El arroz en su punto

Rezamos una estampa a Dora y le pedimos que se encargara de que quedara perfecto. Pasamos cocinando toda la tarde y en la noche...

Una amiga y yo vivimos en Valencia desde hace unos meses. Esta Navidad organizamos la cena del 24 en nuestro piso con varios estudiantes extranjeros que no tenían dónde pasar la fiesta. A la mayoría no los conocíamos, sólo teníamos claro que había que preparar comida para mucha gente. Ninguna de las dos somos expertas en la cocina y nuestros últimos intentos de hacer arroz en grandes cantidades habían sido un desastre. Empezamos a cocinar el arroz navideño y le dije a mi amiga que no se nos podía dañar, así que le rezamos una estampa a Dora y le pedimos que se encargara de que quedara perfecto. Pasamos cocinando toda la tarde y en la noche, temprano, mientras la comida se acababa de hacer, nos arreglamos para ir a Misa.

Apenas llegamos a la iglesia, mi amiga, preocupada, me preguntó si había apagado la hornilla. Como me habló bajito, le entendí que me preguntaba por la luz y le dije que no importaba si había quedado prendida. Ella insistió en que regresaría a casa ese rato para apagarla, pero yo, creyendo que se trataba de un foco le dije que se quedara en la Misa y que no pasaba nada. Al terminar la ceremonia, me dijo que se volvía corriendo al piso y que más valía que Dora nos hubiera cuidado el arroz. Ese rato entendí que lo que había quedado prendida era la hornilla, y que llevaba ya más de una hora así. Nos volvimos a encomendar a Dora. Cuando llegamos, la hornilla seguía prendida y el arroz estaba en su punto. Sólo se quemó un poco la parte de abajo y ni siquiera se pegó a la olla. Dora nos salvó la cena de Navidad.

A. M. C.