El Opus Dei y el poder

"El Código Da Vinci" caricaturiza al Opus Dei presentándolo como una institución ávida de dinero y poder. Lo genérico de estas afirmaciones las hace difíciles rebatir. Como decía Voltaire: "Calumnia, que algo queda".

El único fin del Opus Dei es dar formación cristiana y humana, para ayudar a quien lo desea a vivir su fe sin apartarse de sus obligaciones. En el Opus Dei, como en la sociedad, hay personas con pocos y con muchos recursos. Pero estos últimos son muy conscientes de que su responsabilidad social hacia los pobres es mucho mayor.

La preocupación por los demás –especialmente por los que carecen de lo más necesario–- es una consecuencia lógica de quien trata de vivir el mensaje cristiano.

Quizá Dan Brown no conozca las iniciativas que muchas personas del Opus Dei, como tantos cristianos, impulsan en los cinco continentes: las escuelas Meyayi y Acuautla en el Valle del Chalco (México); el centro Baytree para la educación de la mujer en Londres; la ONG Desarrollo y Asistencia en Madrid; la escuela de capacitación profesional Kimlea en Kenia; la escuela agrícola Dagatán en Filipinas; un centro de apoyo para la familia en Chile...

Estas iniciativas no son del Opus Dei, sino de algunos de sus fieles, que las ponen en marcha removidos por el mensaje de san Josemaría. Según Brian Kolodiejchuk, responsable de la causa de canonización de la Madre Teresa de Calcuta: “Los pobres, los enfermos, los abandonados eran las ‘armas’ que usó san Josemaría para sacar adelante el Opus Dei. En su caso y en el de la Madre Teresa, la raíz de su actuación se encuentra en la fe, que hace ver a Cristo en cada persona”. (Artículo publicado el 27 de febrero de 2002).