"Álvaro del Portillo defendía la libertad de todos"

El catedrático de Economía Antonio Argandoña destacó, en la conferencia que impartió el pasado jueves en el Aula de Teología del Oratorio de Bonaigua en Barcelona, que don Álvaro "se volcó en la tarea de recristianización, con un espíritu lleno de respeto hacia los demás".

Antonio Argandoña: "Álvaro del Portillo defendía la libertad de todos"

"Escuchaba, defendía la libertad de todos, promovía la verdad. No os peleéis -decía- porque conviene resolver los problemas a través del diálogo y evitar el enfrentamiento. Todo esto lo manifestaba desde una visión positiva de los problemas de Europa". Así lo afirmó el profesor ordinario emérito de Economía y Ética Empresarial del IESE, Antonio Argandoña, dentro del ciclo "Siervo bueno y fiel" que organiza el Aula de Teología del Oratorio de Santa María de Bonaigua de Barcelona, con motivo del centenario del nacimiento de Mons. Álvaro del Portillo.

En su conferencia, titulada "Álvaro del Portillo y la crisis religiosa y social de Europa", el profesor Argandoña describió la evolución histórica del pensamiento y del comportamiento de los europeos desde principios de la Edad Moderna hasta nuestros días.

Señaló que Álvaro del Portillo planteó la crisis europea con una "enorme fidelidad al Papa". Como decía el Mons. Javier Echevarría "hizo suyas las preocupaciones y los esfuerzos del Papa". Por esta razón, viajó por numerosos países europeos y en la época que fue prelado del Opus Dei comenzó la labor del Opus Dei en los países del Norte de Europa. En la recristianización de Europa, Álvaro incluyó a los Estados Unidos y a Canadá.

Junto con esta fidelidad al Romano Pontífice, Álvaro del Portillo pidió a las personas de la Prelatura mucha oración y mucha mortificación, porque consideraba que eran las armas imprescindibles para combatir el ateísmo y el relativismo tan extendido por Europa.

Álvaro del Portillo empujó a los fieles del Opus Dei hacia una "segunda evangelización de Europa", tal como le había pedido el Papa Juan Pablo II. Se puso inmediatamente en marcha cuando Juan Pablo II le "encargó" que trabajara para lograr una recristianización de Europa, ya que este continente, de profundas raíces cristianas, había perdido el sentido religioso y daba muestras de un difuso ateísmo y de una crisis cultural, moral, filosófica y religiosa.

"Europa le debe mucho al cristianismo y debemos afrontar esta crisis con optimismo, porque contamos con Dios", dijo en una ocasión el futuro beato que también pidió "rechazar la idea de que somos mejores que los demás".

Salvador Aragonés