Una mujer que trabaja por la mujer en India

Fátima Villanueva cuenta con en este testimonio la aventura en la que se encuentra embarcada en los últimos tres años de su vida: Kamalini, un Centro de Capacitación para la mujer india en Nueva Delhi.

Bilbaína de nacimiento y afincada desde hace 14 años en Delhi donde se marchó para comenzar la labor apostólica de la Obra, Fátima Villanueva ha pasado unos días por España y cuenta con pasión la aventura en la que se encuentra embarcada en los últimos tres años de su vida: crear en Nueva Delhi un Centro de Capacitación para la mujer india – Kamalini– , en el que puedan formarse 560 mujeres.

En un país con 1.100 millones de habitantes donde se hablan 325 lenguas y 1.650 dialectos, conviven grandes contrastes y sobre todo mucho desequilibrio social. La cima de la tecnología y los profesionales más competitivos coexisten con altas tasas de analfabetismo, o uno de los mayores negocios farmacéuticos del mundo con elevados niveles de infecciones y epidemias.

¿Por qué decidiste implicarte en este proyecto de ayuda a la mujer?

Cuando hace catorce años llegué a la India me chocaba todo: ¡lo bueno y lo menos bueno! Ahora puedo decir que me admiro con todo: ¡con lo bueno y lo menos bueno! ¿Cuál es la diferencia? No lo sé, pero realmente me ha cambiado la  perspectiva. Supongo que al llegar, todo era extraño para mí, ahora de algún modo es algo mío. Entiendo mejor las cosas y así me encuentro con más derecho de hacer una crítica positiva de lo que no me parece bien. Quiero mejorar esto último y a la vez ser agradecida con lo bueno que recibo del país.

¿Qué es lo que más te ha impactado sobre la situación de la mujer en este país?

En Delhi estoy en contacto diario con muchas mujeres indias, con quienes me relaciono habitualmente por trabajo, amistad, etc. Tenemos muchas cosas en común y trato de apoyarme en eso y tratar con respeto aquello en lo que no coincidimos.

Además hay muchas mujeres que están en la calle: trabajando en unas obras, acarreando ladrillos sobre su cabeza, o picando piedra. Otras están limpiando en condiciones poco dignas, o cocinando sin un mínimo de higiene. Otras mendigando para conseguir cuatro rupias que luego tendrán que dar a sus maridos para que las malgasten. Otras, chicas jóvenes que vienen de los pueblos a Delhi a ganar dinero, con la mejor intención, y caen en manos de agencias sin escrúpulos que las explotan en todo tipo de actividades.

Viendo estas cosas, y muchas más, no podía quedarme indiferente. Así es como comenzamos a pensar acciones sociales en la línea de promover posibilidades para las mujeres menos afortunadas, que les lleven a tener una vida más digna, como el proyecto Kamalini. Desde 2007 contamos con la colaboración de una fundación española, Dasyc . En esta labor siempre me ha parecido importante implicar a mujeres indias de clases sociales más favorecidas que sean solidarias con las otras. Parece de perogrullo, pero no siempre resulta fácil conseguir este objetivo. El sistema de castas en India es todavía muy fuerte.

¿Qué valores piensas puede transmitir la mujer india a una mujer española?

La paciencia ante las dificultades, el no crearse necesidades que ciertamente no lo son. Vivir con sobriedad. A veces se confunden estas cosas con la pasividad. Ciertamente en ocasiones puede serlo, pero no cabe duda de que la sobriedad es un valor que tienen, y que las mujeres europeas, por estar completamente “acolchadas” por la sociedad del bienestar, no somos capaces de aguantar.

¿Cómo podemos apoyar un proyecto como Kamalini?

Aunque a veces a la gente le gusta la participación directa porque hace sentirse bien, en países como India, la mejor ayuda de un extranjero es la de facilitar donativos para que otras personas nativas o personas establecidas en el país y conocedoras de su idiosincrasia, puedan llevar a cabo una labor eficaz. Estas mujeres a las que queremos ayudar, jóvenes y menos jóvenes, estarán más receptivas a mujeres más cercanas a ellas: por idioma, mentalidad etc. Y el aprendizaje será siempre más eficaz.

Creo que ayudarles es una cuestión de solidaridad, pero también de justicia. Reconozco que aunque el trabajo de quienes llevamos a cabo este tipo de iniciativas resulta arduo en ocasiones, a la vez es muy gratificante ver los progresos en la vida y entorno de estas mujeres. En realidad, ellas serán los agentes de cambio de la sociedad india en el futuro.