: «¡Oh grandeza de Dios! ¡Y cómo mostráis vuestro poder en dar osadía a una hormiga! ¡Y cómo, Señor mío, no queda por Vos el no hacer grandes obras los que os aman, sino por nuestra cobardía y pusilanimidad!» (Fundaciones, 2, 7; BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 680).[37] Las ediciones italianas de Mondadori, al cuidado de Giuseppe Romano y con traducción de Ernesto Terrasi, incluyen desde 1996 la siguiente nota: «Cisneros (1436-1517): cardinale spagnolo, reggente del trono di Spagna e confessore della regina Isabella la Cattolica. Il Cardinale Cisneros iniziò la riforma della Chiesa in Spagna, anticipando quella che, anni dopo, il Concilio di Trento avrebbe compiuto per tutta la cristianità. Erano celebri la tempra e l’energia del suo carattere (Ntd)».[38] Jiménez Vargas compartía con el Autor y otros amigos el «encierro» de que habla.[39] Juan Jiménez Vargas, Relato del 77, pg 2.[40] Cuaderno V, nº 476. Las anotaciones de ese día comienzan así: «Dominica III de Adviento. Gaudete in Domino semper: iterum dico gaudete... Et pax Dei, quae exuperat omnem sensum, custodiat corda vestra et intelligentias vestras in Christo Iesu Domino nostro. ¡Qué cosas tan hermosas dice San Pablo!».[41] Socorro Travesedo y García Sancho, Marquesa de Guevara, estaba casada con Florentín Rodríguez-Casanova, hijo de la marquesa de Onteiro y hermano de Luz, Fundadora de las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón de Jesús. Los marqueses vivían en la calle de Alcalá Galiano, n 3, en el edificio contiguo a la residencia de la Marquesa de Onteiro (vid com/980 nt 63).[42] Álvaro del Portillo, Entrevista, pg 217. No locuciones «físicas», o no sólo, o no siempre locuciones físicas: la locución «intelectual» es la voz que resuena en el «hondón del espíritu» llevando a una inteligencia clara e indubitable del «sentido» espiritual del texto bíblico en el momento actual de la relación entre el alma y Dios, es decir, del «mensaje» que con el texto bíblico Dios quiere comunicar al alma, que queda grabado a fuego. La distinción es paralela a la que hace Santa Teresa de Jesús a propósito de las «visiones»: ella da mucha importancia al paso de las visiones físicas –que nunca tuvo– o de las imaginarias –percibidas «con los ojos     del alma» (Libro de la Vida, 30, 4; BAC 212, 8ª ed, 1986, pg 159)– a las «intelectuales» (así las llama en las Sextas Moradas 3, 12; 4, 5; 4, 9, etc.; ibidem, pgs 534-538; y especialmente en el cap 8 de esas Moradas sextas, desde el epígrafe del cap, ibidem, pgs 552-555), que son señal de mayor perfección e intimidad con Dios: es también garantía de que es don divino y no engaño del demonio o del propio sujeto. Vid Libro de la Vida, cap 27; ibidem, pgs 142-148.[43] PredicHond, «Unión y obediencia», 29-VI-1937, pgs 162-163; XXVI. Precisamente en aquellos días de la Legación de Honduras, a la vez que mantenía, con su predicación vibrante y confiada, la entrega y el entusiasmo del pequeño grupo que le acompañaba, atravesaba en su vida interior –como muestra la documentación disponible– una verdadera noche oscura del alma, en la que se enfrentaban la Luz y las tinieblas. En esa contienda emergía el salmo 103. Vid com/151. ―En 1962, predicando en el Colegio Romano de la Santa Cruz, hizo     una nueva referencia velada a la locución de diciembre de 1931: «yo recuerdo el consuelo de un alma que tenía que hacer algo que estaba por encima de las fuerzas del hombre y oyó decir allá en la intimidad de su corazón: Inter medium montium pertransibunt aquae; no te preocupes, las aguas pasarán a través de los montes» (citado en J. Echevarría, Memoria del Beato Josemaría Escrivá, 2000, pg 183).[44] Spirito Rinaudo, I salmi preghiera di Cristo e della Chiesa, Elle Di Ci, 7ª ed, Torino 1987, pgs 555-563. La lectura castellana que tenía disponible en la Biblia de Petisco y Torres Amat («Haces brotar las fuentes en los valles y que filtren las aguas en medio de los montes»), como las posteriores (Nácar-Colunga: «Haces brotar en los valles los manantiales, que corren luego entre los montes»; Biblia de Jerusalén: «Haces manar las fuentes en los valles, entre los montes se deslizan»), orientan el pensamiento, más que a la superación transformadora, hacia la contemplación de la armonía en la obra de la Creación, fruto del poder de Dios. La Biblia de Felipe Scio, que depende de manera directa de la Vulgata, traduce en futuro: «que haces salir fuentes de los valles: por medio de los montes pasarán las aguas».[45] «Secundum trophologiam autem, sancta opera iustorum significat» (Tractatus de Psalmo CIII, en S. Hieronymi presbyteri opera, CCL, LXXVIII, pg 184, lín 88-89).[46] Instrucción, 1-IV-1934, nº 7; la cursiva es del original. Este pasaje de la Instrucción está en la base de Forja, 283.[47] Vid AGP, sec P, leg 3, 1979, pg 454. Ernesto Julià, Conversiones de un santo, ed Palabra [Folletos MC, 738], Madrid 2003, pgs 36-38, relata el suceso a partir de la detallada explicación del mismo –así dice– que le hizo el propio San Josemaría.[48] Carta de Isidoro Zorzano a los fieles del Opus Dei en Madrid, Málaga 27-II-1935; IZL, Epistolario, 84.[49] Son: 452, 132, 225, 450, 943, 14, 960.[50] San Juan de Ávila: «El cuarto documento sea que asiente en su corazón muy fijo que, si al cielo quiere ir, que ha de pasar muchos trabajos y que ha de ser escarnecido y perseguido de muchos […] : que no se le haga nueva una cosa tan cierta a todos los que sirven a Dios, sino mire a Cristo nuestro Redentor y a todos los santos que fueron por aquí, y baje la cabeza sin alboroto ninguno, dejando los perros que ladren cuanto quieran» (Reglas de espíritu, 1: Breve regla de vida cristiana; BAC 324, 1971, pg 489, lín 35-47; subrayados míos).[51] PredicHond, «Fiel en lo poco», 6-VII-1937, pgs 188-189; XXX; la cursiva es del original. —La expresión «¿Ladran? Luego cabalgamos» se atribuye una vez y otra a Don Quijote dirigiéndose a Sancho –y así me lo han hecho notar cualificados lectores–, pero la realidad es que no se encuentra en la célebre novela de Cervantes.[52] M. Tullius Cicero, Philippica VI, cap 7; Opera omnia, fasc XXVIII: In M. Antonium orationes. Philippicae XIV, Paulus Fedeli (ed.), Teubner, Leipzig 1982, pg 95, lín 25-26.[53] Instrucción, 9-I-1935, nº 46.[54] Confessiones, lib 6,11, 18; BAC 11, 4ª ed, 1963, pg 242.[55] «Quamdiu, quamdiu: ‘cras et cras’? Quare non modo? Quare non hac hora finis turpitudinis meae?» (Confessiones, lib 8,12, 28; BAC 11, 4ª ed, 1963, pg 327; traducción y cursiva mía). Escrivá aludía con frecuencia en su predicación a San Agustín en la escena del huerto.[56] AGP, sec A, leg 50-04, carp 1, exp 6. Nótese el posesivo cariñoso, tan frecuente en los escritos del Autor.[57] Meditación «Enseñanzas de la Resurrección», Madrid, mayo 1936; guión nº 34.[58] Carta de Josemaría Escrivá a Isidoro Zorzano, Madrid 1-V-1937; EF 370501-1. Escribe desde la Legación de Honduras dándole instrucciones precisas sobre la reclamación ante el gobierno republicano por los daños causados en la Residencia de Ferraz 16 con motivo de su incautación por la CNT. Vid supra IntrodGen § 4 nt 8.[59] Futuros puntos de C transcritos ese día: 172, 16.[60] Como manifiesta el apcrít, en Cec estructuró el punto con el guionado y la puntuación que serían característicos de C, pero en la edición de Valencia y, sobre todo, en la 12ª edición retornó a la estructura del texto de Apínt.[61] Vid p/16, 19, 32, 365, 411, 833, 931.[62] En la mención de Aminadab (f. 2, in 22-23), se lee: «fo uno de los cabdiellos de los fillos d’Israel quando exieron de la tierra de Egipto» (El Liber Regum. Estudio lingüístico, ed. de Louis Cooper, Institución «Fernando el Católico», Zaragoza 1960, pg 19). Cfr Julio Cejador Frauca, Vocabulario medieval castellano, Las Américas Pub. Co., Nueva York 1968, pg 95.[63] En La vida de Santo Domingo de Silos, 266, hablando del Abad dice que «era del monesterio cabdiello e sennor» (Rufino Lanchetas, Gramática y vocabulario de las obras de Berceo, Sucesores de Rivadeneyra, Madrid 1900, pg 189).[64] «Un capitán y caudillo del campo, asentando su real y mirando las fuerzas o disposición de un castillo, le combate por la parte más flaca» (Ejercicios, 327; BAC 245, 1965, pg 115). Así, explica, el demonio ataca «por donde nos halla más flacos y más necesitados para nuestra salud eterna» (ibidem). Los jesuitas son llamados a «vivir asentados debajo de este gran caudillo, Jesucristo nuestro Señor» (Pedro de Ribadeneyra, Vida de Ignacio de Loyola, lib II, cap XI; Espasa-Calpe, Madrid 1967, pg 93).[65] Vid Carlos Fernández Gómez, Vocabulario completo de Lope de Vega, Real Academia Española, I, Madrid 1971, pg 527.[66] Vid Konkordanz zu Calderón, herausgegeben von Hans Flasche und Gerd Hofmann, Georg Olms Verlag, Band I, Hildesheim-New York 1980, pg 835 (47 ocurrencias). El equipo de investigación sobre el Siglo de Oro de la Universidad de Navarra (GRISO) ofrece en Internet –sobre el tema en Calderón– 83 ocurrencias. Caudillo es jefe, guía, para el bien o para el mal. Duque, explica Calderón, quiere decir «capitán, caudillo o guía». Lo decisivo no es «un cordero caudillo de leones quanto un león caudillo de corderos» (Quién hallará mujer fuerte?, 1, 1264s). Caudillos son Abrahán, Moisés, David, Gedeón en el Pueblo de Israel; Juan de Austria «en Lepanto caudillo de la Fe, del turco espanto» (El Tuzani del Alpuxarra, 2, 32); en La cura y la enfermedad (1, 450) habla de «un caudillo del Rey, al que se atribuye la fortaleza de Dios». Por otro lado, el demonio dice de sí mismo que es «de rebeldes espíritus caudillo» (Andrómeda y Perseo, 1, 388); Goliath es «caudillo del filisteo» (El Arca de Dios cautiva, 1, 1822), el moro rebelde de Granada es «cabeça de sus motines y caudillo de sus bandos» (La niña de Gómez, 1, 141) En Calderón el término se utiliza dentro de la gran simbología del autor: la Fe es Caudillo de las potencias del hombre cristiano (Amar y ser amado y divina Philotea, 1, 210); de la Iglesia «Gracia su caudillo sea, que de la Iglesia la Gracia siempre es la mayor defensa» (La devoción de la Missa, 1, 301); y la Iglesia, a su vez, «capitana del estandarte de Christo, corona de sus leales y de sus fieles caudillo» (El socorro general, 1, 217).[67] San Antonio María Claret, Escritos pastorales, BAC 577, 1997, pg 53: «... Dios, destinando a Moisés para caudillo de su pueblo, lo dotó de tanta mansedumbre...».[68] Dos usos del término contemporáneos a la redacción de Cec. Hablando de Pío XI escribía Miguel Sancho Izquierdo, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Zaragoza: «Somos del Papa, queremos al Papa; él es nuestro Padre, él es nuestro caudillo» (Miguel Sancho Izquierdo, «Zaragoza. Homenaje de las Juventudes Católicas al Papa», en Boletín de la A.C.N. de P., 55, 5-VI-1928). «No existe otro caudillo político que Gil Robles» (ABC, Madrid, 20-XI-1933, sección «El hombre del día»).[69] Así, desde el origen de la lengua: «Deven ser cabdillos e señores de cavalleros omne noble e omildoso e de buen derecho e conosçido en lealtad e esforçado e sabidor de lides e omne granado de coraçon […] La compaña poca e flaca con buen cabdillo esforçado e sabidor, fuertes son, e la grand compaña fuerte, quando oviere cabdillo medroso e flaco e non meta mientes en lo que debe, flacos serán por fuerça» (CC, XIII, 18). Textos en Hugo O. Bizzarri, Diccionario paremiológico e ideológico de la Edad Media (Castilla, siglo XIII), Scrit, Buenos Aires 2000, pgs 21s.[70] Años después, en la época en que al Jefe del Estado en España (Francisco Franco, 1939-1975) se le llamaba «el Caudillo», algunos quisieron ver en la expresión de C un eco de este evento, proyectando sobre ella la ideología autoritaria de entonces. Es anacronismo e ignorancia. La realidad es que su sentido hay que ponerlo en relación con el de esta palabra en la gran tradición castellana y con el gusto del Autor por el lenguaje de los clásicos españoles. —Tal vez a esta deformación –pero en el contexto de p/19 (vid última frase de este punto)– se refería el Autor cuando escribía en 1965: «Hace ya muchos años, más de treinta, para expresar esa misma realidad [la responsabilidad apostólica de todo cristiano], empleé una frase que algunos, faltos de visión sobrenatural y sobrados de visión humana, no fueron capaces de entender. Escribía que todo cristiano debe sentirse caudillo, llamado por Dios para llevar a las almas a la santidad. Todos: los grandes y los pequeños, los poderosos y los débiles, los sabios y los sencillos. Cada uno en su sitio, debe tener la humildad y la grandeza de ser instrumento de Dios, para anunciar su reino. Porque el Señor envió a sí a los suyos: ‘id y predicad, diciendo: se acerca el reino de los cielos’ (Matth. X, 7)» (Carta 24-X-1965, n 14; AGP, sec A, leg 53-4, carp 7, exp 1).[71] Es decir, en la gente joven que se acercaba a la labor de formación cristiana que realizaba el Opus Dei.[72] Instrucción, 9-I-1935, nº 218; la cursiva es del original.[73] Álvaro del Portillo, nt 880 a los Apínt.[74] Ese día transcribió siete futuros puntos de C: 498, 10a, 446, 637, 18, 180, 9.[75] Ese mismo día escribió a continuación el p/472.[76] Aquí en vez de «socios» decía C.B., caballeros blancos, como al principio el Autor llamaba a los miembros de la Obra; terminología que desechó muy pronto. En su Cuaderno tachó después esta abreviatura y puso la que se lee, socios, que correspondía a la situación jurídica del Opus Dei como Asociación. El texto del Cuaderno pasó al velógrafo antes de que el Autor desechase ese término y allí se lee C.B. Vid apcrít. —Hoy el término adecuado a la naturaleza de Prelatura personal que tiene el Opus Dei, es «fieles de la Prelatura». Vid título I, cap II, de los Estatutos de la Prelatura del Opus Dei, promulgados por la Bula Ut sit, de 28-XI-1982. Texto en P. Rodríguez – F. Ocáriz – J. L. Illanes, El Opus Dei en la Iglesia, 2000, pgs 311-316.[77] En otros puntos de semejante estructura literaria, el Autor introduce uno de sus característicos guiones largos al comenzar el desarrollo del tema enunciado (vid, por ej, p/3, 8, 31, 54, 62, 151, 235, etc. Aquí sería: «Voluntad. —Es una característica, etc.».[78] En Glosas marginales al Decenario 1932, pg 27 (Patmos 35, pg 41; Logos 53, pg 83), el Autor subrayó esta invocación: «Del desprecio de las cosas pequeñas, libradnos, Espíritu Santo».[79] Es el lenguaje bíblico: «Tu gloria Ierusalem... quia fecisti viriliter», cantan los israelitas a Judit (15, 10-11). Con todo, es interesante notar que, en casi todos los textos citados, «virilizar» va precedido de una palabra que orienta la «hermenéutica»: «fortalecer» (p/19), «enreciar» (p/144), «templar» (p/615), «robustecer» (p/856).[80] Erasmo, por ej, hablando de la Virgen María: «La serpiente ha quedado reducida a arrastrarse sobre su pecho. La muerte de Cristo ha quebrantado su furia; ya no le queda sino acechar a hurtadillas el calcañar. Por otra parte, la Mujer, muy varonil por la gracia de la fe, aplasta la cabeza venenosa de la serpiente» (Erasmo, Enchiridion, cap VI: «De las dos partes del hombre»; BAC minor 79, 1995, pg 107).[81] Palabras de un relato de San Josemaría conocido por testimonios de Miguel Ángel Monge (Madrid, 3-IV-1978; AGP, sec A, leg 100-36, carp 2, exp 1), Álvaro Fontes (Sidney, 15 a 28-VIII-1976; AGP, sec A, leg 100-21, carp 3, exp 4) y Luis Felipe Gómez Caballero (Gaztelueta, 4-VIII-1975; AGP, sec A, leg 100-25, carp 3, exp 12); también en AGP, sec P, leg 1, 1986, pg 444s. Este lance se encuentra también en J. Echevarría, Memoria del Beato Josemaría Escrivá, 2000, pgs 74s, donde las palabras de don Elías aparecen en relación con el incidente relatado en com/88. En la portada de un sobre en el que el Autor guardaba las Pláticas para sacerdotes que predicó en Vergara, septiembre 1938, se encuentra esta anotación: «Las piedras de moler canela» (AGP, sec A, leg 50-4, carp 1, exp 2). Y en un guión apunta: «Mortificación pasiva: piedras de moler canela» (EjEsp, Plática «Espíritu de mortificación y penitencia», Vitoria 24-VIII-1938; guión nº 117). Se ve que la anécdota tuvo impacto en su alma.[82] Futuros puntos de C transcritos ese día: 601, 678, 422, 21, 910, 872.[83] «haz tu obligación». En el Cuaderno, en primera redacción, decía «cumple tu obligación».83b Cervantes en Don Quijote, I, cap. 1: “la razón de la sinrazón que a mi razón se hace....”[84] Son: 708, 615, 22.[85] Así llamaba el Autor de C a una pequeña imagen de la Virgen, en talla de madera, que tenía en su cuarto. Era su costumbre besarla al salir o al entrar en casa, y ante ella solía tener profundas expansiones del alma. Después estuvo colocada en el cuarto del Director de la Residencia de Ferraz 50, que era el que ocupaba San Josemaría. Desapareció durante la guerra civil española. Numerosas alusiones (nn 226, 239, 325, 488, 701 y 702 y nt 247 de Álvaro del Portillo a Apínt). Vid Vázquez de Prada, I, nt 199, pg 410.[86] Es una de las abreviaturas ya mencionadas. Vid com/11. Nótese la intensa relación familiar con Santa Teresa de Jesús, «Madre Teresa».[87] Instrucción, 9-I-1935, nº 223. El Fundador del Opus Dei está dando criterios a los fieles del Opus Dei para realizar la labor apostólica con la juventud.[88] En esta línea se mueve también la expresión del p/367: «Seamos ángeles, para dignificar las ideas, al asimilarlas».[89] Futuros puntos de C transcritos ese día: 471, 552, 553, 455, 23, 290, 942[90] Inserto en una larga sesión, que comienza así: «Fiesta de la abuelita Santa Ana — 26-VII-33».[91] Ilustra el clima de este punto el testimonio de un universitario de la Academia DYA, Fernando Alonso-Martínez, Madrid enero de 1976; AGP, sec A, leg 100-01, carp 3, exp 13: «Nos hablaba de trabajo, de estudio, de Amor de Dios. De que era bueno que fuéramos ambiciosos, muy ambiciosos, mucho, pero... ¡por Cristo!, y dicho esto con mucha energía, casi como un grito enérgico, con esa forma peculiar de decir. Es curioso que casi no recuerdo otras palabras suyas con esa claridad, pero se quedaron grabadas ahí». —Fernando Alonso-Martínez Saumell, nacido en Madrid (1917), conoció al Autor en 1935, con ocasión de frecuentar la Residencia DYA, llevado por su hermano Enrique. Participó de los medios de formación espiritual que impartía el Autor. Durante la guerra tuvo relación epistolar con el Fundador del Opus Dei desde que éste se instaló en Burgos.[92] La acepción primera en el «Diccionario de la Real Academia Española» (DRAE), ed 1925 y 1992, es, en cambio, la acepción noble: «examinar atenta y particularmente una materia entre varias personas». Como segunda acepción da la que es ya próxima a la «popular»: «contender y alegar razones contra el parecer de otro».26     Msb  |||  o tu confesor Txm add || dignamenteTxm add autogr] santamenteMsb Txm del27     Msb  |||  ríes] ríes, Msb || Pues C6ss] Pues, Msb Txm C1-C5 || te conduzcaTxm ] te lleveMsb || como Txm] como llevó Msb  ||||  1 cfr Tb 5-12[93] Instrucción, 9-I-1935, nº 124.[94] El tema tenía tal trascendencia pastoral que el Autor en aquellos años evitaba, en lo que podía, la palabra «vocación» –a pesar de ser un concepto bíblico fundamental (vid voz «Vocación» en Xavier Léon-Dufour, Vocabulario de Teología Bíblica, Herder [Biblioteca Herder, 66], 10ª ed, Barcelona 1978, pgs 962-964; y José Morales, «La vocación en el Antiguo Testamento», en Scripta Theologica 19 [1987] 11-62)– por la connotación casi exclusiva que entonces tenía, entre la juventud universitaria, de «vocación religiosa» o «vocación sacerdotal». Vid infra Introd a cap 44. Aquí la emplea, como se ve, con voluntad de provocar un inicial desconcierto que lleve a descubrir el horizonte neotestamentario de la «vocación cristiana». Vid en P. Rodríguez, Vocación, trabajo, contemplación, 1986, los caps I («Sentido de la vocación cristiana») y II («El mundo como tarea moral»). Sobre trabajo y vocación vid com/359.[95] Instrucción, 9-I-1935, nº 237. «Una especial vocación divina»: eran palabras realmente nuevas para muchas personas, al menos en la España de entonces.[96] Va seguida del que sería p/427.[97] Adolfo Gómez Ruiz (1909-1956), estudiante de Medicina, conoció al Autor hacia 1930, y se dirigió espiritualmente con San Josemaría, participando de sus afanes apostólicos. Fue quien presentó a Juan Jiménez Vargas al Fundador del Opus Dei. Militante político activo, tomó parte en la intentona del General Sanjurjo, de agosto de 1932. Fue detenido e ingresó en la cárcel Modelo, de Madrid, siendo atendido sacerdotalmente por San Josemaría. Posteriormente fue deportado a África. Todas estas peripecias le alejaron del trato con el Fundador del Opus Dei, al que siempre estimó en gran medida.[98] La doctrina censurada en el Concilio (sess 24, can 10; DS 1810) es ésta: «que el estado conyugal debe anteponerse al estado de virginidad o de celibato, y que no es mejor y más perfecto permanecer en virginidad o celibato que unirse en matrimonio [cfr Mt. 19, 11 s; 1 Co. 7, 25 s, 38 y 40]».[99] «Nombre genérico de los individuos de tropa que forman los escalones inferiores de los Ejércitos de tierra y aire y del Cuerpo de Infantería de Marina» (DRAE, voz «clase», ed 1992).[100] Entrevista concedida a Jacques Guillemé-Brûlon, publicada en Le Figaro (París), el 16-V-1966; Conversaciones, 45.[101] Juan Jiménez Vargas, Relatos testimoniales, II, pg 24.[102] «Le aconsejo leer el número anterior de Camino, donde se dice que el matrimonio es una vocación divina. No era nada frecuente oír afirmaciones como ésa en los alrededores de 1935. Sacar las consecuencias de las que usted habla, es no entender mis palabras. Con esa metáfora quería recoger lo que ha enseñado siempre la Iglesia sobre la excelencia y el valor sobrenatural del celibato apostólico. Y recordar al mismo tiempo a todos los cristianos que, en palabras de San Pablo, deben sentirse milites Christi, soldados de Cristo, miembros de ese Pueblo de Dios que realiza en la tierra una lucha divina de comprensión, de santidad y de paz. Hay en todo el mundo muchos miles de matrimonios que pertenecen al Opus Dei, o que viven según su espíritu, sabiendo bien que un soldado puede ser condecorado en la misma batalla en la que el general huyó vergonzosamente» (Conversaciones, 45).[103] La mujer en la vida del mundo y de la Iglesia, entrevista realizada al Autor por Pilar Salcedo en 1968, publicada en Telva (Madrid) el 1-II-1968; Conversaciones, 92; la cursiva es del original. 30    Msb  |||  ella mismaMsb add 31    Msb[104] PredicHond, «La santa intransigencia», 12-V-1937, pg 61; VIII. 32    Msb  |||  (bis) caudillo] caudillo, Msb Txm[105] Carta de Josemaría Escrivá a Francisco Morán, Burgos 4-IV-1938; EF 380404-1. El subrayado es mío.33     Msb[106] Carta de Josemaría Escrivá a Juan Jiménez Vargas, Burgos 13-X-1938; EF 381013-3. Idem a Ricardo F. Vallespín, Burgos 13-X-1938; EF 381013-1: «Vino X. y todo salió como sobre ruedas. Me apresuro a comunicártelo, porque sé que te alegrarás. Yo, también; pero pasé malos ratos, al ‘agotar la verdad’, que es el nuevo sistema que seguiré mientras Dios me dé vida, aunque sea duro para mí. A última hora, yo no monto nada y sufrir es siempre fecundo». El Fundador del Opus Dei se dirige a los dos miembros más antiguos de la Obra que estaban en la zona nacional –uno en el frente de Teruel y otro en el de Madrid– y les da noticia de su sufrimiento al comunicar a esa persona que no podía seguir en la Obra y el trabajo que le costó «agotar la verdad». A la vez les dice que el Señor dispuso todo muy bien para la paz del alma de esa persona, de «ese amigo», que lo fue siempre del Autor.34     Msb[107] EjEsp, Meditación «Muerte y entierro», Vitoria 24-VIII-1938; guión nº 125.35     Msb  ||| cobardía] cobardía, Msb Txm | debieran Msb add] debieron Msb del[108] San Juan Crisóstomo, Contra los impugnadores, Discurso III, 7; BAC 169, 1958, pg 468.36     Msb37     Msb[109] Escribe Álvaro del Portillo: «Recuerdo el caso de aquel que hace muchos años, por su imprudencia, perdió la vocación: después comentaba que había sido providencial, porque él difícilmente hubiese podido perseverar en la Obra. Así, con toda tranquilidad –de la mala– echaba la culpa de su descamino nada menos que a la divina Providencia» (Nt 28 a Instrucción, 8-XII-1941).[110] Moliner, II, pg 832; voz «cuento». «Cuento», en una de las acepciones del DRAE de 1970 es: «falsa apariencia, embuste, trápala, engaño» y en la de 1992 también «embuste, trápala, engaño», pero ya se agrega, como ejemplo, «tener mucho cuento». «Como ahora dicen», escribe el Autor en 1938. Interesante que en el DRAE de 1925 no se contemplaba todavía esa acepción.38     Msb  |||  hombres] hombres, Msb Txm[111] Así llamaban a la carta de estilo familiar, tirada a velógrafo, que mensualmente enviaba San Josemaría desde Burgos a más de cien universitarios –de la Obra o en relación con la Obra– repartidos por los frentes de guerra. Vid IntrodGen § 5, nt 20.[112] «Noticias», Burgos, marzo 1938, pg 5; AGP, sec A, leg 3, carp 3. La primera parte del texto es el origen del p/806.[113] «Noticias», Burgos, abril 1938, pg 1; AGP, sec A, leg 3, carp 3.39     Msb[114] Ginés, en otro anterior viaje a América, trajo la pequeña máquina de escribir con la que el Autor mecanografió personalmente el texto de C que llevó a la imprenta.[115] Carta de Ginés Albareda a Josemaría Escrivá, París 25-X-1938; AGP, sec E, carp 724, exp 5.[116] La carta y la expresión de Ginés Albareda debió ser comentada por el Autor de C con el grupo de miembros del Opus Dei que estaba en Burgos. Tal vez les leyó la carta, como hacía con frecuencia, en reunión familiar. Digo esto porque Álvaro del Portillo, que escribió por encargo del Autor un detallado relato de cómo se pasó(octubre del 38) a la zona nacional con otros dos compañeros (Eduardo Alastrué y Vicente Rodríguez Casado), termina su relato con estas palabras: «Después de esta jornada, que ha sido –ya que ahora tan de moda están los cursillos– como uno [un cursillo] práctico de confianza en Dios, sólo es menester, como dice Ginés, que nunca nos queramos detener en lo fácil. Lo demás sabemos positivamente y, desde ahora de modo especialmente práctico, que se nos dará por añadidura» (Álvaro del Portillo, De Madrid a Burgos pasando por Guadalajara, relato manuscrito; AGP, sec B-1, leg 50, carp 3; la cursiva es mía). Por lo demás, el dato ayuda a fechar el relato de Mons. del Portillo, que hay que situar en los primeros días de noviembre de 1938.40     Msb  |||  Pero] Pero, Msb Txm[117] Relato del 77, pg 3.[118] Manera familiar de designar a la Residencia de estudiantes que, antes de la guerra, estuvo en Ferraz nº 50 y que el Autor planea volver a abrir en Madrid cuando termine la guerra. La petición de libros (a Universidades y organismos del extranjero) a la que aquí alude ocupó un lugar significado en la actividad del Autor y los suyos en Burgos y se reflejará en otros puntos de C. Vid com/467.[119] Carta de Josemaría Escrivá a Juan Jiménez Vargas, Burgos 23-III-1938; EF 380323-1. El subrayado es mío.[120] Meditación «Stabant iuxta Crucem (Joann. XIX, 25)», Vitoria 19-IX-1938, predicada a las teresianas; guión nº 114.41     Msb  |||  vacías] vacías, Msb Txm[121] Escribe, no sin humor, Ibáñez Langlois a propósito de este p/41: «Este fenómeno, que hoy llamaríamos de ‘capilaridad’ social y cultural por ‘propulsión al vacío’, era tan propio del contexto social de aquellos años treinta como de nuestra sociedad actual» (J. M. Ibáñez Langlois, Josemaría Escrivá como escritor, [2002], pg 43).42     Msb  |||  piedras] piedras, Msb Txm[122] La última piedra está en la parte exterior del ábside del Oratorio de los Santos Apóstoles.[123] Palabras del Autor antes de la breve ceremonia, recogidas en el doc «Décimo aniversario de Villa Tevere», AGP, sec P, leg 1, 1970, pg 17. En la última piedra hizo que grabaran las palabras «Melior est finis quam principium» y la fecha, que pueden leerse desde el patio interior. Las palabras son una adaptación de estas otras de Qo 7, 9: «melior est finis orationis quam principium».[124] En la homilía «Trabajo de Dios» (Amigos de Dios, 55) se refiere a esta misma ocasión que hemos relatado: «Me llevé una sorpresa cuando vi que no existía. […] Os confieso que me parecía imposible que se diese esa laguna, y fui repasando despacio, pero inútilmente, el índice del Ritual». Hemos de agregar que todavía no existe esa bendición en los libros litúrgicos.43     Apínt Msb  |||  hieres] hieres, Msb Txm || palabras] palabras, Msb Txm || No te molestes Msb add] ¿No te enfadarásMsb del || molestes] molestes, Msb Txm || Mientras... corrijas Msb add] Si... corrigesMsb del[125] Al Cuaderno de Honduras le faltan las 22 primeras hojas. Vid IntrodGen § 4.[126] Apínt, nº 1375, antes de 5-V-1937.44     Msb[127] PredicHond, «Zaqueo», 12-IV-1937, pgs 48-49; VI.[128] Sobre el ambiente en Embajadas y Legaciones en Madrid durante la guerra civil, vid Javier Rubio García-Mina, Asilos y canjes durante la guerra civil española. Aspectos humanitarios de una contienda fratricida, Planeta, Barcelona 1979; Javier Cervera Gil, Madrid en Guerra. La ciudad clandestina (1936-1939), Alianza Editorial, Madrid 1998. Un relato novelado de la época: Wenceslao Fernández Flórez, Una isla en el mar rojo: novela, Edic. Españolas, Madrid 1939.45     Msb  |||  duelen Txm] hierenMsb || suposiciones] suposiciones, Msb Txm[129] Cfr Notas de conversaciones con el Autor: México 16-VI-1970, Roma 7-IV-1974 y Barcelona 27-IX-1973; textos en AGP, sec A, leg 51.[130] Notas de la citada tertulia, Roma 7-IV-1974; textos en AGP, sec A, leg 51.46     Msb  |||  ¿No crees que la igualdad ... injusticia?Msb add] La igualdad ... injusticiaMsb del[131] Homilía «Vivir cara a Dios y cara a los hombres», predicada el 3-XI-1963; Amigos de Dios, 173.47     Msb[132] EjEsp, Meditación «Resurrección», Vitoria 25-VIII-1938; guión nº 115.48     Msb  |||  enfadarás] enfadarás, Msb Txm || claro] seq : ¡como te habla a ti Dios! Msb del ||  inadvertidoMsb add] desapercibidoMsb del[133] PredicHond, «Virtud de la obediencia», 8-VI-1937, pg 110; XVII.[134] Otra expresión parecida: «el perejil de todas las salsas», en ABC (Madrid), 9-XII-2000.[135] J. M. Ibáñez Langlois, Josemaría Escrivá como escritor, (2002), pg 35.49     Msb  |||  chismes Msb C] chismes, Txm[136] Relato del 77, pg 2. El subrayado es mío.50     Msb  |||  demás] demás, Msb Txm  ||||  1 1 R 2, 2: esto vir[137] Plática «El estudio», 20/27-X-1935; guión nº 12.[138] Célebre el «gnw`qi seautovn», «nosce te ipsum», que figuraba en el frontispicio del templo de Delfos, y que fue adoptado por Sócrates como lema, podríamos decir, de todo su filosofar. Vid R. Tosi, Dizionario delle Sentenze latine e greche, 2000, nº 347. También Platone, Protagora, G. Reale (ed.), Brescia 1972, pg 138 nt 38.[139] Cfr Hans-Martin Gauger, Durchsichtige Wörter. Zur Theorie der Wortbildung, C. Winter, Heidelberg 1971, pg 104: «Die Pejoriesierung erfolgt also nicht nur durch die dafür eigens lebendigen Suffixe, sondern, sehr häufig, auch durch die augmentativen Programme». El autor ilustra la tesis con el p/306 de C. Este p/50 es aún más claro en su originalidad.[140] El sentido originario del verbo «oliscar» aparece bien en este texto de Fray Luis de Granada, Introducción del símbolo de la fe, part I, cap 12, § 1: «Mas la madre, viéndose sin hijos, andaba todo el día oliscando por toda la huerta, hasta que finalmente los halló».51     Msb  |||  procuraMsb add[141] Cuaderno VIII, nº 1345, 2-VI-1936.52     Msb53     Msb  |||  examinas la labor de los otros ... te lo concedo—Txm] examinas, sin que tengas por qué examinar nada —con absoluta elevación de miras: te lo concedo—,  la labor de los otrosMsb || Él, que hace cabeza —tiene gracia de estado—, archivará la notaC] El que hace cabeza —tiene gracia de estado— archivará la notaMsb Txm[142] Cfr Relato del 77, pg 4.54     Msb[143] Moliner, I, pg 742.55     Msb  |||  los extrañosTxm] la gente de fueraMsb[144] Juan Jiménez Vargas, Relatos testimoniales, XI.[145] Alusión al ambiente de «carromato» y maletas amontonadas que había en la Legación.[146] Los subrayados son míos. Sobre la estancia en la Legación de Honduras cfr la descripción del propio Jiménez Vargas en Relatos testimoniales, III, pgs 100s.[147] Carta de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei en Valencia, Madrid 17-IV-1937; EF 370417-1.[148] Carta de Josemaría Escrivá a los fieles del Opus Dei en Valencia, Madrid 25-VIII-1937; EF 370825-1. El subrayado es mío. Ya se ve por el tono de humor que «gabacho» no tiene sentido despectivo.[149] DRAE, voz Berlina (En), ed 1925 y 1970. La «berlina» era un tipo de coche abierto que comenzó a usarse en Berlín –de ahí su nombre– y que sorprendía en Madrid de principios del XIX, dando lugar a esta expresión. Cfr J. M. Iribarren, El porqué de los dichos, 10ª ed, 1997, pg 71.

Pedro Rodríguez