Una alianza por la Familia desde la Sabana

Luego de las charlas llegaron decenas de consultas personales, cada madre o padre de familia, mostró con sus ejemplos, lo que estaban viviendo y fue necesario disponer de mayor tiempo para escucharlos, atenderlos y darles consejos adecuados.

Ilva Gema Alfonso Mugno, profesora del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana

Es claro que el campo y su gente no están ajenos a los retos de esta sociedad globalizada. A los jóvenes les llegan también los mensajes nocivos de las mismas redes sociales, videos, deseos y angustias que los citadinos. La diferencia está en que, en el sector rural, hay menos herramientas para que los padres puedan explorar soluciones y respuestas a las nuevas tendencias.

Monseñor Héctor Cubillos Peña, obispo de la Diócesis, quiso vincular al Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana, para visitar los municipios de la diócesis con la ayuda profesional de expertos que hablaran de los problemas y necesidades de las familias en la región y en especial, en el campo.

La Diócesis de Zipaquirá, localizada al norte de Bogotá en el departamento de Cundinamarca está compuesta por 74 parroquias, distribuidas en 39 municipios.

Monseñor Cubillos, a través del delegado para para la pastoral familiar, padre Edgar Amaya, crearon para su diócesis, la “Semana de la Familia” en cada uno de sus municipios.

La idea de monseñor Cubillos, al contactar con el Instituto de la Familia, fue hacerles ver a las personas del campo, que no están solas y que por difíciles que sean los problemas, hay expertos que ya han pensado en cómo atenderlos y pueden darles orientaciones que ayuden a enfrentar esos retos actuales. El Instituto de la Familia encargó de esta tarea de visitar a varios de estos municipios a la profesora Ilva Alfonso.

VILLAPINZON, DONDE NACE EL RIO BOGOTA

El primer municipio visitado fue Villapinzón, localizado a unos 90 kilómetros al norte de Bogotá.

Es una tierra generosa, primordialmente agrícola, propicia para los cultivos de papa, maíz y cebada. Posee también las bondades del páramo de Guacheneque, donde nace el famoso río Bogotá.

Villapinzón. Foto tomada del blog blogespecialización2020

Como no hay un salón para conferencias, el párroco invitó a las familias al templo, dedicado a San Juan Bautista. Es un pueblo con una fe viva y de gran tradición católica, de hecho hay cerca de 10 ermitas a la Virgen alrededor del pueblo en petición de protección de sus habitantes. A esa charla acudieron unas 200 personas.

La charla giró en torno al tema “Cómo conocer a los hijos”. Para Ilva la experiencia resultó novedosa. Además de los asistentes, la emisora San Juan Estéreo, transmitió de principio a fin la intervención. A su vez, el Párroco se comprometió a replicar ese ejercicio y lo aprendido en esa sesión, con la gente de las veredas.

Luego de hablar de la familia, de la importancia que tenía en la sociedad y de los peligros a que estaba expuesta, llegaron las preguntas. ¿Y cómo hacemos con los amigos de los hijos? ¿A qué hora hablaremos con ellos si no tenemos tiempo? ¿Cómo los despegamos del celular y las redes sociales? ¿Qué haremos si no hacen caso?, entre otras. Las mismas preocupaciones de una mamá de la ciudad, la verdad es que para lo bueno y para lo malo, estamos globalizados.

Vinieron las respuestas. Ilva pensó, por un momento, que la vida del campo era más tranquila y que de pronto había más descanso, pero cambió de opinión cuando le comentaron que las jornadas comenzaban muy de madrugada, porque tenían que ir a los cultivos, caminar, sembrar, recoger cosechas, cargar paquetes, más otros encargos como llevar el ganado a beber agua, juntar leña, dar de comer a los animales hasta los domingos y festivos, por lo que los padres llegaban por la noche extenuados y no había tiempo para conversar con los hijos.

Ilva les aconsejó que todos los días había que sacar, así fueran unos minutos, el espacio para conversar. Les mencionó que el mejor momento podría ser cuando la familia tomara el desayuno, el almuerzo o la comida.

Es compartiendo con todos los miembros de la familia que se crean vínculos. Haciendo el pacto de escuchar sin recriminar, con el compromiso que en esos espacios de compartir en el hogar, nadie usa celulares, por ejemplo.

Fueron un par de horas de conversaciones, de preguntas, de risas por los apuntes, pero también de agradecimiento. Al final, la recompensa fue un atronador aplauso que retumbó en el templo e Ilva no sabía cómo expresar ese momento.

CHOCONTA

Días después la charla pasó a Chocontá, tierra conocida por su pan, sus embutidos y su masato. La asistencia también fue masiva y se habló desde el púlpito del templo, dedicado a la Virgen de la Salud, algo que resultó curioso nuevamente para la expositora.

Plaza de Chocontá. Foto tomada del portal elcampesino.co

Siendo un entorno similar al de Villapinzón, no fue sorpresivo que las inquietudes fueran similares; incluso plantearon las mismas que tienen padres de familia y estudiantes universitarios y bachilleres de la ciudad”.

Estos temas que se trataron, fueron un despertar para muchos de los asistentes, gente del pueblo y de fincas, que veían en cada ejemplo, en cada caso, muchas similitudes. Es posible que se crea que estos temas de familia ya están aprendidos, pero la verdad es que por elementales que en muchos casos puedan ser los consejos, muchas veces los padres no se han dado cuenta de ellos.

“Allí encontramos familias completas, nos gustó que había abuelitas –que también se encargan del cuidado de los niños. Llegaron familias de varias veredas y nos vimos con exalumnas de la Universidad de La Sabana que ya ejercían sus carreras en el municipio. Resultó ser otra experiencia especial”, agregó Ilva.

“Algo que llamó la atención fue cuando les hicimos caer en la cuenta que cada uno es un ser distinto a otro. Tenemos huellas, ojos, pelo diferente y los seres humanos merecemos una dignidad y un respeto, nuestros hijos están en nuestras manos, son un regalo de Dios y de nosotros depende su formación. Es muy importante transmitirles la fe, el amor a la Iglesia y a los sacramentos”, les dijo Ilva.

LA CITADINA CAJICA

Cajicá, por su cercanía con Chía y Bogotá, es mucho más citadina, allí la charla se centró sobre todo en temas de ideología de género. Fue de gran aprendizaje para las expositoras y para los asistentes la participación de unos padres de familia que compartieron sus experiencias, estos ejemplos dieron la posibilidad de entender y dar ideas concretas a los asistentes.

Parque principal de Cajicá. Foto tomada del portal cajica.gov.co

Partiendo del respeto por la identidad y decisiones de cada persona, se comentó cómo, la llamada ideología de género, es un factor posible gracias a la globalización y a instituciones dedicadas para fines como la deshumanización, perder el respeto por la vida, cambiar la percepción del ser humano, incrementar las ideas sobre el aborto, el suicidio o la eutanasia y alegar que las personas pueden deslegitimizar la naturaleza que es única.

Luego de las charlas llegaron decenas de consultas personales, cada madre o padre de familia, mostró con sus ejemplos, lo que estaban viviendo y fue necesario disponer de mayor tiempo para escucharlos, atenderlos y darles consejos adecuados.

El agradecimiento fue sincero y se recibieron muestras de cariño con postres de las regiones y muestras de sus sitios de interés turístico.

Si algo quedó grabado fue la importancia del diálogo y de la amistad entre padres e hijos. Es muy importante el diálogo con nuestros hijos porque debemos valorarlos, quererlos y respetar la dignidad de cada uno de ellos”, recalcó Ilva una vez más.

Diócesis de Zipaquirá. Imagen tomada de wikipedia

Recordamos aquellos sabios consejos que diera San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, dijo en una entrevista en el Libro Conversaciones No. 87: “Se puede armonizar perfectamente la autoridad paterna, que la misma educación requiere, con un sentimiento de amistad, que exige ponerse de alguna manera al mismo nivel de los hijos. Los chicos —aun los que parecen más díscolos y despegados—desean siempre ese acercamiento, esa fraternidad con sus padres. La clave suele estar en la confianza: que los padres sepan educar en un clima de familiaridad, que no den jamás la impresión de que desconfían, que den libertad y que enseñan a administrarla con responsabilidad personal”.