Llevamos casi un mes en casa con el reto de no perder la alegría que nos caracteriza, procurando hacer inolvidable para nuestros hijos esta temporada. La verdad, manifiesta Laurie, es que no siempre se tiene el placer de trabajar, estudiar, jugar, pelear y reconciliarse en casa, ¡todo al mismo tiempo!

Hemos usado la tecnología para viajar por el mundo y visitar los monumentos, dejando nuestras plegarias y agradecimientos en cada uno de ellos. Olivia, con 7 años es la piloto del avión, con Pablo, de 4 años, quien le sigue los pasos. Emma, que tiene 10, se encarga de poner música en todas nuestras actividades y nos ayuda con los teteros de Belén, de 9 meses.

Durante esta semana, nos hemos reunido con los niños para leerles el pasaje bíblico del día Santo. Luego, hemos hecho una cartelera para exponer lo leído, donde los niños lo han plasmado con su maravillosa creatividad. Al final, hemos visto un video corto relacionado con lo específico del día y, con mucha atención hemos escuchamos lo que cada uno, desde su corazón, manifiesta espontáneamente.

Con el material trabajado estamos haciendo nuestro “museo” para que cuando termine la cuarentena, abuelos y amigos vengan a visitarlo.

Escucharnos, servirnos, tenernos paciencia, hacer las tareas de la casa y perdonarnos, han sido las grandes misiones y hazañas de estos tiempos.