La odisea de dar a luz en el Congo

7 de cada 1.000 mujeres que dan a luz en el Congo mueren en el parto. Una cifra que en España baja al 0,05. El hospital Monkole de Kinshasa, la capital, lucha por reducir esos números. La Universidad de Navarra organizó un encuentro con profesionales y estudiantes de Medicina.

Foto: "Amigos de Monkole"

Diario de Navarra La odisea de dar a luz en el Congo (PDF)

La parturienta está tumbada en el suelo de tierra y se retuerce de dolor. Y de miedo porque no sabe si todo saldrá bien o si vivirá para contarlo. La necesidad de una cesárea porque el niño viene de nalgas, una hemorragia intensa tras el parto con una anemia previa no diagnosticada o una infección por la mala higiene pueden matarla, a ella y al niño. Es la dura realidad que viven cada día miles de mujeres en el corazón de África y en otros países subdesarrollados. De hecho, siete de cada mil embarazadas que dan a luz en la República Democrática del Congo (RDC) mueren en el parto.

Las mujeres congoleñas tienen su primer hijo a los 19 años y suman una media de cinco niños. En España la cifra baja a 1,5

Una cifra que en España baja a 0,05 (y es 138 veces inferior). El Hospital Monkole de Kinshasa, la capital de la RDC, lucha por reducir estas cifras tan aterradoras y ha puesto en marcha un programa de atención al embarazo y el parto por 50 euros, el llamado ‘forfait mamá’.

Foto: ONAY/Ismael Martínez Sánchez

Profesionales de este centro sanitario, una obra corporativa del Opus Dei, se reunieron el 1 de diciembre con alumnos de Medicina de la Universidad de Navarra. En el encuentro, promovido por el jefe del área de salud de la mujer de la Clínica Universidad de Navarra (CUN), Luis Chiva de Agustín, se expuso la realidad de diaria de este centro hospitalario. Intervino la directora del Servicio de Ginecología de Monkole, la ginecóloga congoleña Céline Tendobi. Y contó su experiencia como voluntaria en ese hospital la enfermera veterana de Neonatología del hospital Virgen del Camino de Pamplona, la pamplonesa Sagrario Santiago Aguinaga.

La necesidad de una cesárea, una hemorragia tras el parto o infección por poca higiene, motivos de mortalidad materna

La realidad de la maternidad en el Congo, relató Céline Tendobi, es muy diferente a la de España. En el corazón de África las mujeres tienen su primer hijo a los 19 años (en España, a los 29) y suelen sumar una media de 5 vástagos (1,5 en nuestro país). Por lo tanto, en el Congo nacen muchos más niños: 34 por cada 1.000 habitantes (9, en España). Si se añade, continúa la explicación, que 7 de cada 10 personas viven en situación de “extrema pobreza” y casi la mitad (el 48%) no disponen de agua potable es fácil comprender que dar a luz no sea ningún juego. Y que, añade, los niños y madres que no mueren en el parto, los más fuertes, no tienen un futuro muy esperanzador. 3 de cada 10 pequeños morirán antes de los 5 años por la malaria, el SIDA, tuberculosis, cólera, fiebre amarilla... o una simple diarrea. La esperanza de vida de los adultos es de 56 años (82, en España).

Foto: ONAY/Ismael Martínez Sánchez

El Hospital Monkole (nombre de un árbol de la selva congoleña, de hoja perenne, madera dura y abundantes ramas que dan buena sombra) se fundó en 1989 (impulsado por Álvaro del Portillo, primer sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer) y quiere ofrecer ese cobijo a las mujeres y a sus bebés.

El Hospital Monkole de Kinshasa es una obra corporativa del Opus Dei y el ‘hermano pequeño africano’ de la Clínica Universidad de Navarra

“Si ellas no vienen porque piensan que es muy caro o quieren ocultar su embarazo, salimos a buscarlas”. Céline Tendobi viaja en un todoterreno y con un ecógrafo (con un generador) a los ambulatorios de la selva para hacer ecografías a las embarazadas a las que se les ofrece dar a luz en Monkole. Y a sus bebés, si nacen antes de tiempo o tienen problemas de salud, los ha atendido la enfermera pamplonesa Sagrario Santiago.

El ginecólogo Luis Chiva de Agustín planea viajar hasta Monkole el próximo verano con alumnos de 4º de Medicina y voluntarios del departamento de Ginecología de la CUN. Para ayudar a que las parturientas no teman por su vida en el suelo de tierra de sus casas.


‘Ebale’, un río de solidaridad con las madres

Ebale significa río en lingala, una de las lenguas mayoritarias del Congo. Igual de caudalosa que el río que atraviesa el país, buscan que sea la solidaridad con el Hospital Monkole de Kinshasa, una obra corporativa del Opus Dei y “el pequeño hermano africano” de la Clínica Universidad de Navarra.

Con el programa ‘Forfait mamá’ (que cuesta 50 euros e incluye ecografías durante el embarazo, atención en el parto, postparto e ingreso del bebé en neonatos, si es preciso), el centro hospitalario tiene pérdidas

El director adjunto de Monkole, el farmacéutico madrileño Álvaro Perlado González, explicaba la semana pasada en Pamplona que con el programa ‘Forfait mamá’ (que cuesta 50 euros e incluye ecografías durante el embarazo, atención en el parto, postparto e ingreso del bebé en neonatos, si es preciso), el centro hospitalario tiene pérdidas. El coste medio del programa por mujer atendida, añade, es de 500 euros. “Por lo que Monkole debe asumir 450”, explica este directivo que vive en Kinshasa con su mujer y sus dos hijos pequeños.

Así, se ha puesto en marcha el programa Ebale para conseguir fondos (a través de personas, empresas u organizaciones sin ánimo de lucro). Las personas interesadas pueden aportar entre 5 y 20 euros al mes (mediante la ONG de la Universidad de Navarra Onay o la Fundación Montblanc y la ONG Harambee).

Así, se ha puesto en marcha el programa Ebale para conseguir fondos (a través de personas, empresas u organizaciones sin ánimo de lucro)

“Vivimos en un entorno privilegiado y necesitamos movilizar los corazones solidarios de la gente”, insiste el jefe del área de salud de la mujer de la CUN, Luis Chiva de Agustín, que promovió el encuentro entre profesionales del Congo y alumnos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra. Más información en www.ebale. org


La 'magia' de ecografías en la selva

El coche por delante del ambulatorio y de él baja la ginecóloga congoleña Celine Tendobi con un ecógrafo portátil. “Si las embarazadas no vienen al hospital, salimos a buscarlas”

El todoterreno para a la puerta del dispensario médico de las afueras de Kinshasa tras recorrer kilómetros de carreteras sin asfaltar. De él, baja la ginecóloga congoleña Céline Tendobi y tres hombres que la ayudan a sacar del coche un ecógrafo portátil que pesa “muchísimo”. Con un generador de electricidad que el aparato lleva incorporado, la doctora comienza a examinar a las mujeres que esperan intrigadas. “Las embarazadas no vienen al hospital, salimos a buscarlas. A la selva, si hace falta”.

Celine Tendobi.

Quien habla así de tajante es la directora de Ginecología del Hospital Monkole, en Mont Ngafula, una barriada de la capital de la República Democrática del Congo. El centro hospitalario ha impulsado el llamado ‘forfait mama’ que, por 50 euros, incluye ecografías durante el embarazo (en el hospital o los dispensarios), atención en el parto, postparto y del recién nacido (si tiene algún problema de salud) . Desde agosto de 2015, cuando se puso en marcha, han sido cerca de 500 las mujeres que se han beneficiado del programa.

Lo que ha contribuido a reducir la tasa de mortalidad maternal, en un país en el que mueren 700 madres por cada 100.000 nacidos vivos (5 en el caso de España). Unos datos que ofreció recientemente en Pamplona esta ginecóloga en un encuentro con alumnos de Medicina de la Universidad de Navarra, organizado por el Área de salud de la mujer de la Clínica Universidad de Navarra.

‘Ocultan el embarazo’

Céline Tendobi explica que las mujeres congoleñas ocultan el embarazo en los primeros meses y no lo cuentan hasta que es evidente. “Hay mucha superstición y tienen miedo de la brujería”. Con las ecografías ambulantes, recalca la ginecóloga, se evitan muchos problemas. “En una de las ecografías vi que una mujer tenía dos bebés y uno venía de nalgas. Le programamos una cesárea en el hospital, la llevamos en ambulancia y nacieron sin problemas. Si hubiera dado a luz en casa, habrían muerto los tres”.

La higiene, recalca, en fundamental en el momento del parto. “La gente no tiene agua y las mujeres vienen muy sucias y pueden contraer infecciones”. Así, continúa, se las lava “por completo” todo el cuerpo y se les pone un camisón limpio. Además, con los análisis de sangre durante el embarazo, se pueden evitar muchas muertes en el parto. “A las mujeres que tienen anemia se les da hierro y se preparan bolsas de sangre en el hospital por si se necesita hacerles una transfusión tras dar a luz”. Otra circunstancia, insiste, en la que las mujeres morirían paren en su casa y sufren una hemorragia.


Formar a enfermeras de neonatos

La pamplonesa Sagrario Santiago lleva 31 años entre las incubadoras de Virgen del Camino. Durante dos meses ha formado a las enfermeras de Neonatología del Hospital Monkole

Muchas ‘crías’ embarazadas que trabajan en el campo recogiendo mangos y se ponen de parto antes de tiempo. Y bebés prematuros y amarillos por la ictericia (una enfermedad del hígado) porque no se alimentan bien y no les da el sol en la cara (por miedo a la malaria). Son algunas de las escenas que ha presenciado la enfermera Sagrario Santiago Aguinaga en Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo.

Pamplonesa de 58 años y sanitaria en la Unidad de Neonatología del hospital Virgen del Camino de Pamplona desde hace 31, ha formado durante dos meses a las enfermeras de nonatos del Hospital Monkole, de la capital congoleña.

Invitada por Onay (Organización Navarra para Ayuda entre los Pueblos, que surgió para centralizar las acciones solidarias de la Universidad de Navarra), ha vivido en octubre de este año y del pasado una “aventura solidaria” para mejorar la salud de madres y bebés “en situaciones muy duras” .

“En el Congo lo normal es estar embarazada y seguir trabajando. Por eso, muchos partos se adelantan”. Solo sobreviven, añade, algunos de los bebés prematuros que van al hospital

“En el Congo lo normal es estar embarazada y seguir trabajando. Por eso, muchos partos se adelantan”. Solo sobreviven, añade, algunos de los bebés prematuros que van al hospital. En Monkole, continúa el relato, hay dos habitaciones con 12 ‘puestos’ (incubadoras cerradas, cunas térmicas, cunas normales...) a los que atienden cuatro enfermeras y una pediatra. La mayoría de los prematuros, insiste, nacen entre las semanas 32 y 33 de embarazo (unos 8 meses). “Los que nacen antes no suelen salir adelante. Las muertes allí se asumen mejor”.

En el Hospital de Monkole nacen una media de tres bebés al día (21 a la semana, de los que mueren tres). “La vida y la muerte valen lo mismo. A veces nada. La esperanza de vida es de 56 años”, dice.

“La vida y la muerte valen lo mismo. A veces nada. La esperanza de vida es de 56 años”

Durante su estancia en Kinshasa, Sagrario Santiago se ha esforzado, sobre todo, porque “integren a la madre” en neonatos. “Les he insistido en que tienen que estar al pie de la incubadora haciendo el ‘método canguro’ (poner al bebé sobre su pecho en contacto piel con piel). Pero a algunas madres les da miedo y piensan que les pueden contagiar”. Una ocasión, recalca, que se podría utilizar para enseñar y mejorar sus condiciones de higiene. La figura del padre es casi inexistente en neonatos. “En dos meses, solo vi una vez a uno”. Santiago ha recogido sus vivencias en el Congo en el blog chnarra.es/experiencias.

Sonsoles Echavarren

Diario de Navarra