"Vivo feliz en el Opus Dei": testimonio de un universitario colombiano.

Desde 1928, lo único que ha querido el Opus Dei es mostrar al mundo que con nuestro trabajo cotidiano nos podemos santificar. No se debe generar tanta polémica con personas que solo queremos hacer nuestro trabajo bien hecho.

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Mi nombre es David, tengo 19 años y nací en medio de una familia que hoy es de ocho personas (cuatro hermanos, una hermana, mis padres y yo) . Hace más de un año soy miembro del Opus Dei – Obra de Dios en latín –  una institución de la Iglesia católica, que tiene como finalidad contribuir a la misión evangelizadora de la Iglesia; fue fundada por San Josemaría Escrivá de Balaguer el 2 de octubre de 1928 en España. Allí me han enseñado a manejar idóneamente el concepto de libertad. No soy una  persona que está esclavizada y sometida a las leyes de la Iglesia, sino que por mi propia convicción he buscado libremente la lucha de la santidad en medio del mundo con la ayuda de la Iglesia , más específicamente en esa parte de la Iglesia que es el Opus Dei.

Yo –siendo numerario del Opus Dei– se que allí no somos elitistas como se afirma en la prensa. Todo lo contrario, hago con las personas de mi casa, un Centro del Opus Dei que se llama Hontanar, actividades de formación para jóvenes estudiantes y trabajadores, encuentros culturales y proyectos de solidaridad. Además,  todas las semanas voy con mis amigos a realizar catequesis al Hospital Militar a los soldados heridos en combate, visitas a familias pobres y, cada semestre, una labor social de varios días en cualquier corregimiento afectado de nuestro país .

Yo, como miembro del Opus Dei, me he dado cuenta que para pasar ratos agradables allí, debo llegar libremente abierto a recibir formación humana y Cristiana. Nadie me ha quitado la capacidad de tomar decisiones por mí mismo. Estudio la carrera que quiero y donde quiero, me visto como me siento bien, tengo los amigos que quiero, escucho la música que me gusta y vivo feliz porque he encontrado, gracias a esta formación, que para vivir feliz hay que vivir cristianamente, siempre pensando en una sociedad que espera de mí un trabajo bien hecho, cara a Dios.

Tengo una familia que me quiere, respeta mis decisiones y que no está alejada de mí. Nunca se me ha impedido relacionarme con ella. Al contrario, con frecuencia nos reunimos como cualquier familia. En fin, puedo decir que en el Opus Dei soy una persona libre que busca la santidad donde Dios me ha puesto y con los que me ha puesto.

El fin del Opus Dei es enseñar y hacer caer en cuenta a las personas que comparten de estos medios de formación que en medio del mundo, en la calle, en el trabajo, en la universidad, en el colegio, en el hogar o en cualquier sitio y con cualquier persona (s) podemos encontrar a Dios y que le podemos ofrecer nuestro diario vivir, nuestro  trabajo  bien hecho porque es algo que exige esfuerzo .  En otras palabras, como decía San Josemaría –el fundador del Opus Dei– en una entrevista hecha en junio de 1968 por un periodista de la Redacción del semanario vaticano, "para seguir a Cristo, para seguir a la Iglesia no es necesario abandonar el mundo o alejarse de él, ni tampoco hace falta dedicarse a una actividad eclesiástica; la condición necesaria y suficiente es la de cumplir la misión que Dios ha encomendado a cada uno, en el lugar y en el ambiente queridos por su Providencia".

Por: David Cedano