“Mi vocación es una nota porque puedo seguir siendo yo misma”

Ahora tengo otra visión de mi vida, porque veo que desempeñándome como mamá, como bailarina o como artista voy construyendo mi camino al cielo… Me siento como pez en el agua, me siento todo el tiempo contenta, todo el tiempo feliz…

Mery Lamberti es una madre de familia que se dedica profesionalmente a la vida artística, la cual ha transmitido a todos sus hijos. “Ellas bailan desde muy pequeñas, sus primeros zapatos fueron unas zapatillas de ballet”. En cuanto a ellos, comenta divertida “cuando eran pequeños siempre cantaban conmigo, ahora soy yo la que canto con ellos”. 

Hace 18 años fundó una academia de ballet en Puerto la Cruz junto con su hija Mariela, y actualmente se desempeña como profesora de ballet clásico. Dos años antes estuvo con la misma academia en Caracas, además de participar en un grupo de danza actualmente muy reconocido. “La verdad siempre me encantó una rumba, por eso he bailado toda la vida”.

“Conocí la Obra hace mucho tiempo por medio de mis cuñadas, pero nunca me interesó demasiado. Me parecía que lo que hacía en el colegio de mis hijos era ya una labor social y espiritual suficiente”.

“Un día uno de mis hijos, Pepo, quiso hacer un reportaje sobre el Opus Dei para la universidad, y así conocimos a un sacerdote de la Obra que viajaba con regularidad a Puerto La Cruz. Pasó el tiempo y otro de mis hijos, Manuel, siempre muy artista y bohemio, decidió estudiar música en Caracas, con la particularidad de que su casa estaba ubicada muy cerca de Guayacán, un Centro del Opus Dei en el que vivía el sacerdote que habíamos conocido en Puerto La Cruz por lo del reportaje”.

“Como me pareció que era un sacerdote muy bueno, le dije a Manuel que fuera por Guayacán. Y le dije al Padre que me lo cuidara, que le presentara buenas amistades, que lo invitara a las actividades que se realizaban en el Centro, porque me parecía que si no, en Caracas la podía pasar mal”.

“Entonces empecé a notar un cambio favorable en mi hijo, en cuanto a su madurez, sus estudios, su vida espiritual… A raíz de su cambio pensé que yo tenía que conocer qué era lo que había hecho que Manuel cambiara de esta manera, y que lo tenía tan… ¡enamorado! Entonces decidí aceptar las invitaciones que me habían hecho ya como 700 veces, y me empecé a interesar tanto que, bueno, aquí estoy, feliz, ya hace un año en el Opus Dei”.

¿Qué fue lo que más te llamó la atención del espíritu de la Obra?

“Que podía seguir siendo yo misma, que podía seguir siendo bohemia, artista, bailarina, cantante… Ahora tengo otra visión de mi vida, porque veo que desempeñándome como mamá, como bailarina o como artista, voy construyendo mi camino al cielo… Me siento como pez en el agua, me siento todo el tiempo contenta, todo el tiempo feliz, todo es chévere porque todo tiene un porqué, una trascendencia, una eternidad y eso hace que viva alegre y contenta”.

“Un día me pidieron que cantara el Ave María en un matrimonio. Y, por supuesto, luego fui al bonche. Estuve bailando con mi esposo toda la noche, ¡y salí de ahí como a las 4 de la mañana con los tacones en la mano! Un señor que me había visto cantando en la Iglesia me dijo, como reprochándome “¿Y entonces?”, y yo le respondí: “Se puede rezar y se puede bailar, sin ningún problema, sin ofender a Dios”.

¿Qué opinas cuando algunas personas dicen que en el Opus Dei no se vive la pobreza?

“Me consta que no es así, porque yo tengo un hijo que es de la Obra, que es numerario, y él, pudiendo tener todo lo que quisiera, se abstiene de muchísimas cosas: compras, viajes, ropa. Yo soy muy consentidora y cuando le traigo sus regalitos él me dice con mucha alegría: mamá, esto es para mí y para todos mis hermanos que lo necesiten. Y veo que realmente es así”.

¿Qué hay de cierto que el Opus Dei es sólo para los ricos? “No veo que sea para la gente rica, pero el Opus Dei sí ha llegado a esa población de gente, de un nivel intelectual elevado, que estaban como desorientados en la vida… Además pienso que muchas parroquias se ocupan de los pobres, de los ancianos, los enfermos. ¿Y a esos profesionales que también trabajan durísimo, que se dedican a levantar la sociedad o a un país, quién se dedica? Creo que todas las almas son importantes independientemente de su condición o nivel social. El Opus Dei es para todos”.

¿Qué has aprendido en lo particular con respecto a la pobreza? “¡Bastante!, porque mi esposo me consiente mucho, pero he aprendido a no crearme necesidades. Pienso que no tienen por qué faltarte las cosas, pero tampoco hacerte dependiente de ellas”.

¿Cuántos hijos tienes?

“Siete”.

¿El Opus Dei influyó en la cantidad de hijos que tienes?

“No, porque cuando yo me hice de la Obra ya tenía mis siete hijos, y siempre mi esposo y yo planeamos tener una familia grande…, ¡nos encantan las familias numerosas!, así que la Obra no tuvo nada que ver…”.