Obra de Dios, Obra de Amor

Hace 80 años, un sacerdote con muchos carismas, inspirado y guiado por Dios y motivado por las conclusiones del Concilio Vaticano II, empezó una obra que ha obtenido frutos muy positivos para el progreso espiritual en el mundo entero.

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“Todo lo que es verdadero, noble, justo, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, vistes en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros” Fil 4, 6-9.

Hace 80 años, un sacerdote con muchos carismas, inspirado y guiado por Dios y motivado por las conclusiones del Concilio Vaticano II, empezó una obra que ha obtenido frutos muy positivos para el progreso espiritual en el mundo entero.

Su lema principal era la de hacer un llamado a la santidad a través del trabajo diario y de las situaciones ordinarias de la vida, realizadas por amor a Dios, buscando la excelencia, viviendo a plenitud las enseñanzas de Jesucristo y siendo fieles a su Iglesia.

Era un llamado a realizar cada detalle de la vida para Dios, a vivir constantemente en su presencia, desde las situaciones más sencillas y corrientes de la vida cotidiana en la vida familiar, laboral y social, hasta la vida de oración.

Hizo mucho hincapié en la toma de conciencia del Amor de Dios como Padre quien nos trata como a sus hijos y nos invita a su presencia y a recibir su Santo Espíritu como el más valioso tesoro que nos ayuda a caminar hacia Él.

Realzó al trabajo como medio para construir un mundo mejor y para edificar nuestro propio carácter. A través del crecimiento en las virtudes convertimos el trabajo diario, en cualquier área en la que nos desempeñemos, como medio de perfeccionamiento y santificación, abriéndonos más a recibir las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad y trabajando y afianzando las virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, templanza y justicia, virtudes de las que se desprenden todos los valores humanos.

Le dio también mucho realce a la vida familiar como medio para vivir el amor de Dios reflejado en el amor conyugal, filial, fraternal y en todos los lazos entre todos los miembros de la familia, en los que se considera a cada ser humano como valioso e irrepetible digno de ser aceptado y amado incondicionalmente. La familia es el medio privilegiado por Dios para constituirse en iglesia doméstica, como primera célula de la sociedad en la que, a través del amor, nos vamos desarrollando como personas para realizar el proyecto de vida para el que hemos sido creados y poder alcanzar algún día el derecho a la vida eterna.

Invita también a comprometerse con los cambios sociales generados especialmente a través de la educación haciendo programas que abarcan los distintos niveles económicos y motivando y ofreciendo formación a los líderes de la sociedad para que se comprometan más con la construcción de una sociedad más justa, honesta y solidaria, más coherente con los valores cristianos.

En la vida espiritual ofrece programas de formación permanente, para que los cambios se den desde lo profundo del corazón humano que se abre a la Palabra de Dios y a la vida sacramental.

El sacerdote fundador es San Josemaría Escrivá De Balaguer y su obra se llama el “Opus Dei”, es una obra de Dios, una obra de amor, que anima a millones de personas hasta en los lugares más lejanos de los confines de la tierra, a ser fieles discípulos y misioneros de Jesucristo, obedientes a la Iglesia y propagadores del amor de Dios.

judithdepaniza@yahoo.com < Regresar al índice anterior

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA // El Universal. Cartagena (Colombia)