“La aventura del matrimonio” (I): Comienza una aventura

Sole y Juampi son un joven matrimonio argentino. Este es el primero de una serie de seis vídeos en los que narran “La aventura del matrimonio”: sus luchas y victorias, peleas y reconciliaciones. Guía para un curso prematrimonial o para parejas ya casadas.

A continuación, te proponemos preguntas y textos para reflexionar. Pueden servir para aprovechar este video personalmente, en reuniones con tus amigos, en tu escuela o en tu parroquia. En la columna de la derecha se encuentran los enlaces a los siguientes capítulos de la serie.


Preguntas para el diálogo

— Sole habla de su “esquema de vida” y Juampi de sus “ideas de libertad”. ¿Estaba el matrimonio en sus planes?

— ¿Qué hay detrás del pensamiento “quiero que funcione con él”? ¿Qué virtudes de Juampi atraían a Sole? ¿Y a Juampi de Sole?

— Los dos comentan que les preocupaba lo distintas que eran sus familias de origen. ¿Cuáles eran esas diferencias? ¿Afectaron su relación durante el noviazgo? ¿Pueden diferencias de ese tipo afectar a un matrimonio?

— ¿Qué le pidió Sole a Juampi cuando éste le propuso matrimonio? Si bien Dios no ocupaba el primer lugar en sus vidas, ¿podemos señalar evidencias de su intervención? ¿Tuvo la fe influencia en ellos al momento de comprometerse?

— ¿Qué expectativas y qué miedos mencionan al tiempo de tomar la decisión de casarse?

— La vida de recién casados les presenta el desafío de la mutua adaptación.¿Cómo describen Juampi y Sole las diferencias entre ellos? ¿Se trata de diferencias de caracteres o de diferencias entre el varón y la mujer?

Propuestas de acción

— Dedicar tiempo en el noviazgo para crecer en el mutuo conocimiento a través del diálogo y los momentos compartidos.

— Durante el noviazgo, hablar especialmente sobre lo que para cada uno es importante, sobre expectativas y temores, y sobre las dificultades y diferencias que se vayan percibiendo.

— Preguntarse sobre las diferencias –especialmente las psicológicas- entre el hombre y la mujer para aprender a tenerlas en cuenta.

— Interesarse por la vida espiritual del otro. Rezar juntos.

Meditar con la Sagrada Escritura

— "Luego Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada»… De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó: «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará “mujer” porque del hombre fue sacada». Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser" (Génesis 2,18 y 22-24).

— "Ponme como sello sobre tu corazón, como sello sobre tu brazo, porque fuerte como la muerte es el amor, inexorables como el Seol, los celos; sus destellos, destellos de fuego, la llama misma del Señor. Las muchas aguas no pueden extinguir el amor, ni los ríos lo anegarán; si el hombre diera todos los bienes de su casa por amor, de cierto lo menospreciarían" (Cantares, 8, 6-7).

"Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos" (Juan 15, 1-8).

Meditar con el Papa Francisco

— El noviazgo es el tiempo en el cual los dos están llamados a realizar un buen trabajo sobre el amor, un trabajo partícipe y compartido, que va a la profundidad. Ambos se descubren despacio, mutuamente, es decir, el hombre “conoce” a la mujer conociendo a esta mujer, su novia; y la mujer “conoce” al hombre conociendo a este hombre, su novio. No subestimemos la importancia de este aprendizaje: es un bonito compromiso, y el amor mismo lo requiere, porque no es sólo una felicidad despreocupada, una emoción encantada… (Audiencia, 27 de mayo de 2015).

— Los novios deberían ser estimulados y ayudados para que puedan hablar de lo que cada uno espera de un eventual matrimonio, de su modo de entender lo que es el amor y el compromiso, de lo que se desea del otro, del tipo de vida en común que se quisiera proyectar. Estas conversaciones pueden ayudar a ver que en realidad los puntos de contacto son escasos, y que la mera atracción mutua no será suficiente para sostener la unión… Se deben detectar las señales de peligro que podría tener la relación, para encontrar antes del casamiento recursos que permitan afrontarlas con éxito. Lamentablemente, muchos llegan a las nupcias sin conocerse (Amoris Laetitia, 209, 210).

— El amor conyugal es una unión que tiene todas las características de una buena amistad: búsqueda del bien del otro, reciprocidad, intimidad, ternura, estabilidad, y una semejanza entre los amigos que se va construyendo con la vida compartida. Pero el matrimonio agrega a todo ello una exclusividad indisoluble, que se expresa en el proyecto estable de compartir y construir juntos toda la existencia. Seamos sinceros y reconozcamos las señales de la realidad: quien está enamorado no se plantea que esa relación pueda ser sólo por un tiempo; quien vive intensamente la alegría de casarse no está pensando en algo pasajero; quienes acompañan la celebración de una unión llena de amor, aunque frágil, esperan que pueda perdurar en el tiempo; los hijos no sólo quieren que sus padres se amen, sino también que sean fieles y sigan siempre juntos. Estos y otros signos muestran que en la naturaleza misma del amor conyugal está la apertura a lo definitivo (Amoris Laetitia, 123).

— El matrimonio como institución social es protección y cauce para el compromiso mutuo, para la maduración del amor, para que la opción por el otro crezca en solidez, concretización y profundidad, y a su vez para que pueda cumplir su misión en la sociedad. Por eso, el matrimonio va más allá de toda moda pasajera y persiste. Su esencia está arraigada en la naturaleza misma de la persona humana y de su carácter social. Implica una serie de obligaciones, pero que brotan del mismo amor, de un amor tan decidido y generoso que es capaz de arriesgar el futuro. Optar por el matrimonio de esta manera, expresa la decisión real y efectiva de convertir dos caminos en un único camino, pase lo que pase y a pesar de cualquier desafío (Amoris Laetitia, 131,132).

Meditar con san Josemaría

— El noviazgo “como toda escuela de amor, ha de estar inspirado no por el afán de posesión, sino por el espíritu de entrega, de comprensión, de respeto, de delicadeza” (Conversaciones, 105).

— El amor humano es una aventura estupenda. Yo lo sé por el amor divino, que es mucho más, pero que es compatible con el amor humano; con el amor humano santo, como el vuestro. Yo os digo que os queráis, que os tratéis, que os conozcáis, que os respetéis mutuamente, como si cada uno fuera un tesoro que pertenece al otro. No olvidéis que está Dios Nuestro Señor delante, que os ve, que os oye… Tu, adelante con ese amor. Como quieres mucho a esa criatura a la que has escogido para madre de tus hijos, que nunca te avergüences de este amor. Respétala. No la querrás menos: la querrás más. Y el Señor, de esta manera, bendecirá en un día próximo ese matrimonio, y lo hará luminoso, alegre, feliz... Y será un amor que irrumpirá hasta el cielo (Catequesis de san Josemaría en Venezuela, 11-02-75).

— Santificar el hogar día a día, crear, con el cariño, un auténtico ambiente de familia: de eso se trata. Para santificar cada jornada, se ha de ejercitar muchas virtudes cristianas; las teologales en primer lugar y, luego, todas las otras: la prudencia, la lealtad, la sinceridad, la humildad, el trabajo, la alegría… Hablando del matrimonio, de la vida matrimonial, es necesario comenzar con una referencia clara al amor de los cónyuges (Homilía “El Matrimonio, vocación cristiana” enEs Cristo que pasa, 23).

— “Lo que se necesita para conseguir la felicidad no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado” (Surco, n. 795).

Textos y enlaces para seguir reflexionando

Noviazgo y matrimonio: ¿cómo acertar con la persona?

Sentido del noviazgo: conocerse, tratarse, respetarse

Vídeo: San Josemaría: "¿Cómo se van a casar sin conocerse?"