“Uno es más feliz dando que recibiendo”

Fernando Alvarez es el director del Centro de la Familia, de la Fundación Nocedal. Una iniciativa que apoya a los padres y madres de la población El Castillo, de la Pintana, en su misión central: ser los principales educadores de sus hijos. El ambiente acogedor que los recibe a diario ha obligado a triplicar las horas de atención en orientación familiar, psicológica y jurídica. Fernando ha visto hecha realidad la expresión de San Josemaría: “Soñad y os quedareis cortos”.

Centro de la Familia, entre los colegios Nocedal y Almendral, en La Pintana.

Es lunes en la mañana y el edificio que alberga el Centro de la Familia de Nocedal –ubicado entre los colegios Almendral y Nocedal en La Pintana– bulle de gente. Son muchas las mamás que han llegado a los talleres de capacitación. Un grupo importante hace jogging alrededor del edificio, otro escucha atento las clases de nutrición; en una sala contigua se trabaja en el taller de lecto-escritura junto a escolares con dificultades de aprendizaje y más allá algunas conversan con la encargada de la biblioteca. En el cuidado jardín se aprecian juegos infantiles, que regalaron algunos universitarios para que se entretengan los preescolares que acompañan a sus madres mientras ellas estudian y trabajan. 

A diario, 130 mujeres acuden a los talleres y decenas de padres piden ayuda en las consultas de orientación familiar, de psicología y de apoyo jurídico que también se ofrecen. 

Fernando Alvarez, director del Centro de la Familia.

Fernando Álvarez lleva dos años a cargo de esta iniciativa. El bonito edificio es la piedra visible de un trabajo silencioso que se realiza en esta población desde hace más de siete años y que forma parte del proyecto educativo de la Fundación Nocedal. En el objetivo que los promotores se fijaron –la formación integral de las personas–, se consideró esencial que el aprendizaje de los estudiantes fuera a la par de la de los padres, a los que se pide el compromiso de ser los primeros educadores. Muchos han aceptado el reto y han tomado mayor conciencia de la función insustituible que tienen en la formación de sus hijos. Y ellos son los grandes protagonistas de la Casa de la Familia. 

Aprendiendo a conversar 

Muchas mamás participan en los talleres de capacitación.

Uno de los principales desafíos que aborda la Casa de la Familia es que en los hogares se mejore la comunicación. Cuenta Fernando que “este tema genera gran parte de los conflictos. Tenemos a un 60 % de padres, muchos muy jóvenes, que conviven y eso repercute en los niños. Como no hay lazos sólidos, les vamos entregando herramientas para que constituyan familias hechas y derechas”. Con este fin se desviven por crear un ambiente agradable en que los habitantes de El Castillo –tengan o no a sus niños en los colegios de la Fundación– se sientan acogidos para que vayan mostrando sus inquietudes. Fruto de este ambiente, durante 2008 han tenido que triplicar las horas de atención y ampliar la disponibilidad de lunes a sábado. Los sábados en la tarde también organizan actividades en familia: “Queremos que encuentren un lugar de esparcimiento donde puedan entretenerse todos juntos, por ejemplo, con tardes de cine. Después de la película se da un espacio de conversación donde se analiza lo que se ha visto y les ayudamos a descubrir los criterios de selección y los valores de la vida diaria”. 

Colegios de papás e hijos 

Las madres del sector están absolutamente identificadas con la Casa de la Familia, pero a los hombres les cuesta más. Por esta razón, explica su director, “hemos puesto una línea de atención a última hora de la tarde y estamos ofreciendo cursos de oficio, como gasfitería, construcción, computación, y charlas para mejorar las relaciones laborales. Damos asimismo consejos para compatibilizar trabajo y familia”. Elsa Torres tiene tres niños y asegura que “estos colegios son de hijos y madres”. En ellos y con lo que ha recibido en la Casa de la Familia, “he aprendido a conversar con mi marido. Soy medio pesada para decir las cosas, pero me han enseñado a manejar situaciones. El también está distinto. Todos los sábados viene a jugar fútbol al Nocedal y eso lo tiene más contento. Por ejemplo, ahora nos enojamos, y esperamos que se nos pase la rabia. Nos miramos y nos reímos. Y ese cambio en nosotros ha influido en nuestros hijos. En lo personal he aprendido a desarrollarme más como mujer, a bordar, tejer, ser una mejor dueña de casa, tener una casa digna y agradable para los míos”. 

Ruth y su hijo Matías en el taller de lecto-escritura.

Ruth, por su parte, declara que aquí ha aprendido “a tener paciencia”. Este comentario lo hace mientras le ayuda a su hijo Matías a estudiar en el taller de lecto-escritura: “Ahora evito pegarle, aunque se mande el condoro. Yo no soy católica, pero igual me han hecho muy bien las charlas de amor a Dios y al prójimo y en esa mirada me doy cuenta que lo más importante es el amor a los hijos”. 

La aventura de ser papá 

'Estos colegios son de hijos y madres', asegura Elsa Torres.

Barbara Ríos es la orientadora familiar de la Casa de la Familia y está impresionada con el estilo de la gente que recibe. “Me emociona –asegura– todo lo que escucho en la consulta. Son papás muy preocupados de su matrimonio y de sus hijos, y con mucho criterio. Vienen dispuestos a hacer cualquier sacrificio por sacar adelante a un hijo drogadicto o a un padre alcohólico y eso es fruto de todos los años que se viene trabajando con ellos. Muchas veces les pregunto de dónde sacaron una idea o la forma de construir su familia y me llega al alma cuando me dicen: ‘le debemos todo, todo, al Nocedal’”. Básicamente, Bárbara destaca la disposición que tienen los profesores con los padres de sus alumnos: “aquí los acogen y los embarcan en la aventura de ser papás. Por eso es que llegan tantos a pedirnos ayuda. Además, los apoderados agradecen que alguien se fije en ellos. Más de alguno me ha asegurado: ‘no porque viva en La Pintana no voy a querer tener orden en mi familia’”. En su experiencia ha visto a hombres cambiar totalmente con respecto a su labor como padres y esposos: “Es emocionante constatar cómo un marido mira con orgullo el trabajo de deshilado que aprendió aquí su señora. Le ayuda, le da seguridad para que se siga formando. 

“Soñad y os quedaréis cortos” 

Los apoderados son embarcados en la aventura de ser papás.

Fernando Alvarez está convencido de que “cuando hay igualdad de oportunidades y se entregan herramientas, las personas pueden volar muy alto”. En esta Casa de la Familia –resume– “se les ha abierto una ventana de esperanza en medio de sus dificultades y necesidades. Aquí se sienten escuchados y acogidos y se dan cuenta de que los problemas son llevaderos en la medida que se les encuentra un sentido de trascendencia”. Por lo mismo Fernando señala que el gran secreto está en escuchar a cada persona que llega a pedir ayuda, pero también en rezar mucho por cada uno de ellos. En esta experiencia afirma que vive en carne propia el lema de la federación de boxeadores: “Uno es más feliz dando que recibiendo”. Fernando no deja de conmoverse con todo lo que ha pasado en estos dos años desde que abrió sus puertas la Casa de la Familia a la comunidad: “Ver como se va incorporando cada vez más gente. Y lo más fundamental, que vale la pena todo este esfuerzo por los resultados en tanto núcleo familiar. Cuando una familia se reordena, es testimonio y ejemplo para muchos otros que los quieren imitar. Claramente he visto en terreno esa frase de San Josemaría: “Soñad y os quedareis cortos”.